jueves, 27 de enero de 2011

Homenaje y reproche a la vida

Cómo me gustaría verte sentado ahí,
apoyado en el tronco de ese pino, muchacho,
como en los viejos días ya perdidos,
sintiendo que los cantos de los pájaros altos
cubrían tu cabeza,
bajando del azul, de rama en rama,
y ver tus ojos negros llenos de pensamiento.
Y que me hablases de la vida
con la capacidad de tu entusiasmo.
Espiar la tristeza que ahora escondes,
querer hasta el delirio tu inocencia.
Y que así me mirases y me hablases.
Sentirte tan cercano, y a mí ajeno.
Y que nunca supieras quién soy yo,
que no me adivinaras,
porque no conocieras, al saberlo,
la extrañeza y misterio del vivir.
Tienes las manos llenas del oro de la luz de las mañanas.
El nombre del lugar el mismo es hoy que ayer,
pero ni tú ni yo,
ni esta casa que amamos, son los mismos.
Mira, si no, mis manos, y dime qué se hizo
de tanta luz y de aquellas mañanas.

Mas no mires las sombras en mis manos.
Aún tengo que venir,
o esto que más me apena: ya te has ido.

Francisco Brines
(El otoño de las rosas, 1986)

martes, 25 de enero de 2011

Al final del sendero

Al final del sendero,

el intenso aroma

de un espino en flor.


Yosa Buson
(1715-1783)


[Traducción al castellano de Remedios Diéguez]

viernes, 21 de enero de 2011

Mediodía

Mediodía. El gorjeo

de los verderones.

Y el río en silencio.


Kobayashi Issa
(1762-1826)



[Traducción de Remedios Diéguez]

martes, 18 de enero de 2011

Ofrenda

Toma, este es mi cuerpo.
Ha vivido tempestades y lleva dentro animales pequeños
que por su nombre podrían ser dinosaurios.
Toma, este es mi cuerpo,
te estaba esperando,
cada mañana lo perfumo y a menudo
no me deja dormir,
si te fijas bien verás que en los recodos
tiene la forma de tus manos.

Toma, este es mi brazo, tuyo,
este es mi labio,
tuyo,
este es mi cuerpo y enseguida
piel,
entrañas,
tuyo,
se va a poner a llorar de amor,
naranjas, viento,

toma,
este es mi cuerpo,
te estaba esperando,

a veces no estás y no es nada,

a veces cuerpo,

a veces voz.

Laura Casielles
(Los idiomas comunes, 2010)

jueves, 13 de enero de 2011

En la orilla del aire

En la orilla del aire
(¿qué decir, qué hacer?)
hay todavía una mujer.

En el monte, extendida
sobre la yerba,
si buscamos bien:
una mujer.

Bajo el agua, en el agua,
abre, enciende los ojos,
mírala bien.

Algas, ramas de peces,
ojo de náufragos,
flautas de té,
le cantan, la miran bien.

En las minas, perdida,
delgada, sombra también,
raíces de plata obscura
le dan de beber.

A tu espalda, en donde estés,
si vuelves rápido a ver
la ves.

En el aire hay siempre oculta,
como una hoja en un árbol,
una mujer.

Jaime Sabines
(La señal, 1951)

martes, 11 de enero de 2011

Je t'aime

Je t'aime pour toutes les femmes que je n'ai pas connues
Je t'aime pour tous les temps où je n'ai pas vécu
Pour l'odeur du grand large et l'odeur du pain chaud
Pour la neige qui fond pour les premières fleurs
Pour les animaux purs que l'homme n'effraie pas
Je t'aime pour aimer
Je t'aime pour toutes les femmes que je n'aime pas

Qui me reflète sinon toi-même je me vois si peu
Sans toi je ne vois rien q'une étendue déserte
Entre autrefois et aujourd'hui
Il y a eu toutes ces morts que j'ai franchies sur de la paille
Je n'ai pas pu percer le mur de mon miroir
Il m'a fallu apprendre mot par mot la vie
Comme on oublie

Je t'aime pour ta sagesse qui n'est pas la mienne
Pour la santé
Je t'aime contre tout ce qui n'est qu'illusion
Pour ce coeur immortel que je ne détiens pas
Tu crois être le doute et tu n'es que raison
Tu es le grand soleil qui me monte à la tête
Quand je suis sûr de moi.

Paul Éluard
(Le Phénix, 1951)


Versión en castellano de Un poema cada día


Te amo por todas las mujeres que no he conocido
Te amo por todos los tiempos en que no he vivido
Por el olor del mar inmenso y el olor del pan caliente
Por la nieve que se derrite por las primeras flores
Por los animales puros a los que el hombre no aterra
Te amo por amar
Te amo por todas las mujeres a las que no amo

Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco
Sin ti no veo nada más que una extensión desierta
Entre antaño y hoy
Ha habido todas esas muertes que he superado en la miseria
No he podido atravesar la pared de mi espejo
He tenido que aprender palabra por palabra la vida
Como se olvida

Te amo por tu sabiduría que no es la mía
Por la salud
Te amo contra todo lo que no es más que ilusión
Por ese corazón inmortal que no detento
Crees ser la duda y no eres más que razón
Eres el gran sol que se me sube a la cabeza
Cuando estoy seguro de mí.

miércoles, 5 de enero de 2011

Las desiertas abarcas

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández
(Publicado en la revista Ayuda el 2 de enero de 1937)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...