viernes, 21 de diciembre de 2012

To Fanny

 Hermosa Rosamunda, Arthur Hughes (1832-1915)

    I cry your mercy—pity—love!—aye, love! 
Merciful love that tantalizes not,
One-thoughted, never-wandering, guileless love,
Unmasked, and being seen—without a blot!

    O! let me have thee whole,—all—all—be mine!
That shape, that fairness, that sweet minor zest
Of love, your kiss,—those hands, those eyes divine,
That warm, white, lucent, million-pleasured breast,—

    Yourself—your soul—in pity give me all,
Withhold no atom’s atom or I die,
Or living on, perhaps, your wretched thrall,

    Forget, in the midst of idle misery,
Life’s purposes,—the palate of my mind
Losing its gust, and my ambition blind!

John Keats
(1795-1821)

Versión en castellano de Un poema cada día

    ¡Imploro tu compasión, piedad, amor! ¡Sí, amor!
Compasivo amor que no atormenta,
único en mi pensamiento, nunca errante, puro amor,
sin máscara, y ya descubierto, ¡sin mancilla!

    ¡Oh! ¡Déjame tenerte entera, toda, toda, sé mía!
Esa forma, esa beldad, ese dulce y pequeño gozo
de amor, tu beso; esas manos, esos ojos divinos,
ese cálido, blanco, radiante, infinitamente placentero pecho,

    a ti misma, tu alma, por piedad, dámelo todo,
no retengas ni un átomo de un átomo o muero,
o si vivo, tal vez, como tu miserable esclavo,

    ¡olvida, en medio de la ociosa desdicha,
los propósitos de la vida, el gusto de mi mente
perdido en su arrebato, y mi ciega ambición!

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cántico espiritual (fragmento)

           Bajo los árboles, Thomas Moran (1837-1926)
     
    ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

    Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

    Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

    ¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
¡Decid si por vosotros ha pasado!

    Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.

    ¡Ay! ¿Quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero.
No quieras enviarme
de hoy más ya mensajero;
que no saben decirme lo que quiero.

    Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.


San Juan de la Cruz

(1542-1591)

jueves, 6 de diciembre de 2012

Despedir-se

      Jardín de las Elegías. Son Moragas, Santiago Rusiñol (1861-1931)

He tret catifes i cortines,
les taules on fa temps que no menjo ni escric.
He tret els quadres i he pintat els murs
per esborrar les marques de tants anys.
He guardat alguns llibres. Sé quins són.
He destruït cartes d'amor.
Silenciosos, els amors
ara són icebergs errants del pensament.
Sense racons per a la por, la casa
m'ha despullat els ulls. Ni l'esperança
pertorbarà l'última mort.
No hi ha cap altra casa pels qui estimo.


Joan Margarit
(Misteriosament feliç, 2008)

Versión al castellano de Un poema cada día

He sacado alfombras y cortinas,
las mesas donde hace tiempo que no como ni escribo.
He sacado los cuadros y he pintado los muros
para borrar las marcas de tantos años.
He guardado algunos libros. Sé cuáles son.
He destruido cartas de amor.
Silenciosos, los amores
ahora son icebergs errantes del pensamiento.
Sin rincones para el miedo, la casa
me ha desnudado los ojos. Ni la esperanza
perturbará la última muerte.
No hay ninguna otra casa para los que amo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La fabulosa eternidad

         Sendero en el jardín del artista, Claude Monet (1840-1926)

Es rosa el monte tras el mudo huerto
del otoño. Los pájaros confunden
ramas, vuelos y trinos; y en el mar
se adormecen las velas solitarias.
Cuelgan de las palmeras los dorados
racimos, y los aires vienen breves
a golpear las ramas del naranjo.
Un aroma de tardíos jazmines
da a mi carne vigor, y juventud.
Los rosales son zarzas y son fuego:
se desnudan de olor. Y son sus flores
sangrientas, blancas, rosas, amarillas.
La casa esplende bajo el sol tardío;
el tiempo es una luz ya muy cansada.

Puntean las estrellas, y algún frío
baja el azul; es hosca la llegada
de los cuervos que baten el pinar.
Aquí, en este lugar, supo mi infancia
que era eterna la vida, y el engaño
da a mis ojos amor. Hoy miro el mundo
como el amante sabe, abandonado,
que quien le desdeñó le merecía.
Y todo pudo ser, pues fue vivido,
y este rumor de tiempo que yo soy
recuerda, como un sueño, que fue eterno.

