viernes, 30 de diciembre de 2022

Ode on a Grecian Urn

Dibujo de un grabado del jarrón de Sobisios, John Keats (h. 1819)

                                    I

Thou still unravish'd bride of quietness,
Thou foster-child of silence and slow time,
Sylvan historian, who canst thus express
A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fring'd legend haunts about thy shape
Of deities or mortals, or of both,
In Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbrels? What wild ecstasy?

                                  II

Heard melodies are sweet, but those unheard
Are sweeter; therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear'd,
Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
Thy song, nor ever can those trees be bare;
Bold Lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal yet, do not grieve;
She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
For ever wilt thou love, and she be fair!

                                 III

Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
Your leaves, nor ever bid the Spring adieu;
And, happy melodist, unwearied,
For ever piping songs for ever new;
More happy love! more happy, happy love!
For ever warm and still to be enjoy'd,
For ever panting, and for ever young;
All breathing human passion far above,
That leaves a heart high-sorrowful and cloy'd,
A burning forehead, and a parching tongue.

                                 IV

Who are these coming to the sacrifice?
To what green altar, O mysterious priest,
Lead'st thou that heifer lowing at the skies,
And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea shore,
Or mountain-built with peaceful citadel,
Is emptied of this folk, this pious morn?
And, little town, thy streets for evermore
Will silent be; and not a soul to tell
Why thou art desolate, can e'er return.

                                  V

O Attic shape! Fair attitude! with brede
Of marble men and maidens overwrought,
With forest branches and the trodden weed;
Thou, silent form, dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold Pastoral!
When old age shall this generation waste,
Thou shalt remain, in midst of other woe
Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
"Beauty is truth, truth beauty,—that is all
Ye know on earth, and all ye need to know."

John Keats
(Ode on a Grecian Urn, 1819)


Versión en castellano

                                     I

Tú, todavía intacta novia de la quietud,
ahijada del silencio y las lentas edades,
narradora del bosque que así puedes contar
una historia florida mejor que nuestros versos,
¿qué frondosa leyenda envuelve tu figura
con dioses o mortales, o con ambos,
en el Tempe o en los valles de la Arcadia?
¿Qué hombres son, o qué dioses? ¿Qué indómitas doncellas?
¿Qué acoso delirante? ¿Qué afán por escapar?
¿Qué flautas y tambores? ¿Qué arrebato salvaje?

                                  II

Las músicas oídas son dulces; sin embargo,
más lo son las no oídas; tocad, pues, suaves flautas,
no para los sentidos, sino, más deseadas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas:
bello muchacho, bajo los árboles no puedes
dejar tu canto, ni ellos se quedarán desnudos;
audaz amante, nunca, nunca podrás besarla,
aunque ya estás muy cerca. Pero no desesperes;
nunca podrá alejarse, y aunque no seas dichoso,
tú serás siempre amante, y ella por siempre hermosa.

                                III

Ah ramaje feliz de hojas nunca perdidas,
jamás la primavera podrá escuchar tu adiós;
ah músico feliz, infatigable,
que tocas para siempre canciones siempre nuevas;
y más feliz amor, y más feliz,
siempre cálido, aún a la espera del gozo,
siempre anhelante y para siempre joven,
más allá del aliento de la pasión humana
que deja el corazón abatido y hastiado,
abrasada la boca y la lengua reseca.

                               IV

¿Quiénes son esas gentes que van al sacrificio?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa vaquilla que muge hacia los cielos
y cuyos suaves lomos se visten de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la orilla de un río,
o de un mar, o con quieta ciudadela en un monte,
se ha quedado sin nadie esta sacra mañana?
Ciudad pequeña, habrán de seguir silenciosas
tus calles para siempre, y ni un alma vendrá
para decir por qué te has quedado desierta.

                              V

¡Ática forma! Hermosa figura, cincelada
en encaje de mármol con hombres y muchachas,
con ramajes silvestres y pisada maleza;
tú, forma silenciosa, nuestra razón excedes
como lo hace lo eterno. ¡Pastoral impasible!
Cuando el tiempo destruya a esta generación,
tú permanecerás en medio de otras penas,
no las nuestras, diciendo, amiga de los hombres:
«La belleza es verdad, y la verdad belleza. En la tierra,
eso solo sabéis, y es cuanto os hace falta».

John Keats
(Oda a una urna griega, 1819)

[Traducción al castellano de Lorenzo Oliván]

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Soneto CXXX

              Autorretrato, Marie-Geneviève Bouliard (1792)
 
My mistress' eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips' red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head.

I have seen roses damasked, red and white,
But no such roses see I in her cheeks;
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks.

I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound;
I grant I never saw a goddess go;

My mistress, when she walks, treads on the ground.
And yet, by heaven, I think my love as rare 
As any she belied with false compare.

