miércoles, 29 de abril de 2009

Se querían

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia,
seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

Vicente Aleixandre
(La destrucción o el amor, 1935)

martes, 28 de abril de 2009

Unidad en ella

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

Vicente Aleixandre
(La destrucción o el amor, 1935)

lunes, 27 de abril de 2009

Salvación de la primavera

              I

Ajustada a la sola
Desnudez de tu cuerpo,
Entre el aire y la luz
Eres puro elemento.

¡Eres! Y tan desnuda,
Tan continua, tan simple
Que el mundo vuelve a ser
Fábula irresistible.

En torno, forma a forma,
Los objetos diarios
Aparecen. Y son
Prodigios, y no mágicos.

Incorruptibles dichas,
Del sol indisolubles,
A través de un cristal
La evidencia difunde

Con todo el esplendor
Seguro en astro cierto.
Mira cómo esta hora
Marcha por esos cielos.

Jorge Guillén
(Cántico, 1928)

jueves, 23 de abril de 2009

El testigo

Desde su sueño el hombre ve al gigante
De un sueño que soñado fue en Bretaña
Y apresta el corazón para la hazaña
Y le clava la espuela a Rocinante.

El viento hace girar las laboriosas
Aspas que el hombre gris ha acometido.
Rueda el rocín; la lanza se ha partido
Y es una cosa más entre las cosas.

Yace en la tierra el hombre de armadura;
Lo ve caer el hijo de un vecino,
Que no sabrá el final de la aventura

Y que a las Indias llevará el destino.
Perdido en el confín de otra llanura
Se dirá que fue un sueño el del molino.

Jorge Luis Borges
(La rosa profunda, 1975)

miércoles, 22 de abril de 2009

Playa

Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
como despojo del mar
se encuentra un niño dormido.

Y la estela de su marcha
abierta al igual que un libro.

Y yo leyendo en los muros
del ángulo de su huida
los imposibles estímulos.

Manuel Altolaguirre
(Las islas invitadas, 1926)

martes, 21 de abril de 2009

Memento

Cuando yo me muera,
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.

Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.

Cuando yo me muera,
enterradme si queréis
en una veleta.

¡Cuando yo me muera!

Federico García Lorca
(Poema del cante jondo, 1921)

jueves, 16 de abril de 2009

Baise m'encor, rebaise moy et baise

Baise m'encor, rebaise moy et baise:
Donne m'en un de tes plus savoureus,
Donne m'en un de tes plus amoureus:
Je t'en rendray quatre plus chaus que braise.

Las, te pleins tu ? ça que ce mal j'apaise,
En t'en donnant dix autres doucereus.
Ainsi meslans nos baisers tant heureus
Jouissons nous l'un de I'autre à notre aise.

Lors double vie à chacun en suivra.
Chacun en soy et son ami vivra.
Permets m'Amour penser quelque folie :

Tousjours suis mal, vivant discrettement,
Et ne me puis donner contentement,
Si hors de moy ne fay quelque saillie.

Louise Labé
(1525-1566)


Versión en castellano de Un poema cada día

Bésame, vuelve a besarme una y otra vez:
Dame uno de tus besos más sabrosos,
Dame uno de tus besos más amorosos:
Yo te devolveré cuatro más ardientes que una brasa.

¿Sufres? Deja que ese mal alivie,
Dándote otros diez aún más dulces.
Así, mezclando nuestros besos tan dichosos,
Disfrutaremos con placer uno del otro.

Así cada uno de nosotros tendrá una doble vida.
Cada uno para sí y para su amigo vivirá.
Permíteme, mi Amor, imaginar cualquier locura:

Estoy siempre mal, si vivo encerrada,
Y no puedo encontrar satisfacción,
Si no me entrego apasionadamente.

miércoles, 15 de abril de 2009

A Francisco

Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.


Leopoldo María Panero
(Last river together, 1980)

jueves, 9 de abril de 2009

Sucesiva

Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian tu frente
y, mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.


