domingo, 26 de marzo de 2023

Φωνές

                                          Otoño, G.H. Saber (2005)

Ιδανικές φωνές κι αγαπημένες 
εκείνων που πέθαναν, ή εκείνων που είναι
για μας χαμένοι σαν τους πεθαμένους.
Κάποτε μες στα όνειρά μας ομιλούνε,
κάποτε μες στην σκέψι τες ακούει το μυαλό.
Και με τον ήχο των για μια στιγμή επιστρέφουν
ήχοι από την πρώτη ποίηση της ζωής μας -
σα μουσική, την νύχτα, μακρυνή, που σβύνει.

Konstatinos Kavafis
(Ποίηση, 1935)

Versión en castellano

Voces

Amadas voces ideales
de aquellos que han muerto, o de aquellos
perdidos como si hubiesen muerto.

Algunas veces en el sueño nos hablan;
algunas veces la imaginación las escucha.

Y con el suyo otros ecos regresan
desde la poesía primera de nuestra vida –
como una música nocturna perdida en la distancia.

Konstantino Kavafis

[La traducción de este poema al castellano fue realizada por José María Álvarez: Konstantino Kavafis, Poesías completas, Hiperión, 1976]

martes, 21 de marzo de 2023

Allegro ma non troppo

Lago de Como en una mañana de primavera, Peder Mørk Mønsted (1920)

Eres bella–le digo a la vida–,
imposible imaginarte más exhuberante,
ni más ranil, ni más ruiseñorial,
ni más hormiguera ni más semillera.

Intento ganarme su simpatía,
halagarla, mirarla a los ojos.
Soy siempre la primera en saludarla
con expresión de humildad en el rostro.

Le salgo al paso por la derecha,
le salgo al paso por la izquierda,
extasiada la pongo por las nubes,
y caigo de bruces, fascinada.

¡Qué montaraz el saltamontes,
qué mora la zarzamora!
Nunca creerlo pudiera
quien tal prodigio no viera.

No se me ocurre –digo a la vida–
con qué poder compararte.
Nadie ha hecho nunca otra piña
ni mejor ni peor apiñada.

Alabo tu generosidad e ingenio,
tu grandeza de miras y tu precisión,
¿y qué más?, ¿qué más alabo?,
tu taumaturgia y tu brujería.

Para no ultrajarla en exceso
y evitar sus iras y enojos
desde hace cien milenios
le doro la píldora sin sonrojo.

Me acerco y le doy un tirón de hoja:
¿se ha detenido?, ¿me ha hecho caso?
¿Por una vez, solo una,
olvida dar el siguiente paso?

Wisława Szymborska
(Acaso, 1972)

[Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski]

lunes, 6 de marzo de 2023

Canción de cuna para dormir a un preso

                 Puesta de sol en una costa del sur, Paul von Spaun (1911)

La gaviota sobre el pinar.
(La mar resuena).
Se acerca el sueño. Dormirás,
soñarás, aunque no lo quieras.
La gaviota sobre el pinar
goteado todo de estrellas.

Duerme. Ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
No hay más que sombra. Arriba, luna.
Peter Pan por las alamedas.
Sobre ciervos de lomo verde
la niña ciega.
Ya ni eres hombre, ya te duermes,
mi amigo, ea…

Duerme, mi amigo. Vuela un cuervo
sobre la luna, y la degüella.
La mar está cerca de ti,
muerde tus piernas.
No es verdad que tú seas hombre;
eres un niño que no sueña.
No es verdad que tú hayas sufrido:
son cuentos tristes que te cuentan.
Duerme. La sombra toda es tuya,
mi amigo, ea…

Eres un niño que está serio.
Perdió la risa y no la encuentra.
Será que habrá caído al mar,
la habrá comido una ballena.
Duerme, mi amigo, que te acunen
campanillas y panderetas,
flautas de caña de son vago
amanecidas en la niebla.

No es verdad que te pese el alma.
El alma es aire y humo y seda.
La noche es vasta. Tiene espacios
para volar por donde quieras,
para llegar al alba y ver
las aguas frías que despiertan,
las rocas grises, como el casco
que tú llevabas a la guerra.
La noche es amplia, duerme, amigo,
mi amigo, ea…

La noche es bella, está desnuda,
no tiene límites ni rejas.
No es verdad que ni hayas sufrido,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
eres un niño que no sueña.
Y la gaviota está esperando
para venir cuando te duermas.
Duerme, ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
Duerme, mi amigo…
Ya se duerme
mi amigo, ea…

José Hierro
(Tierra sin nosotros, 1947)

miércoles, 1 de marzo de 2023

Salpicada de espuma, de salitre

       Vista de San Sebastián desde el Monte Igueldo, Tom Page (2010)

Salpicada de espuma, de salitre,
Desnuda, desde el mar,
Viene gritando:

¡La vida, sí, la vida misma!
¡Un delirio por los prados!

Desde mi ventana blanca,
Con los brazos extendidos,
La estoy llamando con voces
De un ardor desmelenado.

Salpicada de espuma, de salitre,
Desnuda, por los campos,
Va gritando:

¡La vida, sí, la vida misma!

Pálido y alto, callado,
La miro pasar llorando.

Gabriel Celaya
(Marea del silencio, 1935)
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