La muerte de Adonis, Giovanni Battista Gaulli (1625)
    Climene, llena de destreza y maña,
el oro y las colores matizando, 
 iba de hayas una gran montaña, 
 de robles y de peñas varïando; 
 un puerco entre ellas, de braveza extraña, 
 estaba los colmillos aguzando 
 contra un mozo no menos animoso, 
 con su venablo en mano, que hermoso.
    Tras esto, el puerco allí se vía herido 
 de aquel mancebo, por su mal valiente, 
 y el mozo en tierra estaba ya tendido, 
 abierto el pecho del rabioso diente, 
 con el cabello de oro desparcido 
 barriendo el suelo miserablemente; 
 las rosas blancas por allí sembradas 
 tornaban con su sangre coloradas.
    Adonis este se mostraba que era, 
 según se muestra Venus dolorida, 
 que viendo la herida abierta y fiera, 
 sobre él estaba casi amortecida; 
 boca con boca coge la postrera 
 parte del aire que solia dar vida 
 al cuerpo por quien ella en este suelo 
 aborrecido tuvo al alto cielo.
Garcilaso de la Vega
(h. 1501-1536) 

 
 
Es un poema increíble
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