William Shakespeare
(Sonnets, 1609)


Versión en castellano


No comparo los ojos de mi amada con soles,
es más rojo el coral que el color de sus labios
y si es blanca la nieve son sus pechos morenos;
si el cabello es de hierro, negro hierro la ciñe.

Sé de rosas de Oriente que son rojas y blancas,
mas no veo estas rosas en lugar de mejillas;
y en algunos perfumes hay delicias mayores
que el aliento que sale de la boca que yo amo.

Me enamora escucharla, y no obstante sé bien
que la música tiene un sonido más dulce;
reconozco que nunca vi el andar de una diosa,

ella cuando camina va pisando la tierra.
Pero, oh cielos, solo ella es así, sin igual,
no como otras burladas por ridículos símiles.

[Traducción al castellano de Carlos Pujol]

lunes, 19 de diciembre de 2022

Soneto CCXX

       Retrato de Juana de Aragón, Rafael Sanzio (h. 1518)

Onde tolse Amor l’oro, et di qual vena,
per far due treccie bionde? e ’n quali spine
colse le rose, e ’n qual piaggia le brine
tenere et fresche, et die’ lor polso et lena?

Onde le perle, in ch’ei frange et affrena
dolci parole, honeste et pellegrine?
onde tante bellezze, et sí divine,
di quella fronte, piú che ’l ciel serena?

Da quali angeli mosse, et di qual spera,
quel celeste cantar che mi disface,
sí che m’avanza omai da disfar poco?

Di qual sol nacque l’alma luce altera
di que’ belli occhi ond’io ò guerra et pace,
che mi cuocono il cor in ghiaccio e ’n fuoco?

Francesco Petrarca
(Canzoniere, siglo XIV)


Versión en castellano

¿Dónde halló Amor el oro, y en qué vena,
para las rubias trenzas? ¿Y en qué espinas
las rosas, y en qué prados las escarchas
frescas que aliento y pulso les dio luego?

¿Dónde las perlas en las que fragua y frena
dulces palabras, castas y excelentes?
¿Dónde tantas bellezas, tan divinas
de esa frente serena más que el cielo?

¿De qué ángeles proviene, y de qué esfera,
el celeste cantar que me deshace
tanto que habrá de deshacerme en poco?

¿De qué sol esa luz excelsa y noble,
de los ojos que paz me dan y guerra,
y en hielo y fuego el corazón consumen?

[Traducción al castellano de Jacobo Cortines]

sábado, 12 de noviembre de 2022

No.m pren així com al petit vailet

                             Invierno, Walter Moras (1910)

No·m pren així com al petit vailet 
qui va cercant senyor qui festa·l faça,
tenint-lo cald en lo temps de la glaça
e fresc d’estiu com la calor se met,
preant molt poc la valor del senyor
e concebent desalt de sa manera,
veent molt clar que té mala carrera
de canviar son estat en major.

Jo són aquell qui en lo temps de tempesta, 
quan les més gents festegen prop los focs, 
e pusc haver ab ells los propis jocs,
vaig sobre neu, descalç, ab nua testa, 
servint senyor qui jamés fon vassall
ne·l venc esment de fer mai homenatge;
en tot lleig fet hagué lo cor salvatge;
solament diu que bon guardó no·m fall.

Plena de seny, lleigs desigs de mi tall. 
Herbes no·s fan males en mon ribatge:
sia entés com dins en mon coratge
los pensaments no·m devallen avall.

Ausiàs March
(h. 1397-1459)

Versión en castellano

No soy como el pequeño servidor
en busca de señor que lo regale,
que le procure abrigo cuando hiela
y lo refresque en el calor de estío;
pues no aprecia el valor de su señor
y da en abominar de sus costumbres;
ve muy claro que lleva mal camino
y que es difícil mejorar su estado.

Yo soy aquel que en tiempo de tormenta,
cuando las gentes huelgan junto al fuego,
pudiendo compartir sus diversiones,
descalzo y sin cubrir voy por la nieve;
sirvo a un señor que nunca fue vasallo
ni rindió pleitesía, y con rebelde
corazón afrontó los actos viles;
solo un buen galardón dice que espere.

Toda cordura, expulso el bajo instinto;
en mi bancal no crece la cizaña,
porque aquí dentro de mi corazón
mis pensamientos no se abaten nunca.

La traducción al castellano de este poema de Ausiàs March se debe a José María Micó.

domingo, 6 de noviembre de 2022

Can vei la lauzeta mover

                  Dehesa, Robert Ducanson (1857)

Can vei la lauzeta mover
de joi sas alas contra. l rai
que s’oblid’ e.s laissa chazer
per la doussor c’al cor li vai,
ai! Tan grans envela m’en ve
de cui qu’eu veya jauzion,
meravilhas ai, car desse
lo cor de de dezirer no.m fon.