Francisco Brines
(El otoño de las rosas, 1986)

jueves, 29 de noviembre de 2012

La espera

                   Miranda, John William Waterhouse (1849-1917)  
Y tú me dices 
que tienes los pechos rendidos de esperarme,
que te duelen los ojos de estar siempre vacíos de mi 
      cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos 

de palpar esta ausencia por el aire, 
que olvidas el tamaño caliente de mi boca. 

Y tú me lo dices que sabes 
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre, 
de lastimar mis labios con la sed de tenerte, 
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas, 
una nueva manera de rescatarte en vano 
desde la soledad en la que tú me gritas 
que sigues esperándome. 

Y tú me lo dices que estás tan hecha 
a esta deshabitada cerrazón de la carne 
que apenas si tu sombra se delata, 
que apenas si eres cierta 
en la oscuridad que la distancia pone 
entre tu cuerpo y el mío. 

José Manuel Caballero Bonald
(Las adivinaciones, 1952)

Nuestro homenaje a tan eximio poeta, a quien hoy se ha concedido el Premio Cervantes.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Esta cabeza, cuando viva, tuvo

             Vanidad, Juriaen van Streeck (1632-1687)

    Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos,
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.
    
    Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

    Aquí la estimativa, en que tenía
el principio de todo movimiento;
aquí de las potencias la armonía.

    ¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!
Donde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento.

Lope de Vega
(1562-1635)

Hoy, 25 de noviembre de 2012, se conmemora el 450 aniversario del nacimiento de este excelso poeta, novelista y dramaturgo. Nuestro recuerdo sirva de homenaje al Fénix de los ingenios españoles, como le llamó Cervantes.

jueves, 22 de noviembre de 2012

A un ruiseñor

                El Río de Luz, Frederic Edwin Church (1826-1900)

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranto y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.

Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo süave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.
 

José de Espronceda
(1808-1842)

viernes, 16 de noviembre de 2012

Rima XV

                   Puesta de sol en el mar, Thomas Moran (1837-1926)

Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma, 

rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú.


Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces.
¡Como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido 

del lago azul!

En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor, 

eso soy yo.

¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente 

tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)

lunes, 12 de noviembre de 2012

El amor de los amores (I)

              El Jardín del Edén, Thomas Cole (1801-1848)

    ¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, dulce amor mío,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?


    A ti, sin nombre para mí en la tierra,
¿cómo te llamaré con aquel nombre
tan claro, que no pueda ningún hombre
confundirlo, al cruzar por esta sierra?

     ¿Cómo sabrás que enamorada vivo

siempre de ti, que me lamento sola,
del Gévora que pasa fugitivo
mirando relucir ola tras ola?

     Aquí estoy aguardando en una peña

a que venga el que adora el alma mía.
¿Por qué no ha de venir, si es tan risueña
la gruta que formé por si venía?

     ¿Qué tristeza ha de haber donde hay zarzales

todos en flor, y acacias olorosas,
y cayendo en el agua blancas rosas,
y entre la espuma lirios virginales?

     Y ¿por qué de mi vista has de esconderte;

por qué no has de venir si yo te llamo?
¡Porque quiero mirarte, quiero verte
y tengo que decirte que te amo!

     ¿Quién nos ha de mirar por estas vegas

como vengas al pie de las encinas,
si no hay más que palomas campesinas
que están también con sus amores ciegas?

     Pero si quieres esperar la luna,

escondida estaré en la zarza-rosa,
y si vienes con planta cautelosa,
no nos podrá sentir paloma alguna.

     Y no temas si alguna se despierta,

que si te logro ver, de gozo muero;
y aunque después lo cante al mundo entero,
¿qué han de decir los vivos de una muerta?


Carolina Coronado
(1820-1911)

domingo, 4 de noviembre de 2012

Esto es mi cuerpo

                         Fotografía: Wikimedia Commons

Esto es mi cuerpo. Aquí
coinciden el lenguaje y el amor.
La suma de las líneas
que he escrito ha dibujado
no mi rostro, sino algo más humilde:
mi cuerpo. Esto que tocas es mi cuerpo.
Otro lo dijo
mejor. Esto que tocas
no es un libro. Es un hombre.
Yo añado que esto que te toca ahora
es un hombre.
Soy yo, porque no hay
ni una sola sílaba que esté libre de amor,
no hay ni una sola sílaba
que no sea un centímetro
cuadrado de mi piel.
En el poema soy acariciable
no menos que en la noche, cuando tiendo
mi sueño paralelo al sueño que amo.
No mosaico, ni número, ni suma.
No solo eso.
Esto es una entrega. Soy pequeño
y grande entre tus manos.
Esta es mi salvación. Este soy yo.
 

