sábado, 31 de mayo de 2025

Strip tease

    Hombre con tulipán, Robert Delaunay (1906)

quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras

Blanca Varela
(Falso teclado, 2000)

martes, 27 de mayo de 2025

Ajedrez

             Antikonia y Gawan, Margret Hofheinz-Döring (1978)

Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente:
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.

Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando 
encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.

Rosario Castellanos
(En la tierra de en  medio, 1972)

viernes, 23 de mayo de 2025

Carta a un desterrado

               Odiseo en la isla de Calipso, Ditlev Blunck (1830)

Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Ítaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde estás.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.

Tu discreta Penélope

Claribel Alegría
(Variaciones en clave de mí, 1993)

lunes, 19 de mayo de 2025

Isla

                            Costa hawaiana, Alfred Ray Burrell (h. 1920)

Sitiada por un cerco de magnolias,
blanco de cal y pétalo desnudo,
sitiada por un muro de altas olas,
piedra en lo blanco, blanco sobre el muro.
Cerrado el aire, el horizonte opaco,
el agua ciega, el cielo endurecido, 
la luz oscura, el viento detenido,
el alma presa en ojos clausurados.

¿Adónde voy, si estoy aquí clavada,
y aquí consumo el río de la sangre;
aquí devoro el bosque de la carne,
y entierro aquí las plumas de las alas?

Amanda Berenguer
(El río, 1952)

jueves, 15 de mayo de 2025

Acorde final

                            Campo de trigo con roble, Robert Zünd (1875)

Al borde de alegres segadores tiembla el agua,
y ofrece para el orden del labio complacido
dulce rumbo crecido de preñadas mañanas,
y agraria transparencia, dulcemente encendida.

El trigo coronado de apretada espesura,
retiene el desbordado color con que le ordenan
–vecino de la carne– colmarse en primavera.

El ganado decrece tiernamente en lo oscuro
donde dilata el suelo su asombrosa corriente,
y la abeja termina su tránsito de nieve,
y su majada oculta sobre tímidos jaspes.

Y tú, Amado,
que pones rumbo fijo al arado
que circuye la tarde y apresura la rosa,

Dónde tienes el pecho frondoso de raíces,
dónde la sien desnuda sin regazo ni término.

Sobre los pastos suaves, cándidos mayorales
habilitan la uva en que se aloje el vino,
y congregan el clima en que crezca su aroma
y reparta en la lengua manojos de alegría.

Así el verano atiende su reciente hermosura
y sobre el viento solo distribuye sus pájaros.

Así el nácar esparce su quietud y deleite
y su color silvestre reanuda y apacienta.

¡Oh dádivas,
Oh dones terrestres,
Oh suaves alimentos;

Solo agotar la siembra con el pecho,

Solo desembocar al gozo y detenerse

Oh piel,

Oh ceniza colmada y balbuciente!

Eunice Odio
(Los elementos terrestres, 1948)

domingo, 11 de mayo de 2025

Rebelión

                    La llanura de Gennevilliers, Gustave Caillebotte (1884)

Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto.
qué altura en la belleza!
qué majestad estática en el día altiplánico!

De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo
llora un niño. Por qué?
Quién sabe...

El indio aymara se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato
desgarra la serena nobleza del paisaje.

Un niño, un llanto humano es una herida abierta
que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos: 
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.

Las palabras suaves se crispan en los puños
desafiando al relámpago.

Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.

Quizás más lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.

Yolanda Bedregal
(Almadía, 1942)

miércoles, 7 de mayo de 2025

A Rosalía de Castro

              Rosalía de Castro, Máximo Ramos López (1914)

E ben!... xa qu' aquí n'atopo
            aire, luz, terra nin sol
para min n'habra unha tomba?
                            Para min, non.

Todo lo que la lluvia se ha llevado,
todo lo que las ropas más antiguas
dicen de melancólicos cuidados,
de costureras músicas ambiguas.

Todo lo que el otoño ha reunido,
pulsando el arpa de su desamparo,
el moño alto y el jazmín caído
en su traición, su Bécquer, su costado.

Todo lo que es adiós sobre la tierra
–amor, diminutivo oscuro de la muerte–,
levantará su tumba por lo triste.

Que yo no sé de nadie en quien la entera
vida haya sido más carnal de muerte.
De tierra y solo de tierra te moriste.

Fina García Marruz
(Las miradas perdidas, 1951)

sábado, 3 de mayo de 2025

En los ecos del órgano o en el rumor del viento

                 Una curva en el río, Louis Aston Knigth (1873-1948)

En los ecos del órgano o en el rumor del viento,
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo y en todo te buscaba,
         sin encontrarte nunca.

Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
otra vez, de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
        sin encontrarte nunca.

Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
por eso vive triste, porque te busca siempre
         sin encontrarte nunca.

Rosalía de Castro
(En las orillas del Sar, 1884)
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