Ai, las! Tan cuidava saber
d’amor, e tan petit en sai!
car eu d’amar no.m posc tener
celeis don ja pro non aurai.
Tout m’a mo cor, e tout m’a me,
e se mezei’s e tot lo mon;
e can se.m Tolú, no.m laissez re
mas desirer e cor volon.

Anc non agui de me poder
ni no fui meus de l’or’ en sai
que.m laissez en sos olhs vezer
en un miralh que mout me plai.
Miralhs, pus me mirei en te,
mán mort li sospir de preon,
c’aissi.m perdei com perdet se
lo bels Narcisos en la fon.


Bernart de Ventadorn
(Siglo XII)

Versión al castellano

Cuando veo a la alondra mover
de alegría sus alas contra el rayo de sol,
y se desvanece y se deja caer
por la dulzura que le llega al corazón,
¡ay!, me entra una envidia tan grande
de cualquiera que vea gozoso,
que me maravillo de que al momento
el corazón no se funda de deseo.

¡Ay de mí!, creía saber mucho
de amor, ¡y sé tan poco!,
pues no me puedo abstener de amar
a aquella de quien nunca obtendré ventaja.
Me ha robado el corazón, me ha robado a mí,
y a sí misma y a todo el mundo;
y, cuando me privó de ella, no me dejó nada
más que deseo y corazón anheloso.

Nunca más tuve poder sobre mí,
ni fui mío desde aquel momento
en que me dejó mirar en sus ojos,
en un espejo que me place mucho.
Espejo: desde que me miré en ti,
se me han muerto los suspiros de lo profundo,
porque me perdí de la misma manera
que se perdió el hermoso Narciso en la fuente.

La traducción al castellano de este poema de Bernard de Ventadorn se encuentra en el libro La poesía de los trovadores, edición de Martín de Riquer e Isabel de Riquer, Espasa-Calpe, 2002.

sábado, 17 de septiembre de 2022

¡Que me bese con los besos de su boca!

            Verano (paisaje con amantes), Caspar David Friedrich (18o7)

LA ESPOSA
¡Que me bese con besos de su boca!
Mejores son que el vino tus amores,
qué suave el olor de tus perfumes;
tu nombre es aroma penetrante,
por eso te aman las doncellas.
Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos,
alabemos tus amores más que el vino.
¡Con razón eres amado!

Soy morena, pero hermosa,
muchachas de Jerusalén,
como las tiendas de Quedar,
como las lonas de Salmá.
No miréis que estoy morena:
es que me ha quemado el sol.
Mis hermanos se enfadaron conmigo,
me pusieron a guardar las viñas,
¡y mi viña no supe guardar!
Indícame, amor de mi alma,
dónde apacientas el rebaño,
dónde sestea a mediodía,
para que no ande así perdida
tras los rebaños de tus compañeros.

EL CORO
Si tú no lo sabes,
¡hermosa entre las mujeres!,
sigue las huellas del rebaño,
lleva a pacer tus cabritas
junto al jacal de los pastores.

Salomón
(Cantar de los Cantares, siglo VI a. C.)

lunes, 29 de agosto de 2022

Cuando el viento estremece las ramas de las acacias

                       Santa Cruz de La Palma vista desde Los Cancajos

Cuando el viento estremece las ramas de las acacias 
y siento que es ya otro tiempo,
y abro en las esquinas la puerta de la sombra
y mi pecho se inunda de bruma,
y recuerdo que hay entre encinas lúgubres
los primeros restos de escarcha,

yo vuelvo a La Palma.

Cuando el humo de los tugurios me araña los ojos
y de los labios se me deslizan comisuras blancas,
y hay espuma en mis sienes,
y el olor del asfalto se me pega como un sudario a la nuca,
y recuerdo que agazapados en sus cubiles
hay hombres que no conocen el mar,

yo vuelvo a La Palma.

Cuando se me extravía la mirada en los límites de las mesetas
y observo que más allá hay tierra todavía,
y las nubes se estrechan como arañazos
a lo largo de un horizonte de tierra devastada,
y recuerdo que si abro mi ventana
no veré ahora el mar,

yo vuelvo a La Palma.

Elsa López
(El viento y las adelfas, 1973)

viernes, 19 de agosto de 2022

Retornos de un poeta asesinado

                           AlhambraTorajirō Kojima (1920)