Gerardo Diego
(Alondra de verdad, 1941)

martes, 7 de abril de 2009

Soneto V (Les Regrets)

Ceulx qui sont amoureux, leurs amours chanteront,
Ceulx qui ayment l'honneur, chanteront de la gloire,
Ceulx qui sont près du Roy, publiront sa victoire,
Ceulx qui sont courtisans, leurs faveurs vanteront :

Ceulx qui ayment les arts, les sciences diront,
Ceulx qui sont vertueux, pour tels se feront croire,
Ceulx qui aiment le vin, deviseront de boire,
Ceulx qui sont de loisir, de fables escriront :

Ceulx qui sont mesdisans, se plairont à mesdire,
Ceulx qui sont moins fascheux, diront des mots pour rire,
Ceulx qui sont plus vaillans, vanteront leur valeur :

Ceulx qui se plaisent trop, chanteront leur louange,
Ceulx qui veulent flater, feront d'un diable un ange:
Moy, qui suis malheureux, je plaindray mon malheur.

Joachim Du Bellay
(Les Regrets, 1558)


Versión en castellano de Un poema cada día

Soneto V

Los que están enamorados, cantarán al amor,
Los que aman el honor, cantarán la gloria,
Los que están cerca del rey, publicarán su victoria,
Los que son cortesanos, sus favores elogiarán.
Los que aman las artes, sus ciencias dirán,
Los que son virtuosos, por tales se harán considerar,
Los que aman el vino, hablarán de beber,
Los que están ociosos, escribirán fábulas.

Los que son maldicientes, disfrutarán calumniando,
Los que están menos enojados, dirán palabras para reír,
Los que son más valientes, alabarán su valor.

Los que se quieren mucho, cantarán su propia alabanza,
Los que buscan adular, harán de un diablo un ángel.
Yo, que soy desgraciado, lamentaré mi desgracia.

Joachim Du Bellay
(Las añoranzas, 1558)

viernes, 3 de abril de 2009

The Waste Land

I. The burial of the dead

APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
Winter kept us warm, covering
Earth in forgetful snow, feeding
A little life with dried tubers.
Summer surprised us, coming over the Starnbergersee
With a shower of rain; we stopped in the colonnade,
And went on in sunlight, into the Hofgarten,
And drank coffee, and talked for an hour.
Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch.
And when we were children, staying at the archduke's,
My cousin's, he took me out on a sled,
And I was frightened. He said, Marie,
Marie, hold on tight. And down we went.
In the mountains, there you feel free.
I read, much of the night, and go south in the winter.

What are the roots that clutch, what branches grow
Out of this stony rubbish? Son of man,
You cannot say, or guess, for you know only
A heap of broken images, where the sun beats,
And the dead tree gives no shelter, the cricket no relief,
And the dry stone no sound of water. Only
There is shadow under this red rock,
(Come in under the shadow of this red rock),
And I will show you something different from either
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust.
Frisch weht der WindDer Heimat zu.Mein Irisch Kind,Wo weilest du?
'You gave me hyacinths first a year ago;
'They called me the hyacinth girl.'
—Yet when we came back, late, from the Hyacinth garden,
Your arms full, and your hair wet, I could not
Speak, and my eyes failed, I was neither
Living nor dead, and I knew nothing,
Looking into the heart of light, the silence.
Od' und leer das Meer.

Madame Sosostris, famous clairvoyante,
Had a bad cold, nevertheless
Is known to be the wisest woman in Europe,
With a wicked pack of cards. Here, said she,
Is your card, the drowned Phoenician Sailor,
(Those are pearls that were his eyes. Look!)
Here is Belladonna, the Lady of the Rocks,
The lady of situations.
Here is the man with three staves, and here the Wheel,
And here is the one-eyed merchant, and this card,
Which is blank, is something he carries on his back,
Which I am forbidden to see. I do not find
The Hanged Man. Fear death by water.
I see crowds of people, walking round in a ring.
Thank you. If you see dear Mrs. Equitone,
Tell her I bring the horoscope myself:
One must be so careful these days.

Unreal City,
Under the brown fog of a winter dawn,
A crowd flowed over London Bridge, so many,
I had not thought death had undone so many.
Sighs, short and infrequent, were exhaled,
And each man fixed his eyes before his feet.
Flowed up the hill and down King William Street,
To where Saint Mary Woolnoth kept the hours
With a dead sound on the final stroke of nine.
There I saw one I knew, and stopped him, crying 'Stetson!
'You who were with me in the ships at Mylae!
'That corpse you planted last year in your garden,
'Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
'Or has the sudden frost disturbed its bed?
'Oh keep the Dog far hence, that's friend to men,
'Or with his nails he'll dig it up again!
'You! hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!'

