sábado, 7 de abril de 2012

A orillas del East River

            East River Park, William Glackens (1870-1938) 

........................................ I
En esta encrucijada,
flagelada por vientos de dos ríos
que despeinan la calle y la avenida,
pisoteada su negrura por gaviotas de luz,
descienden las palabras a mi mano,
picotean los granos de rocío,
buscan entre mis dedos las migajas de lágrimas.

Siempre aspiré a que mis palabras,
las que llevo al papel,
continuasen llorando
–de pena, de felicidad, de desesperanza,
al fin, todo es lo mismo–,
porque yo las había llorado antes;
antes de que desembocasen en el papel blanquísimo,
en el papel deshabitado, que es el morir.
Dejarían en él los ecos asordados, empañados,
de lo que tuvo vida.
Alguien advertiría la humedad de las lágrimas,
lloraría por seres que jamás conoció,
que acaso no es posible que existieran
aunque estuvieron vivos
en el recuerdo o en la imaginación.
Lloraríamos todos por los desconocidos,
los –para mí– difuminados
en la magia del tiempo.

Contra las estructuras
de metal y de vidrio nocturno
rebotan las palabras aún sin forma,
consagradas en el torbellino helado,
y no me hacen llorar.
Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado!

José Hierro
(Cuaderno de Nueva York, 1998)

2 comentarios:

  1. Muy feliz y luminosa Pascua , llena de lágrimas... de alegría

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  2. Silenciosa va sin rumbo
    una estela
    buscando el horizonte.
    Derramando lagrimas estoy
    al pie
    de un mirador
    sin comprender aun porque
    perdemos todo lo mejor
    cuando amamos por amor...

    fragmento de: Poemas eternos
    Miguel Castillo Ferradas
    Barranco 2/mayo/1989

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