     Has vuelto a mí más viejo y triste en la dormida
luz de un sueño tranquilo de marzo, polvorientas
de un gris inesperado las sienes, y aquel bronce
de olivo que tu mágica juventud sostenía,
surcado por el signo de los años, lo mismo
que si la vida aquella que en vida no tuviste
la hubieras paso a paso ya vivido en la muerte.
     Yo no sé qué has querido decirme en esta noche
con tu desprevenida visita, el fino traje
de alpaca luminosa, como recién cortado,
la corbata amarilla y el sufrido cabello
al aire, igual que entonces
por aquellos jardines de estudiantiles chopos
y calientes adelfas.
     Tal vez hayas pensado –quiero explicarme ahora
ya en las claras afueras del sueño– que debías
llegar primero a mí desde esas subterráneas
raíces o escondidos manantiales en donde
desesperadamente penan tus huesos. 
                                                                   Dime,
confiésame, confiésame
si en el abrazo mudo que me has dado, en el tierno
ademán de ofrecerme una silla, en la simple
manera de sentarte junto a mí, de mirarme,
sonreír y en silencio, sin ninguna palabra,
dime si no has querido significar con eso
que, a pesar de las mínimas batallas que reñimos,
sigues unido a mí más que nunca en la muerte
por las veces que acaso
no lo estuvimos –¡ay, perdóname!– en la vida.
     Si no es así, retorna nuevamente en el sueño
de otra noche a decírmelo.

Rafael Alberti
(Retornos de lo vivo lejano, 1952)

domingo, 14 de agosto de 2022

Mar

                           Salida de la luna, Guillermo Gómez Gil (1906)

                                        I

De todos os cantos do mundo
Amo com um amor mais forte e mais profundo
Aquela praia extasiada e nua,
Onde me uni ao mar, ao vento e à lua.

                                        II

Cheiro a terra as árvores e o vento
Que a Primavera enche de perfumes
Mas neles só quero e só procuro
A selvagem exalação das ondas
Subindo para os astros como um grito puro.

Sophia de Mello Breyner Andresen
(Poesia, 1944)


Versión en castellano de Un poema cada día

                                          I

De todos los rincones del mundo
Amo con un amor más fuerte y más profundo
Aquella playa extática y desnuda,
Donde me uní al mar, al viento y a la luna.

                                         II

Huelo la tierra los árboles y el viento
Que la Primavera llena de perfumes
Mas en ellos solo quiero y solo busco
La salvaje exhalación de las olas
Subiendo a los astros como un grito puro.

Sophia de Mello Breyner Andresen
(Poesía, 1944)

viernes, 22 de julio de 2022

Cosecha eterna

                       Campo de trigo con robles,  Robert Zünd (1875)

    Y cualquier día se alzará la tierra.
Ved que siempre está a punto
y espera solo un paso bien pisado.
¡Pronto, pisadla ahora,
que sube, que se sale
la leche, la esperanza
del hombre, que ya cuece
el sobrio guiso de la vida! Pero
no, nunca así.¡Pisadla
con fe, que el pie sencillo
sea ligera arma de pureza!
Nosotros, los mandados de la empresa,
los clientes del cielo,
¿qué más vamos a hacer? Y, nada, nada
habrá bajo la tierra que no salga
a la luz, y ved bien, a pesar nuestro,
cómo llega la hora de la trilla
y se tienden las parvas,
así nos llegará el mes de agosto,
del feraz acarreo,
y romperá hacia el sol nuestro fiel grano
porque algún día se alzará la tierra.

    ¿Quién con su mano eterna
nos siembra claro y nos recoge espeso?
¿Qué otra sazón sino la suya cuaja
nuestra cosecha? ¿Qué bravío empieza
a dar sabor a nuestro fruto? ¡A ese,
parad a ese, a mí, paremos todos:
nuestra semilla al viento!
Pero qué importa. ¡Ved, ved vuestro surco
avanzar como la ola,
vedle romper contra el inmenso escollo
del tiempo! Pero qué importa ¡A la tierra,
a esta mujer mal paridera, demos
nuestra salud, el agua
de la salud del hombre! ¡Que a sus hijos
nos sienta así, nos sienta
heñirla sin dolor su vientre a salvo!
Y ahora más que nunca,
en esta hora del día en que esto canto,
el que no se dé cuenta
de que respira, no salga de casa.
¡A su puerta el aliento
de la vida, a su calle
la verbena mejor! Mucho cuidado:
quien pisa raya pisará medalla.
Sagrado es desde hoy el menor gesto.
¿No se oye como el ruido
de un inmenso redil lejano? ¡Pronto,
que va a llegar la fresca y aún estamos
a la intemperie! Oídme, yo sé un sitio…
¡Vamos, hay que ir allí, no perdáis tiempo,
no esperéis a sacar toda la ropa
que con lo puesto os basta!
¡Que se hace tarde, vámonos, que llega
la hora de la tierra y aún no cala
nuestro riego, que cumple
el gran jornal del hombre y no está el hombre!
Pero ya qué más da. La culpa es nuestra
y quién iba a decirlo, pero vedlo:
mirad a nuestros pies alta la tierra.

Claudio Rodríguez
(Conjuros, 1958)

sábado, 25 de junio de 2022

Jazz-band

      Cartel de la película Aleluya, Al Hirschfeld (1929)

Ritmo cortado.
Luces vibrantes.
Campanas histéricas.
Astros fulminantes.

