lunes, 6 de octubre de 2025

Nadadora

                                  En la playa, Wilhelm Simmler (h. 1914)

Mis brazos:
los remos.

La quilla:
mi cuerpo.
Timón:
mi pensamiento.

(Si fuera sirena,
mis cantos
serían mis versos.)

Concha Méndez
(Inquietudes, 1926)

lunes, 29 de septiembre de 2025

En el infierno había un violoncello

                       Arroyo en el bosque II, Antonin Hudeček (h. 1941)

En el infierno había un violoncello
entre el café y el humo de pitillos
y cien aulas con libros amarillos
y nieve y sangre y barro por el suelo.

Pero tú, resguardada por el velo
de tus cristales de lucientes brillos,
pasabas, seria y pura, en los sencillos
compases de tu fe y de tu consuelo.

Algunas veces fuimos de la mano
por las venas del bosque y las cornejas
peinaron la melena a nuestras almas.

Si hoy nos separa el Ábrego inhumano,
no llores mi amistad mientras te alejas:
entrega al viento el talle de tus palmas.

Rosa Chacel
(A la orilla de un pozo, 1936)

lunes, 22 de septiembre de 2025

Poema en el agua

                                     Luz de luna, Winslow Homer (1874)
                              
Tus manos iban a una caza
de estrellas partidas
pero ellas te burlaban
escurriéndose entre tus dedos abiertos.
Las palabras, como pájaros,
se ahogaban en el agua.
Pasaba la brisa
—adioses de abanico en nuestras frentes—
Tenías un aire desmayado
que te iba bien.
Músicas colgaban de tus labios.
¿Y por qué no había de ser
esta noche
nuestro viaje a la luna?
¡Oh! ¡No tendríamos más que dejarnos caer!

Lucía Sánchez Saornil
(Poema publicado en la revista Grecia, n. XX, 30 de Junio de 1919)

domingo, 7 de septiembre de 2025

Ten esperanza

                         Camino de El Paular, Enrique Simonet (h. 1921)

¿Lo comprendes? Lo has comprendido.
¿Lo repites? Y lo vuelves a repetir.
Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante!
Adelante. Levántate. Un poco más. Es la vida.
Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de sudores, con espinas, 
      con polvo, con amargura, sin amor, sin mañana?...
Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Oh, qué joven eres.
Qué joven, qué jovencísimo, qué recién nacido. Qué ignorante.
Entre tus pelos grises caídos sobre la frente brillan tus claros ojos 
      azules,
tus vividos, tus lentos ojos puros, allí quedados bajo algún velo.
Oh, no vaciles y álzate. Álzate todavía. ¿Qué quieres? 
Coge tu palo de fresno blanco y apóyate. Un brazo a tu lado quisieras. 
      Míralo.
Míralo, ¿no lo sientes? Allí, súbitamente, está quieto. Es un bulto 
      silente.
Apenas si el color de su túnica lo denuncia. Y en tu oído una palabra no 
      pronunciada.
Una palabra sin música, aunque tú la estés escuchando.
Una palabra con viento, con brisa fresca. La que mueve tus vestidos 
      gastados.
La que suavemente orea tu frente. La que seca tu rostro,
la que enjuga el rastro de aquellas lágrimas.
La que atusa, apenas roza tu cabello gris ahora en la inmediación de la 
      noche.
Cógete a ese brazo blanco. A ese que apenas conoces, pero que 
      reconoces.
Yérguete y mira la raya azul del increíble crepúsculo,
la raya de la esperanza en el límite de la tierra.
Y con grandes pasos seguros, enderézate, y allí apoyado, confiado, solo,
échate rápidamente a andar...

Vicente Aleixandre
(Historia del corazón, 1954)

lunes, 1 de septiembre de 2025

Apuntes

                                      Olivar, Vincent Van Gogh (1889)

                  I

Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!

                II

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza.
                                   [...]

                IV

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
A Santa María
un ramito verde
volando traía.
¡Campo de Baeza
soñaré contigo
cuando no te vea!

Antonio Machado
(Nuevas canciones, 1917-1930)
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