sábado, 28 de diciembre de 2013

Carmina XLV

Desposados, Frederic Leighton (h. 1881-1882)

Acmen Septimius suos amores
tenens in gremio 'mea' inquit 'Acme,
ni te perdite amo atque amare porro
omnes sum assidue paratus annos,
quantum qui pote plurimum perire,
solus in Libya Indiaque tosta
caesio ueniam obuius leoni.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
At Acme leuiter caput reflectens
et dulcis pueri ebrios ocellos
illo purpureo ore suauiata,
'sic' inquit 'mea uita, Septimille,
huic uni domino usque seruiamus,
ut multo mihi maior acriorque
ignis mollibus ardet in medullis.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
Nunc ab auspicio bono profecti
mutuis animis amant amantur.
Vnam Septimius misellus Acmen
maluuit quam Syrias Britanniasque:
uno in Septimio fidelis Acme
facit delicias libidinisque.
Quis ullos homines beatiores
uidit, quis Venerem auspicatiorem?


Gayo Valerio Catul0
(Siglo I a. C.)

  
Versión al castellano de Un poema cada día

Teniendo Septimio a Acme, su amor,
en el regazo, dice: "Acme mía,
si no te amo desesperadamente
y dispuesto no estoy a amarte con constancia
todos los años en el porvernir,
como para ser capaz de perecer,
vaya solo a Libia y a la abrasada India,
expuesto al león de azulverdosos ojos."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Por su parte, Acme, inclinando apenas
la cabeza, y habiendo besado
con su purpúrea boca los embriagados ojillos
de su dulce niño, dice: "Septimillo,
vida mía, sirvamos siempre
a este único señor, para que, así,
su llama, mucho mayor y más ardiente,
me abrase en las tiernas entrañas."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Ahora, habiendo empezado con buen presagio,
aman y son amados en sus mutuos corazones.
El pobre Septimio prefiere a su única
Acme más que a las sirias y britanas;
y la fiel Acme encuentra las delicias
de su deseo en su único Septimio.
¿Quién vio personas más dichosas,
quién, más consagradas por los auspicios 
a Venus?

viernes, 20 de diciembre de 2013

Habrá poesía

           La Argentinita, Julio Romero de Torres (1915)

Mientras la Argentinita canta con voz de calandria acompañada
     al piano por Federico,
y caminan poco a poco las estrellas llevándose la mano al pelo al
     pasar por sobre el pozo.
Mientras Elisa tome un helado y yo sienta frío en la espalda
y continúe trayendo y llevando maletas, jabas, cestos, escapula-
     rios
y demás chirimías.
Mientras escribo a mi madre una de mis últimas cartas, ignoro si
     por la proximidad de mi muerte o el tiempo que le reste de
     vida.
Mientras Fernanda no se serene y vista de hermosura y luz del
     Caribe
y tú me esperes vestida de blanco con una cinta me atrevo a decir
     que malva,
mientras haya en el mundo primavera,
habrá caminos, y barricadas, y grandes nubes luminosas, y aquí
termino.

Blas de Otero
(Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977)

domingo, 15 de diciembre de 2013

Baladilla de los tres ríos

             Vista del río Guadalquivir, Manuel Barrón y Carrillo (1854)
                                                                                A Salvador Quintero
    El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.
 

    ¡Ay, amor
que se fue y no vino!


    El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada,
uno llanto y otro sangre.

    ¡Ay, amor
que se fue por el aire!


    Para los barcos de vela
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
solo reman los suspiros.

    ¡Ay, amor
que se fue y no vino!


    Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.

    ¡Ay, amor
que se fue por el aire!


    ¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

    ¡Ay, amor
que se fue y no vino!


    Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

    ¡Ay, amor
que se fue por el aire!


