jueves, 28 de marzo de 2013

Если жизнь тебя обманет

Vídeo sobre Trigorskoye, uno de los lugares queridos de Pushkin.
Vídeo sobre Trigorskoye (Pskov, Rusia), lugar pushkiniano.

Если жизнь тебя обманет,
Не печалься, не сердись!
В день уныния смирись:
День веселья, верь, настанет.
 

Сердце в будущем живет;
Настоящее уныло:
Все мгновенно, все пройдет;
Что пройдет, то будет мило.

 
Александр С. Пушкин, 1825.


***

Versión de Un poema cada día


Si la vida te defrauda,
¡no te aflijas, no te enojes!
Acepta hoy sus dolores:
ya vendrá alegre mañana.

Es futuro el corazón.
¿Estás hoy en desdicha?
Todo pasa, todo pasó;
lo que fue será alegría.

Alexander S. Pushkin
, 1825.



En Trigorskoye ("la colina de Pushkin") habitaba la familia Osipova. Varios famosos poemas de Pushkin están inspirados en ese lugar y en los amores que allí surgieron. Este fue dedicado a Eupraxia N. Wolfe.

martes, 26 de marzo de 2013

Я вас любил

Retrato de Pushkin por Vasili Tropinin (1827)
 Retrato de Pushkin por Vasili Tropinin (1827)

Я вас любил: любовь еще, быть может,
В душе моей угасла не совсем;
Но пусть она вас больше не тревожит;
Я не хочу печалить вас ничем.

Я вас любил безмолвно, безнадежно,
То робостью, то ревностью томим;
Я вас любил так искренно, так нежно,
Как дай вам бог любимой быть другим.

Александр С. Пушкин, 1829.



Yo os amé

Sí, yo os amé, y en mi alma delirante
Aquel amor no se extinguió quizás.
Mas no tengáis temor en adelante;
No quiero ya afligiros nunca más.

Amé en silencio, lleno de amargura;
Celoso fui, sufrí la timidez...
Amé de corazón, con tal ternura,
Cual quiera Dios que os amen otra vez.


Alexander S. Pushkin, 1829.
[Traducción de César Ástor e I. Brey]

Aquí puede escucharse el poema en su lengua original: versión musicada en ruso.

jueves, 21 de marzo de 2013

Puck

Oberon, Titania y Puck en el baile de las hadas, William Blake (1757-1827)

Toma la flor azul del sueño,
la roja del amor,
la blanca de la luna
y la negra del bosque.


Toma la flor naranja de la noche,
la flor verde del aire.
Toma la flor morada del deseo
y la flor amarilla de la muerte.


Cuando despiertes
se encenderá tu ramo
colgado de las varas del telar
del último escenario.


Álvaro Tato
(Cara máscara, 2007)

lunes, 18 de marzo de 2013

Ven siempre, ven

 
                  Paisaje tropical, Frederic Edwin Church (1826-1900)

    No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente, 
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.

    No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.

    La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil
donde el hombre no puede encontrar su descanso

por más que aplique su sueño contra un astro apagado.
 

    Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata 
                                                                                                            [a la propia conciencia,
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.
 

    No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.

    Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.

    Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;

ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.

    ¡Ven, ven muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!


Vicente Aleixandre
(La destrucción o el amor, 1935)

jueves, 14 de marzo de 2013

Cuadro

                 Bodegón con guitarra, Juan Gris (1887-1927)
                                                                                                            A Maurice Raynal
El mantel                            jirón del cielo
es mi estandarte
y el licor del poniente
da su reflejo al arte

 

Yo prefiero el mar cerrado
y al sol le pongo sordina
Mi poesía y las manzanas
hacen la atmósfera más fina

 

Enmedio la guitarra
                                                         Amémosla

 

Ella recoge el aire circundante
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante

 

Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla

 

Después de ver el cuadro
la luna es más precisa
y la vida más bella

 

El espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un transporte de pasión
canta el agua enjaulada en la botella


Gerardo Diego
(Manual de espumas, 1924)

viernes, 8 de marzo de 2013

Cima de la delicia

                    El Juniata, Thomas Moran (1837-1926)

¡Cima de la delicia!
Todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
Resuelto en lejanía.

¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡Qué alacridad de mozo
En el espacio airoso,
Henchido de presencia!

El mundo tiene cándida
Profundidad de espejo.
Las más claras distancias
Sueñan lo verdadero.

¡Dulzura de los años
Irreparables! ¡Bodas
Tardías con la historia
Que desamé a diario!

Más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
La plenitud se escapa.
¡Ya solo sé cantar!


Jorge Guillén
(Cántico, 1928)

sábado, 2 de marzo de 2013

La casada infiel

             Estanque de nenúfares y sauce llorón, Claude Monet (1840-1926)
                                                                                                                                             A Lydia Cabrera y a su negrita
      Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido. 

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río. 


                       * 
     Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios. 


     Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.


Federico García Lorca
(Romancero gitano, 1928)
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