martes, 7 de enero de 2025

Égloga I (fragmento)



   Verano en el bosque,  Peder Mørk Mønsted (1898)

                                 SALICIO


Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
          ¡Ay, cuánto me engañaba!
          ¡Ay, cuán diferente era
          y cuán de otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo
          la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
reputándolo yo por desvarío,
vi mi mal entre sueños, desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío
llevaba, por pasar allí la siesta,
a abrevar en el Tajo mi ganado;
           y después de llegado,
           sin saber de cuál arte,
           por desusada parte
y por nuevo camino el agua se iba;
ardiendo yo con la calor estiva,
el curso, enajenado, iba siguiendo
          del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?
¿Cuál es el cuello que como en cadena
de tus hermosos brazos añudaste?
          No hay corazón que baste,
          aunque fuese de piedra,
          viendo mi amada hiedra
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
          hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Garcilaso De la Vega
(h.1501-1536)


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