Este rumor del mundo es el amor.
 

Juan Antonio González-Iglesias
(Esto es mi cuerpo, 1997)

lunes, 29 de octubre de 2012

Per ribeira do río

 Miniatura de unos juglares en las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio

Per ribeira do río
vi remar o navío,
    e sabor ei da ribeira.

Per ribeira do alto
vi remar o barco,
    e sabor ei da ribeira.

Vi remar o navío:

i vai o meu amigo. 
   E sabor ei da ribeira.

Vi remar o barco:
i vai o meu amado. 

   E sabor ei da ribeira.

I vai o meu amigo,
quer-me levar consigo. 

   E sabor ei da ribeira.

I vai o meu amado,
quer-me levar de grado.
    E sabor ei da ribeira.
 

Joan Zorro
(siglo XIII)
 

Versión en castellano de Un poema cada día
 

Por la ribera del río
vi remar el navío,
    y me gusta la ribera.

Por la ribera del alto
vi remar el barco,
    y me gusta la ribera.

Vi remar el navío:
allí va mi amigo.

   Y me gusta la ribera.

Vi remar el barco:
allí va mi amado.

   Y me gusta la ribera.

Allí va mi amigo,
quiere llevarme consigo.

   Y me gusta la ribera.
 

Allí va mi amado,
quiere llevarme de grado.

   Y me gusta la ribera.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Garid vos, ¡ay yermaniellas!

 Jardines del Alcázar (Sevilla), Joaquín Sorolla (1863-1923)

Garid vos, ¡ay yermaniellas!,
¡cóm' contenir el mio male!
Sin el habib non vivreyo:
¿ad ob l'irey demandare?
 

Anónimo
(Siglo XI)
 

Versión en castellano de Un poema cada día
 

Decidme, ¡ay hermanitas!,
¡cómo contener mi mal!
Sin el amado no viviré:
¿adónde iré a buscarlo?

lunes, 22 de octubre de 2012

Yo no sé lo que busco eternamente

               Vierwaldstädter See, J.M.W. Turner (1775-1851)

    Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco, pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
 

    Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,

            ¡aun cuando sé que existes
            y no eres vano sueño!
 

Rosalía de Castro 
(En las orillas del Sar, 1884)

sábado, 20 de octubre de 2012

Rima VIII

 
    El caminante sobre el mar de nubes, C. D. Friedrich (1774-1840)    

    Cuando miro el azul horizonte
perderse a lo lejos,
al través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo
y flotar con la niebla dorada
¡en átomos leves
cual ella deshecho!

    Cuando miro de noche en el fondo
oscuro del cielo
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ellas
en lumbre encendido
fundirme en un beso.

    En el mar en la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo;
sin embargo estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro.

Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)

lunes, 15 de octubre de 2012

Canto a Teresa (fragmento)

                         La ruina de Eldena, Caspar David Friedrich (1774-1840)

     ¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido,

a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría,
le quedó al corazón solo un gemido,
¡y el llanto que al dolor los ojos niegan,
lágrimas son de hiel que el alma anegan!
 

    ¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
de juventud, de amor y de ventura,
regaladas de músicas sonoras,
adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras,
sus alas de carmín y nieve pura,
al sol de mi esperanza desplegando,
pasaban ¡ay! a mi alrededor cantando.
 

    Gorjeaban los dulces ruiseñores,
el sol iluminaba mi alegría,
el aura susurraba entre las flores,
el bosque mansamente respondía,
las fuentes murmuraban sus amores...
¡Ilusiones que llora el alma mía!
¡Oh! ¡Cuán süave resonó en mi oído
el bullicio del mundo y su ruïdo!
 

José de Espronceda
(El Diablo Mundo, 1841)

viernes, 12 de octubre de 2012

Díptico español


 A Carlos Otero

I. ES LÁSTIMA QUE FUERA MI TIERRA

Cuando allá dicen unos
Que mis versos nacieron
De la separación y la nostalgia
Por la que fue mi tierra,
¿Solo la más remota oyen entre mis voces?
Hablan en el poeta voces varias:
Escuchemos su coro concertado,
Adonde la creída dominante
Es tan solo una voz entre las otras.

