Con los ojos herméticos te miro
a través de los muebles
y los años,
a través del papel
y de la tinta
a través de los besos
que no he dado.
Te miro y te remiro mentalmente
como un ordenador desordenado.
Los datos aparecen tan deprisa,
la memoria no graba
y hay un halo
de tristeza, en toda la pantalla.
El programa de mi vida me hace daño.
Te miro con el cuerpo
y cada poro
se estremece de amor
cuando te abrazo.
Hay millones de bocas
en mi cuerpo,
pronunciando tu piel.
Siento mis manos
vacías, rebuscando entre la tinta
un verso con aroma de milagro.
Con los ojos herméticos te miro.
Te miro y te remiro
y no te hallo.
No sé cómo se llama esto que siento.
Este autodefinido sigue en blanco.
Parece que la noche me apalanca
los ojos, para abrirlos,
y me escapo
por ellos a mirarte
en otro sitio,
que ya no sea yo
ni ningún dato.
Belén Reyes
(Desnatada, 1992)
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