Federico García Lorca
(Poema del cante jondo, 1921)

viernes, 6 de diciembre de 2013

XXVII


               Nelson Mandela (1918-2013)/Wikimedia Commons

Me has dado la fraternidad hacia el que no conozco.
Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has vuelto a dar la patria como en un nacimiento.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me diste la rectitud que necesita el árbol.
Me enseñaste a ver la unidad y la diferencia de los hombres.
Me mostraste cómo el dolor de un ser ha muerto en la victoria de todos.
Me enseñaste a dormir en las camas duras de mis hermanos.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me has hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo.


Pablo Neruda
(Canto general, 1950)

lunes, 25 de noviembre de 2013

La corriente

           Música azul y verde, Georgia O'Keeffe (1919)

Si cierras la puerta con tanto aspaviento
levantas corriente
y vuelan las cosas que reposan tranquilas
posándose en sitios que no les pertenecen.
La mesa en el pasillo
            la alfombra en la alacena
                      el jarrón en el jardín.
Y al regresar nada es cercano.
Es insólito, disparatado e impropio.
Volviste con premura y                   a ordenar.
                                        no dio 
                                                 tiempo

Vega Cerezo
(La sirena dormida, 2010)

viernes, 22 de noviembre de 2013

En el tiempo que me vi

Romeo en el lecho de muerte de Julieta, Johann Heinrich Füssli (1809)

En el tiempo que me vi
más alegre y placentero,
encontré con un palmero
que me habló y dijo así:
–¿Dónde vas, el caballero?
¿Dónde vas, triste de ti?
Muerta es tu linda amiga,
muerta es, que yo la vi;
las andas en que ella iba
de luto las vi cubrir,
duques, condes la lloraban
todos por amor de ti;
dueñas, damas y doncellas
llorando dicen así:
–¡Oh triste del caballero
que tal dama pierde aquí!

Anónimo
(Siglo XV)

domingo, 17 de noviembre de 2013

Jardín de nuevo, IV

 

                                  Acme y Septimio, Frederic Leighton (h. 1868)

Si ella me ofreciera de su boca nuevamente
la manzana del árbol de la vida
y como ayer brillaran los ojos de la sierpe
por detrás de su corteza encarnada
igual mordería por besarla aunque supiera
el misterio del edénico exilio,
la vergüenza que cubre los sueños más hermosos
y la sed de los jardines perdidos.


Si ella me llamara ven amor desde las torres
del templo de las nubes subiría;
si a brazo no pudiera lo haría a santidad,
buscando muerte lenta y buenas obras
para que al fin me nacieran dos alas de oro
en la espalda cargada de milagros
y volar y hacer pudiera de aire nuestro nido,
el nuevo paraíso de los labios.


Si ella me llamara Salomón y rey yo fuera
y postradas de hinojos ante mí
princesas concubinas, mancebos querubines
cantaran ven al tálamo florido
a todos negaría mi cuerpo, que es el suyo,
y a la casa pequeña volvería
mordiendo una vez más lo que escapa a Salomón:
la manzana del árbol de la vida.


Álvaro Tato
(Hexateuco, 2000)

viernes, 8 de noviembre de 2013

To Autumn

                  Bosque en otoño, Walter Moras (1856-1925)
 I
 Season of mists and mellow fruitfulness,
Close bosom-friend of the maturing sun,
Conspiring with him how to load and bless
With fruit the vines that round the thatch-eves run;
To bend with apples the mossed cottage-trees,
And fill all fruit with ripeness to the core;
To swell the gourd, and plump the hazel shells
With a sweet kernel; to set budding more,
And still more, later flowers for the bees,
Until they think warm days will never cease,
For Summer has o'er-brimmed their clammy cells.

II
Who hath not seen thee oft amid thy store?
Sometimes whoever seeks abroad may find
Thee sitting careless on a granary floor,
Thy hair soft-lifted by the winnowing wind;
Or on a half-reaped furrow sound asleep,
Drowsed with the fume of poppies, while thy hook
Spares the next swath and all its twined flowers;
And sometimes like a gleaner thou dost keep
Steady thy laden head across a brook;
Or by a cider-press, with patient look,
Thou watchest the last oozings hours by hours.