Lo que el espíritu del hombre
Ganó para el espíritu del hombre
A través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
Y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa escala dura
Que desde el animal llega hasta el hombre.

Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
Adonde ahora todo nace muerto,
Vive muerto y muere muerto;
Pertinaz pesadilla: procesión ponderosa
Con restaurados restos y reliquias,
A la que dan escolta hábitos y uniformes,
En medio del silencio: todos mudos,
Desolados del desorden endémico
Que el temor, sin domarlo, así doblega.

La vida siempre obtiene
Revancha contra quienes la negaron:
La historia de mi tierra fue actuada
Por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
Sino de siempre. Por eso es hoy
La existencia española, llegada al paroxismo,
Estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
En creer que la razón de soberbia adolece
Y ante el cual se grita impune:
Muera la inteligencia, predestinado estaba
A acabar adorando las cadenas
Y que ese culto obsceno le trajese
Adonde hoy le vemos: en cadenas,
Sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy
A la manera de aquellos que no pueden
Ser otra cosa: y entre todas las cargas
Que, al nacer yo, el destino pusiera
Sobre mí, ha sido esa la más dura.
No he cambiado de tierra,
Porque no es posible a quien su lengua une,
Hasta la muerte, al menester de poesía.

La poesía habla en nosotros
La misma lengua con que hablaron antes,
Y mucho antes de nacer nosotros,
Las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
No es el poeta solo quien ahí habla,
Sino las bocas mudas de los suyos
A quienes él da voz y les libera.

¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno
Su tradición escoge, ni su tierra,
Ni tampoco su lengua; él las sirve,
Fielmente si es posible.
Mas la fidelidad más alta
Es para su conciencia; y yo a esa sirvo
Pues, sirviéndola, así a la poesía
Al mismo tiempo sirvo.

Soy español sin ganas,
Que vive como puede bien lejos de su tierra
Sin pesar ni nostalgia. He aprendido
El oficio de hombre duramente,
Por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
Cuyas maneras rara vez me fueron propias,
Cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
Y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.

No hablo para quienes una burla del destino
Compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas
(Quien habla a solas espera hablar a Dios un día)
O para aquellos pocos que me escuchen
Con bien dispuesto entendimiento.
Aquellos que como yo respeten
El albedrío libre humano
Disponiendo la vida que hoy es nuestra,
Diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.

¿Qué herencia sino esa recibimos?
¿Qué herencia sino esa dejaremos?


II. BIEN ESTÁ QUE FUERA TU TIERRA

Su amigo, ¿desde cuando lo fuiste?
¿Tenías once, diez años al descubrir sus libros?
Niño eras cuando un día
En el estante de los libros paternos
Hallaste aquellos. Abriste uno
Y las estampas tu atención fijaron;
Las páginas a leer comenzaste
Curioso de la historia así ilustrada.

Y cruzaste el umbral de un mundo mágico,
La otra realidad que está tras esta:
Gabriel, Inés, Amaranta,
Soledad, Salvador, Genara,
Con tantos personajes creados para siempre
Por su genio generoso y poderoso.
Que otra España componen,
Entraron en tu vida
Para no salir de ella ya sino contigo.

Más vivos que las otras criaturas
Junto a ti tan pálidas pasando,
Tu amor primero lo despertaron ellos;
Héroes amados en un mundo heroico,
La red de tu vivir entretejieron con la suya,
Aún más con la de aquellos tus hermanos,
Miss Fly, Santorcaz, Tilín, Lord Gray,
Que, insatisfechos siempre, contemplabas
Existir en la busca de un imposible sueño vivo.

El destino del niño esos lo provocaron
Hasta que deseó ser como ellos,
Vivir igual que ellos
Y, como a Salvador, que le moviera
Idéntica razón, idéntica locura,
El seguir turbulento, devoto a sus propósitos,
En su tierra y afuera de su tierra,
Tantas quimeras desoladas
Con fe que a decepción nunca cedía.

Y tras el mundo de los Episodios
Luego el de las Novelas conociste:
Rosalía, Eloísa, Fortunata,
Mauricia, Federico Viera,
Martín Muriel, Moreno Isla,
Tantos que habría de revelarte
El escondido drama de un vivir cotidiano:
La plácida existencia real y, bajo ella,
El humano tormento, la paradoja de estar vivo.

