La bella dama sin piedad, Walter T. Crane (1865)
Por los caños de Carmona,
por do va el agua a Sevilla,
por ahí iba Valdovinos
y con él su linda amiga.
Los pies lleva por el agua
y la mano en la loriga,
con el temor de los moros
no le tuviesen espía.
Júntanse boca con boca,
nadie no los impedía.
Valdovinos, con angustia,
un suspiro dado había.
–¿Por qué suspiráis, señor,
corazón y vida mía?
O tenéis miedo a los moros,
o en Francia tenéis amiga.
–No tengo miedo a los moros,
ni en Francia tengo amiga:
mas vos, mora, y yo cristiano
hacemos muy mala vida:
comemos la carne en viernes,
lo que mi ley defendía.
Siete años había, siete,
que yo misa no la oía.
Si el emperador lo sabe
la vida me costaría.
—Por tus amores, Valdovinos,
cristiana me tornaría.
–Yo, señora, por los vuestros,
moro de la morería.
Anónimo
(Siglo XV)
De lo que es capaz un gran amor
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