Erotismos.
Licores rebosantes.
Juegos de niños.
Acordes delirantes.

Jazz-band. Rascacielos.
Diáfanos cristales.
Exóticos murmullos.
Quejido de metales.

Concha Méndez
(Inquietudes, 1926)

sábado, 18 de junio de 2022

Corot

                          El camino verde, Camille Corot (1796-1875)

    Tú, alma evaporada, 
tú, dulce luz de sol desvanecida,
álamo de cintura más delgada
que la paleta que en tu mano anida.
    Hojas a tu pincel en cada aurora
le nacen. Brisas juegan
con tus verdes cabellos florecidos.
Tu pincel a la hora
en que los sonrosados de la tarde navegan
se te duerme de pájaros dormidos.
    Espejo desvelado
de aguas que cantan quietamente quedas,
déjame que me sueñe ensimismado
por tus estremecidas y húmedas alamedas.
    Por ti las ninfas últimas, los trajes
desceñidos, bailando, a los pastores
en guirnaldas se ofrecen.
Por ti mueren los viejos músicos paisajes
y con nuevos colores
por ti más modulados amanecen.
    Pintor de la sonrisa feliz y del aliento
desfallecido de los humos vagos,
silfo del bosque morador del viento,
hilo azul de la virgen de los lagos:
viera yo por los ojos tranquilos de tus puentes
el fluir encantado de la vida,
viera desde tus montes y valles transparentes
mi arboleda perdida.
    Dame tu gracia, tu infantil dulzura,
el amor que no tiene el tiempo en que he nacido,
dame la más humilde rama de tu pintura, 
y no me des la pena de tu olvido.

Rafael Alberti
(A la pintura. Poema del color y la línea, 1945-1948)

domingo, 12 de junio de 2022

Primavera vieja

       Jardines del Alcázar de Sevilla, Manuel García y Rodríguez (1921)

Ahora, al poniente morado de la tarde,
En flor ya los magnolios mojados de rocío,
Pasar aquellas calles, mientras crece
La luna por el aire, será soñar despierto.

El cielo con su queja harán más vasto
Bandos de golondrinas; el agua en una fuente
Librará puramente la honda voz de la tierra;
Luego el cielo y la tierra quedarán silenciosos.

En el rincón de algún compás, a solas
Con la frente en la mano, un fantasma
Que vuelve, llorarías pensando
Cuán bella fue la vida y cuán inútil.

Luis Cernuda
(Como quien espera el alba, 1947)

martes, 7 de junio de 2022

Nuestra heredad

        Luis de Góngora y Argote, Diego Velázquez (h.1622)

    Juan de la Cruz prurito de Dios siente,
furia estética a Góngora agiganta,
Lope chorrea vida y vida canta:
tres frenesís de nuestra sangre ardiente.

    Quevedo prensa pensamiento hirviente;
Calderón en sistema lo atiranta;
León, herido, al cielo se levanta;
Juan Ruiz, ¡qué cráter de hombredad bullente!

    Teresa es pueblo, y habla como un oro;
Garcilaso un fluir, melancolía;
Cervantes, toda la Naturaleza.

    Hermanos en mi lengua, qué tesoro
nuestra heredad –oh, amor; oh poesía–,
esta lengua que hablamos –oh belleza–.

Dámaso Alonso
(Tres sonetos sobre la lengua castellana, 1958)

martes, 31 de mayo de 2022

Siempre

                                Escena de Capri, Janus la Cour (1874)

    Estoy solo. Las ondas; playa, escúchame
De frente los delfines o la espada.
La certeza de siempre, los no-límites.
Esta tierna cabeza no amarilla,
esta piedra de carne que solloza.
Arena, arena, tu clamor es mío.
Por mi sombra no existes como seno,
no finjas que las velas, que la brisa,
que un aquilón, un viento furibundo,
va a empujar tu sonrisa hasta la espuma,
robándole a la sangre sus navíos.

Amor, amor, detén tu planta impura.

Vicente Aleixandre
(Espadas como labios, 1932)

lunes, 23 de mayo de 2022

Idilio

          Jardín de Octave Mirbeau en Damps, Camille Pissarro (1892)

    Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.

    Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.

    Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.

    Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.

    Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.

    ¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.

    Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.

    ¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.

Federico García Lorca
(Canciones, 1921-1924)

viernes, 20 de mayo de 2022

Beato sillón

               Vista de una habitaciónJózsef Rippl-Rónai (h. 1927)

¡Beato sillón! La casa
Corrobora su presencia
Con la vaga intermitencia
De su invocación en masa
A la memoria. No pasa
Nada. Los ojos no ven,
Saben. El mundo está bien
Hecho. El instante lo exalta
A marea, de tan alta,
De tan alta, sin vaivén.