Los bien amados libros, releyéndolos
Cuántas veces, de niño, mozo y hombre.
Cada vez más en su secreto te adentrabas
Y los hallabas renovados
Como tu vida iba renovándose;
Con ojos nuevos los veías,
Como iban viendo el mundo.
Qué pocos libros pueden
Nuevo alimento darnos
A cada estación nueva en nuestra vida.

En tu tierra y afuera de tu tierra
Siempre traían fielmente
El encanto de España, en ellos no perdido,
Aunque en tu tierra misma no lo hallaras.
El nombre allí leído de un lugar, de una calle
(Portillo de Gilimón o Sal si Puedes),
Provocaba en ti la nostalgia
De la patria imposible, que no es de este mundo.

El nombre de ciudad, de barrio o pueblo,
Por todo el español espacio soleado
(Puerta de Tierra, Plaza de Santa Cruz, los Arapiles,
Cádiz, Toledo, Aranjuez, Gerona),
Dicho por él, siempre traía,
Una doble visión: imaginada y contemplada
Conocido por ti el lugar o desconocido,
Ambas hermosas, ambas entrañables.

Hoy, cuando a tu tierra ya no necesitas,
Aún en estos libros te es querida y necesaria,
Más real y entresoñada que la otra:
No esa, mas aquella es hoy tu tierra,
La que Galdós a conocer te diese,
Como él tolerante de lealtad contraria,
Según la tradición generosa de Cervantes,
Heroica viviendo, heroica luchando
Por el futuro que era el suyo,
No el siniestro pasado donde a la otra han vuelto.

La real para ti no es esa España obscena y deprimente
En la que regentea hoy la canalla,
Sino esta España viva y siempre noble
Que Galdós en sus libros ha creado.
De aquella nos consuela y cura ésta.

Luis Cernuda
(Desolación de la quimera, 1956-1962)

En 1966, Gastón Baquero trazó esta semblanza de la obra de Luis Cernuda que puede ayudar a entender el conjunto de su escritura.

jueves, 11 de octubre de 2012

Canto a Teresa (fragmento)


                El funeral de Atala, Girodet (1767-1824)

     Aún parece, Teresa, que te veo
aérea como dorada mariposa,
ensueño delicioso del deseo,
sobre tallo gentil temprana rosa,
del amor venturoso devaneo,
angélica, purísima y dichosa,

y oigo tu voz dulcísima, y respiro
tu aliento perfumado en tu suspiro.


    Y aún miro aquellos ojos que robaron
a los cielos su azul, y las rosadas
tintas sobre la nieve, que envidiaron
las de mayo serenas alboradas;

y aquellas horas dulces que pasaron
tan breves ¡ay! como después lloradas,
horas de confianza y de delicias,
de abandono, y de amor, y de caricias.


    Que así las horas rápidas pasaban,
y pasaba a la par nuestra ventura;
y nunca nuestras ansias las contaban,
tú embriagada en mi amor, yo en tu hermosura,

las horas ¡ay! huyendo nos miraban,
llanto tal vez vertiendo de ternura,

que nuestro amor y juventud veían,
y temblaban las horas que vendrían.


    Y llegaron en fin. ¡Oh! ¿Quién impío,
¡ay! agostó la flor de tu pureza?
Tú fuiste un tiempo cristalino río,
manantial de purísima limpieza;
después torrente de color sombrío,
rompiendo entre peñascos y maleza,
y estanque en fin de aguas corrompidas,
entre fétido fango detenidas.


José de Espronceda
(El Diablo Mundo, 1841)

sábado, 29 de septiembre de 2012

O hórreo

             Los castaños en Osny, Camille Pissarro (1830-1903)
 
Daquil perdido Edén soio me queda,
na néboa da memoria, un hórreo.
Un mundo, ¡tan inorme!,
nas tépedas tardiñas do outono.

Alí o fogar, alí a oficiña,
alá o teatro i os cómicos.

Alí navigaciós e viaxes,
alá cantigas e contos.

Brincaba a ser un home sin sabere
que era moi triste aquil meu xogo.

Todo pasóu. A vida
foi polo tempo dando tombos.

De todo me esquecín. Soio me lembro
daquil Edén, na sombra  daquil hórreo.

