Cupido y Psique, François Gérard (1770-1837)
Suspenso aquel divino movimiento del sol de sus estrellas celestiales, encendida la nieve en dos corales, al pie de un lauro, haciendo son al viento, durmió Lucinda, y el Amor atento a la causa amorosa de mis males dijo, alzando la voz, palabras tales que parece que hurtó mi pensamiento: «Venus, hermosa y dulce madre mía, con Psiques andarás de nuevo en puntos; esta es cárcel de amor, ya tengo dueño». Oyó Lucinda lo que Amor decía y, abrazando al rapaz, durmieron juntos para quitarme eternamente el sueño.
Lope de Vega (1562-1635)
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