Jorge Guillén
(Cántico, 1928)

martes, 17 de mayo de 2022

35 bujías

       Lámpara eléctrica, Giacomo Balla (h.1909) 

Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
–cien mil lanzas– los rayos
–cien mil rayos– del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
–guiñadoras espías– las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
–afuera–
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.

Pedro Salinas
(Seguro Azar, 1929)

domingo, 15 de mayo de 2022

Tranvía

                              Bredgade, Paul Gustav Fischer (1860-1934)

El gusano de cables
va hilando su camino

                             Y sobre la bitácora
                             un experto marino
                   juega a los barquillos en la rosa náutica

Las estrellas medrosas
deshojadas y rotas
huyendo del huracán
vienen a refugiarse en nuestras gavias

Se oyen morir extáticas las olas
                                                  en la playa desierta

                                      De repente notamos
                            que alguien nos ha robado
                 Buscamos la memoria y no la hallamos

No tengas miedo

                      Sobre las nubes
                      imantadas de relámpagos
               Elías cruza en su tranvía eléctrico

Gerardo Diego
(Limbo, 1951)

viernes, 22 de abril de 2022

Dedicatoria

                              La lectora, Marie-Agustin Zwiller (a. 1939)

La literatura nos separó: todo lo que supe de ti
lo aprendí en los libros
y a lo que faltaba,
yo le puse palabras.

Cristina Peri Rossi
(Evohé, 1971)

miércoles, 30 de marzo de 2022

Con la primavera

                 Primavera, Daniel Alexander Williamson (h. 1863)

Con la primavera
viene la canción,
la tristeza dulce
y el galante amor.

Con la primavera
viene una ansiedad
de pájaro preso
que quiere volar.

No hay cetro más noble 
que el de padecer:
solo un rey existe:
el muerto es el rey.

José Martí
(1853-1895)

Este poema de José Martí, con ligeras variantes, se puede leer en el volumen 17 de sus Obras completas, editadas por el Centro de Estudios Martianos de La Habana (2001). La versión aquí reproducida corresponde a la que aparece en la antología Dicen que no hablan las plantas, selección de Raquel Lanseros y Fernando Marías –ilustrada por Raquel Lanseros–, Anaya (2021)

lunes, 21 de marzo de 2022

Amada, eres la única, la sola

                Detalle de la tumba de Nakht ( Nuevo Imperio)

Amada, eres la única, la sola.

De todas las mujeres, la más bella,
        luminosa y perfecta,
un lucero que cruza el horizonte del año nuevo,
        de un año bueno:
un lucero de espléndidos colores
        y guiños fascinantes.
Seductores sus labios,
       de un largo justo el cuello,
               un prodigio sus pechos.
Sus cabellos: radiante lapislázuli;
         más que el oro rutilan sus dos brazos.
Se me antojan pétalos sus dedos,
         los pétalos de un loto. 
Modeladas a torno sus caderas;
         ninguna beldad tiene piernas como las suyas.
Majestuoso es su andar
         (su paso reveló que era una diosa).
Mi corazón sería su esclavo si la viera sin velos.
Es culpa suya que todos los cuellos
         se vuelvan a admirarla.
Dichoso aquel que entera la abrazara:
        ¡el primero sería de todos los amantes!
Émula mía, la deidad.
       Las miradas la siguen todavía,
                aunque ella ya está fuera de su alcance.
Es una diosa sola;
         entre todas, la única.

Ezra Pound y Noel Stoch
(Poemas de amor del Antiguo Egipto)

Estos poemas fueron recopilados y traducidos al italiano por Boris de Rachewiltz. Más tarde Ezra Pound y Noel Stoch los tradujeron al inglés. A partir de esa versión, José Luis Rivas los tradujo al castellano para la edición de Vaso Roto Ediciones (2018).

martes, 22 de febrero de 2022

Soneto X

Hombre joven entre rosas, Nichollas Hilliard (h. 1588)

    ¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas!

    ¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

    Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

    si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

Garcilaso De la Vega
(h. 1501-1536)

lunes, 14 de febrero de 2022

Amor fra l'erbe una leggiadra rete

   Reflejo de la luz del sol en el arroyoPeder Mørk Mønsted (1922)

Amor fra l’erbe una leggiadra rete
d’oro et di perle tese sott’un ramo
dell’arbor sempre verde ch’i’ tant’amo,
benché n’abbia ombre piú triste che liete.

L’ésca fu ’l seme ch’egli sparge et miete,
dolce et acerbo, ch’i’ pavento et bramo;
le note non fur mai, dal dí ch’Adamo
aperse gli occhi, sí soavi et quete.

E ’l chiaro lume che sparir fa ’l sole
folgorava d’intorno; e ’l fune avolto
era la man ch’avorio et neve avanza.

Cosí caddi a la rete, et qui m’àn colto
gli atti vaghi et l’angeliche parole,
e ’l piacer e ’l desire et la speranza.