III
Where are the songs of Spring? Ay, where are they?
Think not of them, thou hast thy music too,–
While barred clouds bloom the soft-dying day,
And touch the stubble-plains with rosy hue;
Then in a wailful choir the small gnats mourn
Among the river sallows, borne aloft
Or sinking as the light wind lives or dies;
And full-grown lambs loud bleat from hilly bourn;
Hedge-crickets sing; and now with treble soft
The red-breast whistles from a garden-croft;
And gathering swallows twitter in the skies.

John Keasts
(To Autumn, 1819)

I
Época de neblinas, de fértiles sazones,
Compañera entrañable del sol casi maduro,
Conspirando con él cómo llenar las viñas
Que escalan por las bardas con bendición de frutos
O encorvar con manzanas los árboles del huerto.
Eres tú quien los frutos sazonas hondamente,
Hinches la calabaza, la cáscara morena
Llenas con dulce almendra, y tan diversos brotes
De flores ya tardías regalas a la abeja,
Que los cálidos días supone interminables,
Desbordando el verano de sus celdas viscosas.

II
¿Quién no te ha contemplado ceñido de abundancia?
Aquel que en torno mira hallarte suele
Sentado con descuido en los graneros,
Tu pelo levantado al viento que lo aventa,
O en surco aún no segado dormir profundamente,
Ebrio de adormideras, en tanto tu hoz respeta
La próxima gavilla de flores enlazadas.
Otras, como un espigador, mantienes fijamente
Tu cabeza inclinada encima de un arroyo,
O con ojos pacientes en el lagar contemplas
La cidra hora tras hora correr en gotas últimas.

III
¿Adónde con sus cantos se fue la primavera?
Mas no los recordemos, que en ti música hay.
Cuando florece en nubes el día declinante
Cubriendo los rastrojos de un matiz sonrosado,
Un coro lastimero de cínifes se duele
Entre orillas de sauces, que erguidos o doblados
Siguen al viento leve según renace o muere.
Hay corderos que balan por su otero nativo
Mientras cantan los grillos, y luego, blandamente,
El petirrojo silba cerca de alguna huerta
O trinan por el cielo bandos de golondrina.

(Al otoño)

[Traducción al castellano de Luis Cernuda]

martes, 5 de noviembre de 2013

Adolescente fui en días idénticos a nubes

          Pérgola en Amalfi, Carl Frederik Aagaard (h. 1880)
 
Adolescente fui en días idénticos a nubes,
Cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
Y extraño es, si ese recuerdo busco,
Que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.
 
Perder placer es triste
Como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
Aquel fui, aquel fui, aquel he sido;
Era la ignorancia mi sombra.
 
Ni gozo ni pena; fui niño
Prisionero entre muros cambiantes;
Historias como cuerpos, cristales como cielos,
Sueño luego, un sueño más alto que la vida.
 
Cuando la muerte quiera
Una verdad quitar de entre mis manos,
Las hallará vacías, como en la adolescencia
Ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.
 
Luis Cernuda
(Donde habite el olvido, 1932-1933)

domingo, 3 de noviembre de 2013

El otoño cruzaba

                          En el Saco, Albert Bierstadt (1830-1902)

El otoño cruzaba
las colinas de débiles
temblores. Cada
hoja caída
estremecía toda una montaña.

Leve rumor de luces y de brisas
rodaba por el valle, se acercaba.
Los pájaros dejaban bruscamente
temblorosas las ramas
cayéndose hacia el cielo, arrebatados
por una fuerza extraña.
Las carnosas ortigas
se apretaban
como un rebaño
inquieto. Levantaban del agua
su cabeza, los juncos.
Las verdinegras zarzas
se crecían.
Imperceptibles, más delgadas
por la tensa postura de su espera,
las hierbas, anhelantes…

                                            Tú llegabas,
y una amarilla paz de hojas caídas
reponía el silencio a tus espaldas.

