lunes, 27 de octubre de 2008

Retrato

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado
(Campos de Castilla, 1912)

jueves, 23 de octubre de 2008

Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle

Quand vous serez bien vieille, au soir, à la chandelle,
assise aupres du feu, devidant et filant,
direz, chantant mes vers, en vous esmerveillant :
Ronsard me celebroit du temps que j'estois belle.

Lors, vous n'aurez servante oyant telle nouvelle,
desja sous le labeur à demy sommeillant,
qui au bruit de mon nom ne s'aille resveillant,
benissant vostre nom de louange immortelle.

Je seray sous la terre et fantaume sans os :
par les ombres myrteux je prendray mon repos :
vous serez au fouyer une vieille accroupie,

regrettant mon amour et vostre fier desdain.
Vivez, si m'en croyez, n'attendez à demain :
cueillez dés aujourd'huy les roses de la vie.

Pierre de Ronsard
(1524-1585)


Versión en castellano de Un poema cada día


Cuando seáis muy vieja, a la luz de una vela,
sentada junto al fuego, devanando e hilando,
al cantar mis versos, diréis maravillándoos:
Ronsard me celebraba cuando aún era bella.

Entonces, no habrá sirvienta que al oír tal nueva,
tras penoso trabajo ya medio dormitando,
al rumor de mi nombre no se haya despertado,
el vuestro bendiciendo con alabanza inmortal.

Yo estaré bajo tierra y, fantasma sin huesos,
de las sombras de los mirtos tomaré mi reposo:
vos seréis en el hogar una vieja encogida,

añorando mi amor y vuestro altivo desdén.
Vivid, creedme, no esperéis a mañana:
coged desde hoy las rosas de la vida.

miércoles, 22 de octubre de 2008

No me conformo, no: me desespero

No me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.

Besarte fue besar un avispero
que me clava al tormento y me desclava
y que cava un hoyo fúnebre y lo cava
dentro del corazón donde me muero.

No me conformo, no; ya es tanto y tanto
idolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma.

Un enterrado vivo por el llanto
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy sujeto a una redoma.


Miguel Hernández
(El rayo que no cesa, 1936)

martes, 21 de octubre de 2008

Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón!,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello.

Juan Gelman
(Violín y otras cuestiones, 1956)

lunes, 20 de octubre de 2008

Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne

Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu m'attends.
J'irai par la forêt, j'irai par la montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus longtemps.

Je marcherai les yeux fixés sur mes pensées,
Sans rien voir au dehors, sans entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme la nuit.

Je ne regarderai ni l'or du soir qui tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers Harfleur,
Et, quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.

Victor Hugo
(Les Contemplations, 1856)


Versión en castellano de Un poema cada día

Mañana, al alba, a la hora en que blanquea la campiña,
partiré. ¿Ves?, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti más tiempo.

Caminaré con los ojos fijos en mis pensamientos,
Sin ver nada de fuera, sin oír ningún ruido,
Solo, desconocido, con la espalda encorvada, con las manos cruzadas,
Triste, y el día para mí será como la noche.

No miraré ni el oro de la tarde que cae,
Ni las velas a lo lejos que descienden hacia Harfleur,
Y, cuando llegue, pondré sobre tu tumba
Un ramillete de acebo verde y de brezo en flor.

viernes, 17 de octubre de 2008

When I have fears that I may cease to be

When I have fears that I may cease to be
Before my pen has glean’d my teeming brain,
Before high piled books, in charact’ry,
Hold like rich garners the full-ripen’d grain;

When I behold, upon the night’s starr’d face,
Huge cloudy symbols of a high romance,
And think that I may never live to trace
Their shadows, with the magic hand of chance;

And when I feel, fair creature of an hour!
That I shall never look upon thee more,
Never have relish in the faery power

Of unreflecting love!—then on the shore
Of the wide world I stand alone, and think
Till Love and Fame to nothingness do sink.


John Keats (1795-1821)

jueves, 16 de octubre de 2008

Era apacible el día

Era apacible el día
y templado el ambiente,
y llovía, llovía,
callada y mansamente;
y mientras silenciosa
lloraba yo y gemía,
mi niño, tierna rosa
durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!

Tierra sobre el cadáver insepulto
antes que empiece a corromperse..., ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
bien pronto en los terrones removidos
verde y pujante crecerá la yerba.

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!
Jamás el que descansa en el sepulcro
ha de tornar a amaros ni a ofenderos.

