Estados de la mente II: la despedida, Umberto Boccioni (1911)
¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
Miguel Hernández
(El rayo que no cesa, 1936)
¿Habrá peor estado que el de la encrucijada que divide entre lo lícito y lo prohibido, lo deseado y lo aborrecido, lo querido y no tenido, lo pasado y ya perdido en el olvido?
ResponderEliminartrata de un amor no correspondido y un dolor continuo de sufrimiento de la voz lírica
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