Ángel González
(Áspero mundo, 1956)

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cerca del agua te quiero llevar

                Islas de Shoals, Broad Cove, Childe Hassam (1911)

Cerca del agua te quiero llevar
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener
porque te aliente un vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar
que no se puede perder ni encontrar.


Miguel Hernández
(Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1941)

viernes, 25 de octubre de 2013

Vengo de olvidarte

          Paisaje con figura, Enrique Sobich (1981)

Vengo de olvidarte...
pero llego a casa y me tropiezo contigo,
en las cosas que me miran con tus ojos,
en las pelusas del pasillo
que me enredan leves,
                                                  con tu olvido.

                Vengo de olvidarte...
y puede
que cambie de casa
y siga viniendo de olvidarte,
que cambie de cuerpo
y te siga deseando,
que cambie de vida
y te siga viviendo.

                Vengo de olvidarte.
Tiro el bolso
y se cae el pintalabios,
un beso metálico en el parquet
me recuerda la ausencia de tu boca.

 

               Con vocación de olvidarte
me muevo.
Cada minuto y centímetro
que salgo de mí misma
hago eso, insisto en ello.

                Mi obstinación es olvidarte
mi trabajo es olvidarte
mi verso es olvidarte
mi insulto es olvidarte,
mi presente y mi futuro es olvidarte.
Y vengo y voy
para olvidarte.

Me duermo y me despierto
para olvidarte.
Soy lo que soy
para olvidarte.

Me voy a otras cosas
a otras casas
a otros seres
a otras páginas.

Me voy a otros versos
a otras voces
a otros canales
a otros ríos.

Me voy, me voy, me voy
continuamente.
Y cuando vuelvo…
abro la puerta
tiro el bolso
                el pecho
                                 la careta
                                                  y el tabaco…

y sé que vengo de olvidarte.


Belén Reyes
(Ponerle un bozal al corazón, 2002) 

Moncho Otero y Rafa Mora le han puesto música y voz a este hermoso poema. Aquí podéis verlos y escucharlos, acompañados al piano por Alejandro Martínez.

lunes, 21 de octubre de 2013

Un manso río, una vereda estrecha

  Un día de junio en el bosque cerca de Lellinge, Carl Frederik Aagaard (1878)

    Un manso río, una vereda estrecha,
un campo solitario y un pinar,
y el viejo puente rústico y sencillo
completando tan grata soledad.

     ¿Qué es soledad? Para llenar el mundo
basta a veces un solo pensamiento.
Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras
el puente, el río y el pinar desiertos.

     No son nube ni flor los que enamoran;
eres tú, corazón, triste o dichoso,
ya del dolor y del placer el árbitro,
quien seca el mar y hace habitable el polo.


Rosalía de Castro
(En las orillas del Sar, 1884)

domingo, 20 de octubre de 2013

Algúns din ¡miña terra!

             Bosque, Agustín Lhardy Garrigues (1847-1918)

Algúns din ¡miña terra!
Din outros ¡meu cariño!

I este, ¡miñas lembranzas!
I aquel, ¡ou, meus amigos!
Todos sospiran, todos,
por algún ben perdido.
Eu só non digo nada,
eu só nunca sospiro,
que o meu corpo de terra
i o meu cansado esprito,
adondequer que eu vaia
               van comigo.


Rosalía de Castro
(Follas novas, 1880)

Versión al castellano de Un poema cada día

Algunos dicen ¡tierra mía!
Dicen otros ¡cariño mío!
Y este, ¡recuerdos míos!
Y aquel, ¡oh, amigos míos!
Todos suspiran, todos,
por algún bien perdido.
Solo yo no digo nada,
solo yo nunca suspiro,
que mi cuerpo de tierra
y mi cansado espíritu,
adondequiera que vaya
          van conmigo.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Rima VII

     Tocando el arpa, Thérèse Schwartze (1851-1918)
     
    Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.


    ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!


    ¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda»!


Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)

domingo, 13 de octubre de 2013

Digades, filha, mia filha velida

             Paisaje forestal con río, Bruno Moras (1883-1939)

–Digades, filha, mia filha velida,
por que tardastes na fontana fria?
    Os amores ei.

Digades, filha, mia filha louçana,
por que tardastes na fria fontana?
    Os amores ei.

–Tardei, mia madre, na fontana fria:
cervos do monte a augua volvian.
    Os amores ei.

Tardei, mia madre, na fria fontana:
cervos do monte volvian a augua.
    Os amores ei.

–Mentir, mia filha, mentir por amigo:
nunca vi cervo que volvess´ o rio.
    Os amores ei.

Mentir, mia filha, mentir por amado:
nunca vi cervo que volvess´o alto.
    Os amores ei.

Pero Meogo
(Siglo XIII)


Versión al castellano de Un poema cada día

–Dime, hija, mi hermosa hija,
¿por qué tardaste en la fontana fría?
    Amores tengo.

Dime, hija, mi hija lozana,
¿por qué tardaste en la fría fontana?
    Amores tengo.

–Tardé, madre mía, en la fontana fría:
los ciervos del monte el agua removían.
    Amores tengo.

Tardé, madre mía, en la fría fontana:
los ciervos del monte removían el agua.
    Amores tengo.

–Mientes, hija mía, mientes por el amigo:
nunca vi un ciervo que removiese el río.
    Amores tengo.

Mientes, hija mía, mientes por el amado:
nunca vi un ciervo que removiese en lo alto.
    Amores tengo.

martes, 8 de octubre de 2013

Vaise mio corachón de mib

            El harem, Frederick Arthur Bridgman (1847-1928)

Vaise mio corachón de mib.
¡Ya Rab!, ¿si se me tornarad?
Tan mal me dóled li-l-habib:
enfermo yed, ¿cuánd sanarad?

Anónimo
(Siglo XI)

Versión al castellano de Un poema cada día

Se me va el corazón.
¡Ay, Dios!, ¿acaso volverá?
Tanto me duele por mi amigo:
enfermo está, ¿cuándo sanará?

martes, 1 de octubre de 2013

Nire aitaren etxea


           Paisaje de Hernani, Darío de Regoyos (1857-1913)

Nire aitaren etxea
defendituko dut.
Otsoen kontra,
sikatearen kontra,
lukurreriaren kontra,
justiziaren kontra,
defenditu
eginen dut
nire aitaren etxea.
Galduko ditut
aziendak,
soloak,
pinudiak;
galduko ditut
korrituak,
errentak,
interesak,
baina nire aitaren etxea defendituko dut.
Harmak kenduko dizkidate,
eta eskuarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
eskuak ebakiko dizkidate,
eta besoarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
besorik gabe,
sorbaldik gabe,
bularrik gabe
utziko naute,
eta arimarekin defendituko dut
nire aitaren etxea.
Ni hilen naiz,
nire arima galduko da,
nire askazia galduko da,
baina nire aitaren etxeak
iraunen du
zutik.

Gabriel Aresti
(Harri eta herri, 1964)
  
La casa de mi padre

Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.

(Piedra y pueblo, 1964)


[Traducción al castellano del autor]

   

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Quita a pucha, amigo

                   Bosque de abedules, Iván Shishkin (1871)

Quita a pucha, amigo,
que xa o reiseñor
vai cantando no bosque
ferido de amor.

Vai cantando no bosque:
¿quén atal vivirá?
As bágoas que verque
mollan o seu cantar.

Quita a monteira, amigo,
que xa o reiseñor
dixo: qué cedo a lúa!,
ferido de amor.

