y el fuego al alma mía, sed pïadosos;
dejad la ira, y sed, pues sois gloriosos,
menos crueles al dolor que siento.
Dentro en mi pecho Amor os dio el asiento,
y dentro arden mis fuegos, rigurosos
de veros que sois blandos y amorosos
y tan sin pïedad a mi tormento.
Bien conocéis de mí que por vos muero,
y por vos vivo, y solo a vos os amo,
ojos, que sois los ojos de mi alma,
por quien la vida en tanta muerte espero,
y en las tristes querellas que derramo,
mi bien, descanso, gloria, premio y palma.
Juan de la Cueva
(1543-1612)
Palabras de un alma enamorada
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