Francesco Petrarca
(Canzoniere, siglo XIV)


Versión en castellano

Amor tejió en la hierba una red bella
con perlas y con oro bajo un ramo
del árbol siempre verde, tan amado,
aunque triste y no alegre sea su sombra.

Cebo fue la semilla que él cultiva,
dulce y amarga, a la que ansío y temo;
las notas nunca fueron tan süaves
desde el día en que Adán abrió los ojos. 

La clara luz que al sol oscurecía
fulguró, y el cordel tuvo la mano
que al marfil y a la nieve superaba. 

Así caí en la red , pues me acogieron
sus palabras angélicas, sus modos,
y el placer y el deseo y la esperanza.

[Traducción al castellano de Jacobo Cortines]

sábado, 5 de febrero de 2022

Alma minha gentil, que te partiste


Lago Wakatipu y Monte Earnslaw, Eugène von Guérard (entre 1877 y 1879)

Alma minha gentil, que te partiste
tão cedo desta vida, descontente,
repousa lá no Céu eternamente
e viva eu cá na terra sempre triste.

Se lá no assento etéreo, onde subiste,
memória desta vida se consente,
não te esqueças d'aquele amor ardente
que já nos olhos meus tão puro viste.

E se vires que pode merecer-te
alguma coisa a dor que me ficou
da mágoa, sem remédio, de perder-te,

roga a Deus, que teus anos encurtou,
que tão cedo de cá me leve a ver-te,
quão cedo de meus olhos te levou.

Luís Vaz de Camões
(h. 1524-1580)


Versión al castellano de Un poema cada día

Alma mía gentil, que te partiste
tan presto de esta vida, descontenta,
reposa allá en el cielo eternamente
y viva yo en la tierra siempre triste.

Si en el asiento etéreo, do subiste,
memoria de esta vida se consiente,
no te olvides de aquel amor ardiente
que tan puro en los ojos míos viste.

Y si vieres que puede aprovecharte
alguna cosa el dolor que me quedó
del pesar, sin remedio, de perderte,

ruega a Dios, que tus años acortó,
que rápido de acá me lleve a verte,
cuan presto de mis ojos te llevó.

Luis Vaz de Camoes

sábado, 29 de enero de 2022

Cómo se dibuja un paisaje

                         Paisaje pastoril, Henri Rousseau (h. 1875)

Un paisaje que tenga de todo,
se dibuja de este modo:
unas montañas,
un pino,
arriba el sol,
abajo el camino,
una vaca,
un campesino,
unas flores,
un molino,
la gallina y un conejo,
y cerca un lago
como un espejo.

Ahora tú pon los colores:
la montaña de marrón,
el astro sol amarillo,
colorado el campesino,
el pino verde,
el lago azul
—porque es espejo del cielo como tú—,
la vaca de color vaca,
de color gris el conejo,
las flores…
como tú quieras las flores.
De tu caja de pinturas
¡usa todos los colores!

Gloria Fuertes
(Versos fritos, 1995)

sábado, 22 de enero de 2022

Mapas

                             Días de escuela, Andrew Loomis (1938)

Los mapas de la escuela,
todos tenían mar,
todos tenían tierra.

¡Yo sentía un afán
por ir a recorrerla…!

Soñaba el corazón
con mares y fronteras,
con islas de coral
y misteriosas selvas…

Soñaba el corazón…
¡Oh sueños de la escuela!

Concha Méndez
(Surtidor, 1928)

jueves, 20 de enero de 2022

Pequeño vals vienés

En Viena hay diez muchachas, 
un hombro donde solloza la muerte 
y un bosque de palomas disecadas. 
Hay un fragmento de la mañana 
en el museo de la escarcha. 
Hay un salón con mil ventanas. 
           ¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals con la boca cerrada. 

 Este vals, este vals, este vals, este vals, 
de sí, de muerte y de coñac 
que moja su cola en el mar. 

 Te quiero, te quiero, te quiero, 
con la butaca y el libro muerto, 
por el melancólico pasillo, 
en el oscuro desván del lirio, 
en nuestra cama de la luna 
y en la danza que sueña la tortuga. 
           ¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals de quebrada cintura. 

 En Viena hay cuatro espejos 
donde juegan tu boca y los ecos. 
Hay una muerte para piano 
que pinta de azul a los muchachos. 
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto. 
          ¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals que se muere en mis brazos. 

Porque te quiero, te quiero, amor mío, 
en el desván donde juegan los niños, 
soñando viejas luces de Hungría 
por los rumores de la tarde tibia, 
viendo ovejas y lirios de nieve 
por el silencio oscuro de tu frente. 
            ¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals, este vals del "Te quiero siempre". 