Álvaro Cunqueiro
(Cantiga nova que se chama riveira, 1933)

Versión al castellano de Un poema cada día

Quítate el sombrero, amigo,
que ya el ruiseñor
está cantando en el bosque
herido de amor.

Está cantando en el bosque:
¿quién a tal vivirá?
Las lágrimas que vierte
mojan su cantar.

Quítate la montera, amigo,
que ya el ruiseñor
dijo: ¡qué temprano la luna!,
herido de amor.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

De vegades és necessari i forçós

          El espantapájaros, Joaquim Vayreda (1843-1894)

De vegades és necessari i forçós
que un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.
Que la pluja caigui a poc a poc en els sembrats
i l'aire passi com una estesa mà
suau i molt benigna damunt els amples camps.
Que Sepharad visqui eternament
en l'ordre i en la pau, en el treball,
en la difícil i merescuda
llibertat.

Salvador Espriu
(La pell de brau, 1960)

Versión al castellano de Un poema cada día.

A veces es necesario y forzoso
que un hombre muera por un pueblo,
pero nunca ha de morir todo un pueblo
por un hombre solo:
recuerda siempre esto, Sefarad.
Haz que sean seguros los puentes del diálogo
y trata de comprender y amar
las razones y las hablas diversas de tus hijos.
Que la lluvia caiga poco a poco en los sembrados
y el aire pase como una extendida mano
suave y muy benigna sobre los amplios campos.
Que Sefarad viva eternamente
en el orden y en la paz, en el trabajo,
en la difícil y merecida
libertad.

(La piel de toro, 1960)

sábado, 14 de septiembre de 2013

Siempre la claridad viene del cielo

                             Otoño dorado, Isaac Levitan (1895)

Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.


Claudio Rodríguez
(Don de la ebriedad, 1953)

domingo, 25 de agosto de 2013

Sima de amor

 La vigilia de la valquiria, Edward Roberts Hughes (1851-1914)

Resbalando por esta sima umbrosa,
yendo sin freno el pie tras la mirada,
la mano tanteando en piedra helada,
y presa la mirada en lumbre hermosa,

por esta sima voy. ¿Qué luz undosa
de antorchas te me muestra, mi ignorada?
¡Oh inofensiva unión y peligrosa
la de la llama a la pupila atada!

Todo al revés se ve, y a la deriva,
por esta oscuridad que luz trasciende
donde el misterio del amor estriba.

Y si la muerte siento que en mí prende,
también me gozo al verla ardiendo viva
si los caminos de tu alma enciende.


Francisco Pino
(Espesa Rama, 1966)

martes, 30 de julio de 2013

El pino de la Corona

                                       Casa de verano de Fuentepiña (Huelva), www.cervantesvirtual.com

Dondequiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona. Adondequiera que llego —ciudad, amor, gloria— me parece que llego a su plenitud verde y derramada bajo el gran cielo azul de nubes blancas. Él es faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño, como lo es de los marineros de Moguer en las tormentas de la barra; segura cima de mis días difíciles, en lo alto de su cuesta roja y agria, que toman los mendigos, camino de Sanlúcar.

¡Qué fuerte me siento siempre que reposo bajo su recuerdo! Es lo único que no ha dejado, al crecer yo, de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez. Cuando le cortaron aquella rama que el huracán le tronchó, me pareció que me habían arrancado un miembro; y, a veces, cuando cualquier dolor me coge de improviso, me parece que le duele al pino de la Corona.

La palabra magno le cuadra como al mar, como al cielo y como a mi corazón. A su sombra, mirando las nubes, han descansado razas y razas por siglos, como sobre el agua, bajo el cielo y en la nostalgia de mi corazón. Cuando, en el descuido de mis pensamientos, las imágenes arbitrarias se colocan donde quieren, o en esos instantes en que hay cosas que se ven cual en una visión segunda y a un lado de lo distinto, el pino de la Corona, transfigurado en no sé qué cuadro de eternidad, se me presenta, más rumoroso y más gigante aún, en la duda, llamándome a descansar a su paz, como el término verdadero y eterno de mi viaje por la vida.

