jueves, 31 de enero de 2008

DNA

DNA o ADN, poco importa
si en castellano o inglés: el caso
es que me muero por tus proteínas,
por tus aminoácidos, por todo
lo que fuiste una vez, cuando tus padres
vinieron de cenar algo achispados
y, después de tirar de la cadena,
hicieron una nueva con tu nombre,
con tus curvas y con tus fantasías.
Dame una foto de tu DNA
tamaño DNI, que me retuerzo
de ganas de mirarla a todas horas.

Luis Alberto de Cuenca
( Por fuertes y fronteras, 1996)

miércoles, 30 de enero de 2008

Me gustas cuando callas porque estás como ausente

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda
(Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1924)

martes, 29 de enero de 2008

Viuamus, mea Lesbia, atque amemus

Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y que las habladurías de los viejos severos
nos importen todas un pimiento.
Los soles pueden ponerse y salir;
nosotros, en cuanto acabe nuestra efímera luz,
habremos de dormir una noche perpetua.
Dame mil besos, después cien,
después otros mil, después otros cien,
después hasta dos mil, después otro ciento;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
los confundiremos para no saberlos
y para que ningún malvado pueda envidiarnos,
sabiendo la cuenta de nuestros besos.

Gayo Valerio Catulo
(Siglo I a.C.)

Versión en castellano de Un poema cada día

Original en latín:

Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.

Espantapájaros, I

No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero, eso sí! –y en esto soy irreductible– no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! [...]


Oliverio Girondo
(Fragmento de Espantapájaros, 1932)

lunes, 28 de enero de 2008

Autobiografía

“Fui un mísero afligido desde mi mocedad,
siempre lleno de espanto, lleno de tristeza...”
(Salmos, 88,16)



Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
No sirves para nada.

Después me fui al colegio
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.

Vino luego la guerra
la muerte –yo la vi–
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo:
no sirves para nada.

Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza enseguida
cambió de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.

En la calle en las aulas
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.

De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo y era alegre:
no sirves para nada.

Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que a veces digo
también con alegría:
no sirves para nada.


José Agustín Goytisolo
(Salmos al viento, 1958)

domingo, 27 de enero de 2008

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».


Luis Alberto de Cuenca
(El hacha y la rosa, 1993
)

Por qué un poema cada día


Hace muchos siglos el ser humano inventó un objeto que ha demostrado ser verdadera tecnología punta: es inalámbrico, no necesita baterías ni enchufes, soporta extraordinariamente el paso del tiempo, produce la máxima intensidad con los mínimos recursos... Ese objeto es el poema.


En este blog reproducimos, con ánimo docente y no lucrativo, el poema diario que vamos utilizando en las aulas para ir fortaleciendo la inteligencia y la sensibilidad de nuestros alumnos. Si alguien encuentra un bálsamo o un revulsivo en esta diaria medicina, bienvenido sea.

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