En Viena bailaré contigo 
con un disfraz que tenga 
cabeza de río. 
¡Mira qué orillas tengo de jacintos! 
Dejaré mi boca entre tus piernas, 
mi alma en fotografías y azucenas, 
y en las ondas oscuras de tu andar 
quiero, amor mío, amor mío, dejar, 
violín y sepulcro, las cintas del vals. 

Federico García Lorca 
(Poeta en Nueva York, 1929-1930)

Leonard Cohen realizó una versión de este poema, titulada "Take this waltz", en su disco I'm your man (Columbia, Sony Music, 1988). Este videoclip aúna la Granada de Lorca y la música de Cohen. 


La cantante española Ana Belén realizó otra versión en castellano (incluida en su disco Lorquiana, 1998) partiendo de la música de Cohen.

miércoles, 12 de enero de 2022

Mar redondo, desvelado

                       Cabo de Antibes, Claude Monet (1840-1926)

Mar redondo, desvelado, 
sortija blanca,
novio enamorado.
Desde el balcón,
por la orilla, rizando
va mi canción.
Mar de siete colores,
curva salada,
cinturón de novia enamorada. 
En mi ventana
se ha prendido el encaje 
de la mañana.
Mar abierto, encandilado, 
verde collar,
novio enamorado. 
Desde el balcón,
por la orilla, rodando 
mi corazón.

Josefina De la Torre
(Poemas de la isla, 1930)

martes, 4 de enero de 2022

Nací para ahora mismo


Nací para ahora mismo
para sólo este instante.
Para que Dios, de pronto,
se pose en mi cabeza,
y me peine estos años
de onduladas tristezas,
y me recoja el llanto
con horquillas de estrellas.

Nací para ahora mismo
para sólo este instante.
Para pararme en seco
y contemplar las grietas
y descifrar los gritos
que tiemblan en mi lengua.

Nací para estos versos
que en este instante cierran,
la herida del Misterio
de estar viva y no muerta.
Sólo este instante, sólo,
alumbrándome entera.
Lo que venga no importa.
Lo que pasó no pesa.

Nací para ahora mismo
para sólo este instante
decir que ha merecido
la pena tanta pena.
Lo que venga no importa
lo que pasó no pesa.

Belén Reyes
(Ser mayor es un timo, 2010)

En el vídeo, escuchamos el recitado de estos versos en la cálida voz de Ángela Serna,  profesora de literatura de la UPV, y la hermosa versión cantada de Tontxu Ipiña.

sábado, 1 de enero de 2022

Oda al primer día del año

              Paisaje con carruaje y tren, Vincent Van Gogh (1890)

Lo distinguimos
como
si fuera
un caballito
diferente de todos
los caballos.
Adornamos
su frente
con una cinta,
le ponemos
al cuello cascabeles colorados,
y a medianoche
vamos a recibirlo
como si fuera
explorador que baja de una estrella.

Como el pan se parece
al pan de ayer,
como un anillo a todos los anillos:
los días
parpadean
claros, tintineantes, fugitivos,
y se recuestan en la noche oscura.

Veo el último
día
de este
año
en un ferrocarril, hacia las lluvias
del distante archipiélago morado,
y el hombre
de la máquina,
complicada como un reloj del cielo,
agachando los ojos
a la infinita
pauta de los rieles,
a las brillantes manivelas,
a los veloces vínculos del fuego.

Oh conductor de trenes
desbocados
hacia estaciones
negras de la noche,
este final
del año
sin mujer y sin hijos,
no es igual al de ayer, al de mañana?
Desde las vías
y las maestranzas
el primer día, la primera aurora
de un año que comienza,
tiene el mismo oxidado
color de tren de hierro:
y saludan
los seres del camino,
las vacas, las aldeas,
en el vapor del alba,
sin saber
que se trata
de la puerta del año,
de un día
sacudido
por campanas,
adornado con plumas y claveles.

La tierra
no lo
sabe:
recibirá
este día
dorado, gris, celeste,
lo extenderá en colinas,
lo mojará con
flechas
de
transparente
lluvia,
y luego
lo enrollará
en su tubo,
lo guardará en la sombra.

Así es, pero
pequeña
puerta de la esperanza,
nuevo día del año,
aunque seas igual
como los panes
a todo pan,
te vamos a vivir de otra manera,
te vamos a comer, a florecer,
a esperar.
Te pondremos
como una torta
en nuestra vida,
te encenderemos
como candelabro,
te beberemos
como
si fueras un topacio.

Día
del año
nuevo,
día eléctrico, fresco,
todas
las hojas salen verdes
del
tronco de tu tiempo.

Corónanos
con
agua,
con jazmines
abiertos,
con todos los aromas
desplegados,
sí,
aunque
solo
seas
un día,
un pobre
día humano,
tu aureola
palpita
sobre tantos
cansados
corazones,
y eres,
oh día
nuevo,
oh nube venidera,
pan nunca visto,
torre
permanente!

Pablo Neruda
(Tercer libro de las odas, 1957)
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