alivio, un alto chopo, a un verde prado,
amante de una vid y de ella amado,
que amor halló aposento en su dureza.
Soberbia, exenta, altiva su cabeza
era lengua del céfiro enojado,
del verde campo rey, pues, coronado,
daba leyes de amor en su corteza.
Robole su corona airado el viento;
sintió tanto su mal, que fue tornada
en verde oscura su esperanza verde.
Yo, sin los lazos de mi Celia amada,
¿qué mucho a tal me traiga un pensamiento,
si un árbol me dio Amor que me lo acuerde?
Luis Carrillo y Sotomayor
(h. 1585-1610)
Que talento el del autor
ResponderEliminar