jueves, 30 de noviembre de 2017

Abanico

                              Dama con abanico, Gustav Klimt (1917-1918)

El vals llora en mi ojal
 

                         Silencio 

En mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos


Gerardo Diego
(Imagen, 1922)

domingo, 26 de noviembre de 2017

Casida de la mujer tendida

                     Desnudo moteado de sol, Frederick Carl Frieseke (1915)

    Verte desnuda es recordar la tierra.
La tierra lisa, limpia de caballos.
La tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata.

    Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca débil talle,
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la luz de su mejilla.

    La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con espada fulgurante,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.

    Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.


Federico García Lorca
(Diván del Tamarit, 1936)

viernes, 17 de noviembre de 2017

Noche divina

 
                           Jardín de Aranjuez, Santiago Rusiñol (1907)

Este jardín nos cede su delicia,
nos cede el árbol de manzanas lleno:
fuente de dioses a la sed propicia,
pan del instinto, para el hambre, bueno.

Mas blanco mármol sin igual pudicia
fija en nosotros su mirar sereno:
muslo desnudo, vigoroso el seno,
puro, como la luz que lo acaricia.

Se hacen tus ojos demasiado azules,
cubren tus manos impalpables tules
y algo divino te levanta en vuelo.

No cortemos la fruta deleitosa
y mira el alma en una nube rosa
cómo es de azul la beatitud del cielo.


Alfonsina Storni
(Irremediablemente, 1919)

domingo, 12 de noviembre de 2017

La cita

 
                       Mi señor Amor, Thomas Cooper Gotch (1854-1931)

    Me he ceñido toda con un manto negro.
Estoy toda pálida, la mirada extática.
Y en los ojos tengo partida una estrella.
¡Dos triángulos rojos en mi faz hierática!

    Ya ves que no luzco siquiera una joya.
Ni un lazo rosado, ni un ramo de dalias.
Y hasta me he quitado las hebillas ricas
De las correhuelas de mis dos sandalias.

    Mas soy esta noche, sin oros ni sedas,
Esbelta y morena como un lirio vivo.
Y estoy toda ungida de esencias de nardos.
Y soy toda suave bajo el manto esquivo.

    Y en mi boca pálida florece ya el trémulo
Clavel de mi beso que aguarda tu boca.
Y a mis manos largas se enrosca el deseo
Como una invisible serpentina loca.

    ¡Descíñeme, amante! ¡Descíñeme, amante!
Bajo tu mirada surgiré como una
Estatua vibrante sobre un plinto negro
Hasta el que se arrastra, como un can, la luna.


Juana de Ibarbourou
(Las lenguas de diamante, 1919)

viernes, 10 de noviembre de 2017

Nocturno

         Vista nocturna del Puente de Queensboro, Julien Alden Weir (1910)

   ... Es la celeste jeometría
de un astrónomo viejo
sobre la ciudad alta –torres
negras, finas, pequeñas, fin de aquello…–

    Como si, de un mirador último,
lo estuviera mirando
el astrólogo.

                      Signos
exactos –fuegos y colores–,
con su secreto bajo y desprendido
en diáfana atmósfera
de azul y honda transparencia.

    ¡Qué brillos, qué amenazas,
qué fijezas, qué augurios,
en la inminencia cierta
de la estraña verdad! ¡Anatomía
del cielo, con la ciencia
de la función en sí y para nosotros!

    –Un grito agudo, solo, inmenso,
como una estrella errante–.

                                                  ...¡Cuán lejanos
ya de aquellos nosotros,
de aquella primavera de esta tarde
–en Washington Square, tranquila y dulce–,
de aquellos sueños y de aquel amor!


Juan Ramón Jiménez
(Diario de un poeta recién casado, 1916)

miércoles, 8 de noviembre de 2017

La copla andaluza

              Baile en el Café Novedades de Sevilla, Joaquín Sorolla (1914)

    Del placer, que irrita,
y el amor, que ciega,
escuchad la canción, que recoge
la noche morena.
 

    La noche sultana,
la noche andaluza,
que estremece la tierra y la carne
de aroma y lujuria.

    Bajo el plenilunio,
como lagrimones,
como goterones, sus cálidas notas
llueven los bordones.

    Son melancolía
sonora, son ayes
de las otras cuerdas, heridas, punzadas,
las notas vibrantes.

    Y en el aire, húmedo
de aroma y lujuria,
levanta su vuelo –paloma rafeña–
la copla andaluza.


    Dice de ojos negros
y de rojos labios
de venganza, de olvido, de ausencia,
de amor y de engaño...

    Y de desengaño.
De males y bienes,
de esperanza, de celos..., de cosas
de hombres y mujeres.

    Y brota en los labios
soberbia y sencilla,
como brotan el agua en la fuente,
la sangre en la herida.

    Y allá va en la noche,
paloma rafeña,
a decir la verdad a lo lejos,
triste, clara y bella.

    Del placer, que irrita,
y el amor, que ciega,
escuchad la canción que recoge
la noche morena.
 

Manuel Machado
(Cante hondo, 1912)

lunes, 6 de noviembre de 2017

La noria


            El viejo molino de agua, Myles Birkett Foster (a. 1899)

    La tarde caía
triste y polvorienta.

    El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
    Soñaba la mula
¡pobre mula vieja!,
al compás de sombra
que en el agua suena.
    La tarde caía
triste y polvorienta.
    Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
    la dulce armonía
del agua que sueña,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!...
    Mas sé que fue un noble,
divino poeta,
corazón maduro
de sombra y de ciencia.


Antonio Machado
(Soledades, galerías y otros poemas, 1907)

domingo, 5 de noviembre de 2017

Lela



Están as nubes chorando
por un amor que morreu.
Están as rúas molladas
de tanto como choveu.

Lela, Lela,
Leliña por quen eu morro,
quero mirarme
nas meniñas dos teus ollos.

Non me deixes
e ten compasión de min.
Sen ti non podo,
sen ti non podo vivir.


Dáme alento cas túas palabras,
dáme celme do teu corazón,
dáme lume cas túas miradas,
dáme vida co teu doce amor.

Lela, Lela,
Leliña por quen eu morro,
quero mirarme
nas meniñas dos teus ollos.

Non me deixes
e ten compasión de min.
Sen ti non podo,
sen ti non podo vivir.


Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao
(Os vellos non deben de namorarse, 1953)


Versión al castellano de Un poema cada día

Están las nubes llorando
por un amor que murió.
Están las calles mojadas
de tanto como llovió.

Lela, Lela,
Leliña por quien yo muero,
quiero mirarme
en las pupilas de tus ojos.

No me dejes
y ten compasión de mí.
Sin ti no puedo,
sin ti no puedo vivir.

Dame aliento con tus palabras,
dame esencia de  tu corazón,
dame fuego con tus miradas,
dame vida con tu dulce amor.

Lela, Lela,
Leliña por quien yo muero,
quiero mirarme
en las pupilas de tus ojos.

No me dejes
y ten compasión de mí.
Sin ti no puedo,
sin ti no puedo vivir.

(Los viejos no deben enamorarse, 1953)

Esta canción aparece en la escena II del acto I de la obra teatral Os vellos non deben de namorarse, de Castelao, que se estrenó en Buenos Aires en 1941, aunque no se publicó hasta 1953.

En el vídeo podemos escucharla interpretada por Dulce Pontes y Carlos Núñez, que realizaron, en 1996, una preciosa versión de este clásico de la canción popular gallega.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...