¡Jamás! ¿Es verdad que todo
para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
te espera aún con amoroso afán,
y vendrás o iré yo, bien de mi vida,
allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
que no morirá jamás,
y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
a desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.

―Mas... es verdad, ha partido
para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
de un día en este mundo terrenal,
en donde nace, vive y al fin muere
cual todo nace, vive y muere acá.


Rosalía de Castro
(En las orillas del Sar, 1884)

martes, 14 de octubre de 2008

Rima XIII

Tu pupila es azul y cuando ríes
su claridad süave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.


Tu pupila es azul y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.

Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)

lunes, 13 de octubre de 2008

I saw thee weep -the big bright tear

I saw thee weep - the big bright tear
Came o'er that eye of blue;
And then methought it did appear
A violet dropping dew.

I saw thee smile - the sapphire's blaze
Beside thee ceased to shine;
It could not match the living rays
That filled that glance of thine.

As clouds from yonder sun receive
A deep and mellow dye,
Which scarce the shade of coming eve
Can banish from the sky,

Those smiles unto the moodiest mind
Their own pure joy impart;
Their sunshine leaves a glow behind
That lightens o'er the heart.

Lord Byron
(Hebrew Melodies, 1815)


Versión en castellano de Un poema cada día

Te vi llorar –una cristalina lágrima
cayó sobre tus ojos azules;
y, entonces, se me figuró que parecía
una gota de rocío violeta.

Te vi reír –el resplandor del zafiro
perdió su brillo a tu lado;
no podía igualarse con los rayos de vida
que colmaban tu mirada.

Como nubes que del lejano sol reciben
un intenso y suave tinte,
que desvanece en el cielo
la escasa sombra de la tarde venidera,

esa sonrisa a la mente más modesta
su genuina y pura alegría transmite;
su sol deja detrás un resplandor
que ilumina el corazón.

sábado, 11 de octubre de 2008

Yo voy soñando caminos

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
- La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada". 

Antonio Machado
(Soledades, galerías y otros poemas, 1907)

jueves, 9 de octubre de 2008

Unha vez tiven un cravo

Unha vez tiven un cravo
cravado no corazón,
i eu non me acordo xa se era aquel cravo
de ouro, de ferro ou de amor.
Soio sei que me fixo un mal tan fondo,
que tanto me atormentóu,
que eu día e noite sin cesar choraba
cal choróu Madalena na Pasión.
“Señor, que todo o podedes
-pedínlle unha vez a Dios-,
dáime valor para arrincar dun golpe
cravo de tal condición”.
E doumo Dios, arrinquéino.
Mais…¿quén pensara…? Despois
xa non sentín máis tormentos
nin soupen qué era delor;
soupen só que non sei qué me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica..., seica tiven soidades
daquela pena…¡Bon Dios!
Este barro mortal que envolve o esprito
¡quén o entenderá, Señor!…

Rosalía de Castro
(Follas novas, 1880)

Versión en castellano de Un poema cada día

Una vez tuve un clavo
clavado en el corazón,
y yo no me acuerdo ya si era aquel clavo
de oro, de hierro o de amor.
Sólo sé que me causó un mal tan hondo,
que tanto me atormentó,
que yo día y noche sin cesar lloraba
cual lloró Magdalena en la Pasión.
"Señor, que todo lo puedes
-pedile una vez a Dios-,
dame valor para arrancar de un golpe
clavo de tal condición."
Y diómelo Dios, arranquelo.
Mas... ¿quién pensara?... Después
ya no sentí más tormentos
ni supe qué era dolor;
supe sólo que no sé qué me faltaba
en donde el clavo faltó,
y acaso... acaso tuve nostalgia
de aquella pena... ¡Buen Dios!
Este barro mortal que envuelve el espíritu,
¡quién lo entenderá, Señor!...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda
(Donde habite el olvido,1932-1933)

martes, 7 de octubre de 2008

Rima LXVI

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)

lunes, 6 de octubre de 2008

A XXX dedicándole estas Poesías

Marchitas ya las juveniles flores,
nublado el sol de la esperanza mía,
hora tras hora cuento y mi agonía
crecen y mi ansiedad y mis dolores.

Sobre terso cristal ricos colores
pinta alegre tal vez mi fantasía,
cuando la triste realidad sombría
mancha el cristal y empaña sus fulgores.

Los ojos vuelvo en su incesante anhelo,
y gira en torno indiferente el mundo,
y en torno gira indiferente el cielo.

A ti las quejas de mi mal profundo,
hermosa sin ventura, yo te envío:
mis versos son tu corazón y el mío.

José de Espronceda
(1808-1842)
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