Celso Emilio Ferreiro
(Longa noite de pedra, 1962)

Versión en castellano de Un poema cada día

El hórreo

De aquel perdido Edén solo me queda,
en la niebla de la memoria, un hórreo.
Un mundo, ¡tan enorme!,
en las tibias tardes del otoño.

Allí el hogar, allí la oficina,
allá el teatro y los cómicos.

Allí navegaciones y viajes,
allá canciones y cuentos.

Jugaba a ser un hombre sin saber
que era muy triste aquel juego mío.

Todo pasó. La vida
fue por el tiempo dando tumbos.

De todo me olvidé. Solo me acuerdo
de aquel Edén, en la sombra de aquel hórreo.

(Larga noche de piedra)

viernes, 21 de septiembre de 2012

Poesia

                      Romería vasca, Aurelio Arteta (1879-1940)

Esanen dute
hau
poesia
eztela,
baina nik
esanen diet
poesia
mailu bat
dela.

Gabriel Aresti
(Harri eta herri, 1964)


Poesía

Dirán
que esto
no es
poesía,
pero
yo les diré
que la poesía
es
un martillo.

(Piedra y pueblo)

[Traducción al castellano del autor.]

lunes, 17 de septiembre de 2012

Diversos són els homes i diverses les parles



        View on the Catskill Early Autumn, Thomas Cole (1801-1848)

Diversos són els homes i diverses les parles,
i han convingut molts noms a un sol amor.
La vella i fràgil plata esdevé tarda
parada en la claror damunt els camps.
La terra, amb paranys de mil fines orelles,
ha captivat els ocells de les cançons de l'aire.
Sí, comprèn-la i fes-la teva, també,
des de les oliveres,
l'alta i senzilla veritat de la presa veu del vent:
"Diverses són les parles i diversos els homes,
i convindran molts noms a un sol amor."

Salvador Espriu
(La pell de brau, 1960)

Versión en castellano de Un poema cada día

Diversos son los hombres y diversas las hablas,
y han convenido muchos nombres a un solo amor.
La vieja y frágil plata se convierte en tarde
parada en la claridad sobre los campos.
La tierra, con trampas de mil finas orejas,
ha cautivado a los pájaros de las canciones del aire.
Sí, compréndela y hazla tuya, también,
desde los olivares,
la alta y sencilla verdad de la presa voz del viento:
"Diversas son las hablas y diversos los hombres,
y convendrán muchos nombres a un solo amor."

(La piel de toro, 1960)

jueves, 30 de agosto de 2012

A un poeta futuro

 
                                       Luis Cernuda (1902-1963)

No conozco a los hombres. Años llevo
De buscarles y huirles sin remedio.
¿No les comprendo? ¿O acaso les comprendo
Demasiado? Antes que en estas formas
Evidentes, de brusca carne y hueso,
Súbitamente rotas por un resorte débil
Si alguien apasionado les allega,
Muertos en la leyenda les comprendo
Mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
Fortalecido amigo solitario,
Como quien va del manantial latente
Al río que sin pulso desemboca.


No comprendo a los ríos. Con prisa errante pasan
Desde la fuente al mar, en ocio atareado,
Llenos de su importancia, bien fabril o agrícola;
La fuente, que es promesa, el mar solo la cumple,
El multiforme mar, incierto y sempiterno.
Como en fuente lejana, en el futuro
Duermen las formas posibles de la vida
En un sueño sin sueños, nulas e inconscientes,
Prontas a reflejar la idea de los dioses.
Y entre los seres que serán un día
Sueñas tu sueño, mi imposible amigo.


No comprendo a los hombres. Mas algo en mí responde
Que te comprendería, lo mismo que comprendo
Los animales, las hojas y las piedras,
Compañeros de siempre silenciosos y fieles.
Todo es cuestión de tiempo en esta vida,
Un tiempo cuyo ritmo no se acuerda,
Por largo y vasto, al otro pobre ritmo
De nuestro tiempo humano corto y débil.
Si el tiempo de los hombres y el tiempo de los dioses
Fuera uno, esta nota que en mí inaugura el ritmo,
Unida con la tuya se acordaría en cadencia,
No callando sin eco entre el mudo auditorio.


Mas no me cuido de ser desconocido
En medio de estos cuerpos casi contemporáneos,
Vivos de modo diferente al de mi cuerpo
De tierra loca que pugna por ser ala
Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Solo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma, para aprender de ella
A ordenar mi pasión según nueva medida.


Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba.
Yo no podré decirte cuánto llevo luchando
Para que mi palabra no se muera
Silenciosa conmigo, y vaya como un eco
A ti, como tormenta que ha pasado
Y un son vago recuerda por el aire tranquilo.


Tú no conocerás cómo domo mi miedo
Para hacer de mi voz mi valentía,
Dando al olvido inútiles desastres
Que pululan en torno y pisotean
Nuestra vida con estúpido gozo,
La vida que serás y que yo casi he sido.
Porque presiento en este alejamiento humano
Cuán míos habrán de ser los hombres venideros,
Cómo esta soledad será poblada un día,
Aunque sin mí, de camaradas puros a tu imagen.
Si renuncio a la vida es para hallarla luego
Conforme a mi deseo, en tu memoria.


Cuando en hora tardía, aún leyendo
Bajo la lámpara luego me interrumpo
Para escuchar la lluvia, pesada tal borracho
Que orina en la tiniebla helada de la calle,
Algo débil en mí susurra entonces:
Los elementos libres que aprisiona mi cuerpo
¿Fueron sobre la tierra convocados
Por esto solo? ¿Hay más? Y si lo hay ¿adónde
Hallarlo? No conozco otro mundo si no es este,
Y sin ti es triste a veces. Ámame con nostalgia,
Como a una sombra, como yo he amado
La verdad del poeta bajo nombres ya idos.


Cuando en días venideros, libre el hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás. Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.


Luis Cernuda
(Como quien espera el alba, 1941-1944)

sábado, 18 de agosto de 2012

El crimen fue en Granada

                            Federico García Lorca (1898-1936)

1. El crimen

    Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
           
2. El poeta y la muerte

    Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
           
3.

    Se le vio caminar...
    ............                  Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

Antonio Machado
(Poesías de Guerra, 1936-1939)

lunes, 6 de agosto de 2012

Suspenso aquel divino movimiento

 
            Cupido y Psique, François Gérard (1770-1837) 
     Suspenso aquel divino movimiento 
del sol de sus estrellas celestiales,
encendida la nieve en dos corales,
al pie de un lauro, haciendo son al viento,
   durmió Lucinda, y el Amor atento
a la causa amorosa de mis males
dijo, alzando la voz, palabras tales
que parece que hurtó mi pensamiento:
   «Venus, hermosa y dulce madre mía,
con Psiques andarás de nuevo en puntos;
esta es cárcel de amor, ya tengo dueño».
   Oyó Lucinda lo que Amor decía
y, abrazando al rapaz, durmieron juntos
para quitarme eternamente el sueño.
 
Lope de Vega
 (1562-1635)

jueves, 26 de julio de 2012

Despedida del mar

           El puerto de Audierne, Henry Moret (1856-1913)

Por más que intente al despedirme
guardarte entero en mi recinto
de soledad, por más que quiera
beber tus ojos infinitos,
tus largas tardes plateadas,
tu vasto gesto, gris y frío,
sé que al volver a tus orillas
nos sentiremos muy distintos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.

Este perfume de manzanas,
¿de dónde viene? ¡Oh sueño mío,
mar mío! ¡Fúndeme, despójame
de mi carne, de mi vestido
mortal! ¡Olvídame en la arena,
y sea yo también un hijo
más, un caudal de agua serena
que vuelve a ti, a su salino
nacimiento, a vivir tu vida
como el más triste de los ríos!

Ramos frescos de espuma... Barcas
soñolientas y vagas... Niños
rebañando la miel poniente
del sol... ¡Qué nuevo y fresco y limpio
el mundo!... Nace cada día
del mar, recorre los caminos
que rodean mi alma, y corre
a esconderse bajo el sombrío,
lúgubre aceite de la noche;
vuelve a su origen y principio.

¡Y que ahora tenga que dejarte
para emprender otro camino!...
Por más que intente al despedirme
llevar tu imagen, mar, conmigo;
por más que quiera traspasarte,
fijarte, exacto, en mis sentidos;
por más que busque tus cadenas
para negarme a mi destino,
yo sé que pronto estará rota
tu malla gris de tenues hilos.
Nunca jamás volveré a verte
con estos ojos que hoy te miro.

José Hierro
(Tierra sin nosotros, 1947)
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