Juan Ramón Jiménez
(Platero y yo, XL, 1914, 1917)

jueves, 25 de julio de 2013

Un despertar de Moguer

    Retrato de Juan Ramón Jiménez, Joaquín Sorolla (1903)

    Bajo mi sol, mi mañana ¡qué alegre mi viña fresca,
con mi río amoratado entre mi marisma y Huelva!

    A la sombra de mis pinos, por mi honda carretera,
mi jente se entra despacio, aquí y allá, por mis tierras.

    Y en mi colina dorada de mi sol, mi primavera,
entre mi humo, Moguer, mi Moguer blanco despierta.

    Pero tengo un tú sin mí, una sílaba desierta
como mis cuatro horizontes: mar, colina, pino, sierra.

Juan Ramón Jiménez
(Arias tristes, 1903)

martes, 25 de junio de 2013

Volveremos a vernos


Volveremos a vernos donde siempre es de día
y los feos son guapos y eternamente jóvenes,
donde los poderosos no abusan de los débiles
y cuelgan de los árboles juguetes y tebeos.
 

En ese hogar de luz que no hiere los ojos
volveremos tú y yo a decirnos bobadas
cogidos de la mano, viendo morir las olas
sin agobios ni prisas, donde el sol no se pone.
 

Y viviré en tus labios el amor que la Tierra
sintiera por el Cielo cuando el mundo era un niño,
y el tiempo dejará de salmodiar su lúgubre
canción de despedida mientras nos abrazamos.

Luis Alberto de Cuenca

(El hacha y la rosa, 1993)

domingo, 23 de junio de 2013

La lechera


 
       La lechera, Jean-Baptiste Huet (1745-1811) 

    Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
     Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:
     "Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
merodeen cantando el pío, pío.
     Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
     Llevarelo al mercado;
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña."
     Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
     ¡Oh, loca fantasía,
qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que, saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
     No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
     No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.


Félix María de Samaniego
             (1745-1801)

sábado, 15 de junio de 2013

Juguemos, Nisa mía

La sorpresa, Jean-Antoine Watteau (1684-1721)

Juguemos, Nisa mía,
y cuando el sol dorado
forme el rosado día
o lo esconda inclinado
en las hesperias olas,
hállenos siempre a solas
en retozos y en juegos.
Yo, enamorado y ciego,
te diré: «¡Ay, palomita!»,
y tú con voz blandita
me dirás: «Pichón mío»;
y cuando en el exceso
de mi furor te diga:
«Dame, paloma, un beso»,
tú a mi cuello enredados
los dos brazos, amiga,
mil y mil delicados
y otros mil has de darme,
y vibrando de prisa
la lengüita al besarme,
me herirás de un muerdito,
diciéndome: «¡Ay!, ¿no es Nisa
tu palomita, hijito,
tu miel y tu dulzura?
Tuya soy, ¡qué ventura!
Más, más bésame, y mira
cuál bullen descubiertos
mis pechos tan cargados
por ti que ya retiran
la holanda en que guardados
estaban. ¡Ay!, ¿dó vas?, ¿dónde
tu dedo, ¡ay, ay!, se esconde
lascivo?, ¿qué hacemos...?»
Así, Nisa, juguemos,
así, mientras floridos
ambos gozar podemos
de Venus la dulzura.
Ni en vano huyan perdidos
nuestros tiempos mejores,
que ya con mil dolores
la vejez se apresura,
y en llegando, mi vida,
la fuerza ya perdida,
¡ay me!, la tos oscura
vendrá en desquite luego
del retozo y del juego.
 

Juan Meléndez Valdés
(1754-1817)
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