llegaste un mes de abril,
en plena exaltación de los diluvios,
y el mundo se tiñó de mariposas.
no he podido olvidar tus ojos grandes,
cuajados de cometas,
y tengo todavía entre mis labios tu beso más antiguo.
era el tiempo del trigo,
de los armiños muertos,
de las manos fecundas por la lluvia.
los ángeles llevaban en sus pechos doce palomas y un recién nacido
y atacaban con odio a los profetas que auguraban desiertos.
qué importaba la ausencia de los mapas,
qué si jamás habíamos viajado por montañas salvajes.
quitadme los zapatos y bailaré con ella.
quitadme los sombreros y elevaré sobre los cielos el cáliz de su vientre.
hoy quiero celebrar la aurora de la carne
y los barcos que arriban a las islas.
ya siempre el universo es transparente
y las rocas revientan de entusiasmo.
Modesto Calderón
(el bosque, 2015)
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