T.S. Eliot
(The Waste Land, 1922)

Versión en castellano de Un poema cada día

I. El entierro de los muertos

Abril es el mes más cruel, engendrando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
raíces adormecidas con lluvia de primavera.
El invierno nos mantuvo calientes, cubriendo
la tierra con nieve de olvido, alimentando
un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, pasando sobre el Starnbergersee
con un chaparrón; nos paramos en la galería de columnas
y seguimos a la luz del sol, hasta el Hofgarten.
Y bebimos café y hablamos durante una hora.
Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, estando donde el archiduque,
Mi primo, me sacó en un trineo
Y yo tenía miedo. Él dijo, Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y hacia abajo fuimos.
En las montañas, ahí te sientes libre.
Yo leo gran parte de la noche y voy al sur en el invierno.

¿Cuáles son las raíces que agarran, qué ramas crecen
de este pedregal? Hijo de hombre,
no puedes decirlo ni adivinarlo , porque conoces sólo
un montón de imágenes rotas, donde golpea el sol,
y el árbol muerto no cobija, ni el grillo descansa,
ni la piedra seca da sonido de agua. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja.
(Ven bajo la sombra de esta roca roja),
Y yo te mostraré algo diferente
de tu sombra por la mañana caminando detrás de ti
o tu sombra al atardecer alzándose para reunirse contigo;
Yo te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu.
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du?

“Me diste jacintos hace un año por primera vez;
me llamaron la chica de los jacintos”.
—Cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,
Tus brazos llenos y tu pelo mojado, yo no podía
hablar y mis ojos fallaban, yo no estaba ni
vivo ni muerto y no sabía nada,
Mirando el corazón de la luz, el silencio.
Od' und leer das Meer.

Madame Sosostris, famosa clarividente,
tenía un terrible resfriado, sin embargo
es conocida por ser la mujer más sabia de Europa,
con una sórdida baraja de cartas. Aquí, dijo ella,
está tu carta, el Marinero fenicio ahogado;
(Esas son las perlas que fueron sus ojos. ¡Mira!).
Aquí está Belladona, la Dama de las Rocas,
la señora de las situaciones.
Aquí está el hombre de los tres bastos, y aquí la Rueda,
y aquí está el mercader tuerto, y esta carta,
que está vacía, es algo que lleva en su espalda,
que se me ha prohibido ver. No encuentro
al Hombre ahorcado. Tema la muerte por agua.
Veo multitudes de gente, caminando en círculo.
Gracias. Si ve a la querida señora Equitone,
dígale que le traigo el horóscopo yo misma:
hay que ser tan cuidadosa en estos días.

Ciudad irreal,
bajo la niebla parda de un amanecer de invierno,
un gentío fluye sobre el puente de Londres, tantos,
no había pensado que la muerte hubiera deshecho a tantos.
Suspiros cortos e infrecuentes exhalaban,
y cada hombre fijó su vista delante de sus pies.
Cuesta arriba, y luego King William Street abajo,
hacia donde Saint Mary Woolnoth dio las horas
con un repique muerto al final de nueve.
Allí vi a un conocido y lo paré, gritando “¡Stetson,
tú que estuviste conmigo en los barcos de Mylae!
Ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín
¿ha empezado a brotar? ¿Florecerá este año?
¿O ha perturbado su lecho la escarcha repentina?
Oh, mantén al Perro lejos de aquí, es amigo de los hombres,
¡o con sus uñas lo desenterrará de nuevo!”
“¡Tú, hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!”

T.S. Eliot
(La tierra baldía, 1922)

jueves, 2 de abril de 2009

Canción 8

Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.

Rafael Alberti
(Baladas y canciones del Paraná, 1954)

miércoles, 1 de abril de 2009

Un español habla de su tierra

Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;

Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,

Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.

Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.

Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.

Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.

Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?

Luis Cernuda
(Las nubes, 1937-1940)
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