en esta tarde azulada.
Rima tu copla encantada
en esta tarde serena.
Bella amiga, mi hada buena,
di tu mágica balada.
¡Canta tu dulce tonada
que es toda de gracia llena!
Y la fuente me escuchó;
y su romance cantó
en el suave atardecer.
Y cada gota caía
como divina harmonía
en el fondo de mi ser.
Elisabeth Mulder
(La canción cristalina, 1928)
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