lunes, 13 de enero de 2014

Platero

                                              Platero en bronce, obra del escultor León Ortega (1963)
 
    Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón; que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
    Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…
    Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel…
    Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
    —Tien´asero
    Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
 
Juan Ramón Jiménez
(Platero y yo, 1914) 

Este año se celebra el centenario de la primera edición de esta deliciosa obra juanramoniana. Constaba de 63 capítulos. La edición definitiva se publicaría en 1917, con 138 capítulos en total.

1 comentario:

  1. Mi hermano compró el libro "Platero y yo" y es una bonita historia. Seguro que Platero rebuzna en el cielo y te agradece que pongas su relato aquí

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