Aquí está el poema diario que utilizamos para ir fortaleciendo la inteligencia y la sensibilidad de nuestros alumnos. Si alguien encuentra un bálsamo o un revulsivo en esta diaria medicina, bienvenido sea.
En fin, en fin, tras tanto andar muriendo, tras tanto varïar vida y destino, tras tanto, de uno en otro desatino, pensar todo apretar, nada cogiendo,
tras tanto acá y allá yendo y viniendo, cual sin aliento inútil peregrino, ¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino, yo mismo de mi mal ministro siendo,
hallo, en fin, que ser muerto en la memoria del mundo es lo mejor que en él se esconde, pues es la paga de él muerte y olvido,
y en un rincón vivir con la victoria de sí, puesto el querer tan solo adonde es premio el mismo Dios de lo servido.
¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, la sierra gris y blanca, la sierra de mis tardes madrileñas que yo veía en el azul pintada? Por tus barrancos hondos y por tus cumbres agrias, mil Guadarramas y mil soles vienen, cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Alma región luciente, prado de bienandanza, que ni al hielo ni con el rayo ardiente fallece, fértil suelo, producidor eterno de consuelo; de púrpura y de nieve florida, la cabeza coronado, a dulces pastos mueve, sin honda ni cayado, el buen Pastor en ti su hato amado; él va, y en pos dichosas le siguen sus ovejas, do las pace con inmortales rosas, con flor que siempre nace y cuanto más se goza más renace; ya dentro a la montaña del alto bien las guía; ya en la vena del gozo fiel las baña y les da mesa llena, pastor y pasto él solo, y suerte buena. Y de su esfera cuando la cumbre toca, altísimo subido, el sol, él sesteando, de su hato ceñido, con dulce son deleita el santo oído; toca el rabel sonoro, y el inmortal dulzor al alma pasa, con que envilece el oro y ardiendo se traspasa y lanza en aquel bien libre de tasa. ¡Oh son! ¡oh voz! ¡siquiera pequeña parte alguna decendiese en mi sentido, y fuera de sí la alma pusiese y toda en ti, oh Amor, la convirtiese!, conocería dónde sesteas, dulce Esposo, y, desatada de esta prisión adonde padece, a tu manada viviera junta, sin vagar errada.