martes, 11 de noviembre de 2025

El primer beso

                              Idilio campestre, Egisto Ferroni (h. 1912)

–Madre, yo una cosa
decírsela debo,
que me quita el jambre,
que me quita el sueño.
¡Una cosa grande!
¡Madre, es un secreto!
¡Venga usté a l'alcoba!
¡Venga p'allá drento!
que no l'oiga padre,
que no l'oiga agüelo.

Pues verá usté, madre...,
casi no m'atrevo
a decirla todo,
y es que endemás miedo
de que usté me riña
mucho yo le tengo.

¡No se ponga seria!
¡No m'arrugue el ceño!
Mire pa otro lao...
Que me da usté miedo...
Ahora lo digo,
ahora alcomienzo.

Ayer para el campo
se vino el Usebio,
s'acercó pa mí,
y dijo, contento...
Lo de siempre, madre:
¡Que si yo le quiero!
Le dije... que sí,
que ley yo le tengo;
s'acercó él altonces
más p'hacia mi cuerpo,
juntó la su cara
casi con mi pelo...
¡No se ponga seria!
¡No m'arrugue el ceño!
Q'altonces no sigo
este mi secreto.
¡Mire pa otro lao!
Pus iba diciendo
Q'ajuntóse a mí
el mocico Usebio...
¡Y altonces! ¡Altonces!
¡Ay, madre! ¡Qué miedo!
Me dio en la cara
así como un beso.

¡No me riña, madre!
Q'ha sío el primero.
¡No me riña, madre!
Que más ya no vuelvo
a dejar besarme
del mocico Usebio.

–No te riño, hijica;
no me tengas miedo.
¡Cuánto que me gusta!
¡Cuánto que m'alegro!
¡Q'a mi m'hayas dicho
eso del Usebio!
¡Pa estar con mil ojos!
¡Pa velar por ti
y pa estar yo siendo
la tu sombra siempre
que siga a tu cuerpo!

¡Cuánto que me gusta!
¡Cuánto que m'alegro
q'a mí m'hayas dicho
ese atrevimiento...!
Ya estoy mu tranquila:
No vendrá otro beso,
que tendrá tu madre
mil ojos para ello.

Porque tú no sabes
y has de tú saberlo,
q'es mucho dañino
ese primer beso.

Josefina Bolinaga
(Alma rural, 1925)

viernes, 7 de noviembre de 2025

Pétalos

                        Jardín con flores, Eliseo Meifrén y Roig (h. 1940)

Quiero besarte la risa
y sus notas cristalinas;
colgándome de los labios
parecerán campanillas;
quiero besarte la luz
que brota de tus pupilas.
¿Cómo será fría o cálida?
¿Lo mismo que cuando miras?
Sueño mi beso estuviera
lejos del radio en que gira
lo que es, pues yo quisiera
bajo la noche tranquila
besarte lo que ninguno
hasta hoy te besaría.

Josefina Romo Arregui
(La peregrinación inmóvil, 1932)

lunes, 3 de noviembre de 2025

Amor

                                   Noche de luna llena, Albert König (1920)

¡Cómo quise tu boca,
granada abierta,
que en las noches
de estío de amor
me llena!

¡Cómo lloran las sombras
de las veredas,
qué cauces más amargos
dejan!

En fragmentos la luna
se mete en las ventanas
entreabiertas,
y manos de fulgores
las cierran.

En las praderas bailan
blancas estrellas.
¡Cómo quiero tu boca
cuando te alejas!

Dolores Catarineu
(Amor, sueño, vida, 1936)

jueves, 30 de octubre de 2025

Hijo de la sombra

                       Noche de lunaSoter Jaxa-Małachowski (h. 1930)

Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada de sol adonde quieres,
con un solar impulso, con una luz suprema,
cumbre de las mañanas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.

Miguel Hernández
(Poemas no incluidos en libro, 1937-1939)

domingo, 26 de octubre de 2025

En el mar hay un cantar

                            Paisaje costero, Horst Bernhard Hacker (1892)

En el mar hay un cantar
verde de silencios grises.
Como tus ojos, el mar,
borrachos de azul en sombra,
cantores de soledad.
¡Ay, qué colores profundos!
Verdes ojos, verdes mar;
azul de silencios grises,
en el mar hay un cantar.

Marina Romero
(Poemas A, 1935)
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