viernes, 30 de septiembre de 2016

Qué cerca ya del alma

             Vista marina, Rufin Gavrilovich Sudkovsky (1881)

    ¡Qué cerca ya del alma 
lo que está tan inmensamente lejos 
de las manos aún! 
                                Como una luz de estrella, 
como una voz sin nombre 
traída por el sueño, como el paso 
de algún corcel remoto 
que oímos, anhelantes, 
el oído en la tierra; 
como el mar en teléfono... 
    Y se hace la vida 
por dentro, con la luz inestinguible 
de un día deleitoso 
que brilla en otra parte. 
    ¡Oh, qué dulce, qué dulce 
verdad sin realidad aún, qué dulce!

Juan Ramón Jiménez
(Diario de un poeta recién casado, 1916)

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Una España joven

        El Urnersee visto desde Rüthli, Josef Schoreyer (h. 1900)

     ... Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda,
la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,
para que no acertara la mano con la herida.
    Fue ayer; éramos casi adolescentes; era
con tiempo malo, encinta de lúgubres presagios,
cuando montar quisimos en pelo una quimera,
mientras la mar dormía ahíta de naufragios.

    Dejamos en el puerto la sórdida galera,
y en una nave de oro nos plugo navegar
hacia los altos mares, sin aguardar ribera,
lanzando velas y anclas y gobernalle al mar.

    Ya entonces, por el fondo de nuestro sueño –herencia
de un siglo que vencido sin gloria se alejaba–
un alba entrar quería; con nuestra turbulencia
la luz de las divinas ideas batallaba.

    Mas cada cual el rumbo siguió de su locura;
agilitó su brazo, acreditó su brío;
dejó como un espejo bruñida su armadura
y dijo: "El hoy es malo, pero el mañana ... es mío".

    Y es hoy aquel mañana de ayer... Y España toda,
con sucios oropeles de Carnaval vestida
aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda;
mas hoy de un vino malo: la sangre de su herida.

    Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre
la voluntad te llega, irás a tu aventura
despierta y transparente a la divina lumbre,
como el diamante clara, como el diamante pura.


Antonio Machado
(Campos de Castilla, 1912-1917)

viernes, 23 de septiembre de 2016

He andado muchos caminos

                                       La última carga, George Cole (1865)

    He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.

    En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,

    y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

    Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

    Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

    Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

    y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

    Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.


Antonio Machado
(Soledades, galerías y otros poemas, 1907)

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Yo persigo una forma

          Ruinas romanas a la luz de la luna, Anónimo (finales del s. XVII)

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la Luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo  en mí sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.


Rubén Darío
(Prosas profanas, 1896)

miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿Quiénes éramos?

                                                         Sendero con árboles en otoño, Hans Andersen Brendekilde (1902)

Quem éramos? Seriamos dois ou duas formas de um? Não o sabíamos nem o perguntávamos. Um sol vago devia existir, pois na floresta não era noite. Um fim vago devia existir, pois caminhávamos. Um mundo qualquer devia existir, pois existia uma floresta. Nós, porém, éramos alheios ao que fosse ou pudesse ser, caminheiros uníssonos e intermináveis sobre folhas mortas, ouvidores anónimos e impossíveis de folhas caíndo. Nada mais.
Fernando Pessoa
(Livro do desassossego, 1913-1935)

Versión al castellano de Un poema cada día

¿Quiénes éramos? ¿Seríamos dos o dos formas de uno? No lo sabíamos ni lo preguntábamos. Un sol vago debía existir, pues en  la floresta no era de noche. Un fin vago debía existir, pues caminábamos. Un mundo cualquiera debía existir, pues existía una floresta. Nosotros, sin embargo, permanecíamos ajenos a lo que fuese o pudiese ser, caminantes unísonos e interminables sobre hojas muertas, oidores anónimos e imposibles de hojas cayendo. Nada más.

(Libro del desasosiego, 1913-1935)

El Libro del desasosiego es la obra en prosa más importante de Fernando Pessoa, que escribió bajo el pseudónimo de Bernardo Soares. Libro en prosa, que rezuma poesía.
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