viernes, 22 de diciembre de 2017

El deshielo

              En las montañas de Sierra Nevada, Albert Bierstadt (1868)

Viene el amor, viene el amor, y vives
dentro de un paraíso:
                                       las palabras
no dicen nada: arden,
y la noche es igual que la mañana.
Hay solo un corazón que rige al mundo
y da correspondencias necesarias
a cuanto existe.
                            Miras
y es un acto de fe cada mirada.
La certidumbre de vivir te asombra
con su deslumbramiento y su diaria
revelación, y vives
la eternidad en cada
sílaba del amor, en cada cinta
de su sombrero azul y en cada tapia
donde se pone el sol, porque sabemos
que seguimos naciendo y que nos falta
tiempo para vivir.
                                Hasta que un día 
vuelven al labio las palabras
puestas ya en pie; revelan
las diferencias esenciales,
                                              andan
y arañan en la sangre;
                                       hemos reunido
nuestra desolación pero no hay nada
que pueda reprocharse y no te culpo:
no hay culpas, hay distancias,
la misma intensidad que nos unía
se ha quemado tal vez y nos separa.
¿Quieres decirme si estoy vivo? ¿Puedes
decírmelo?
                    No basta
estar como un insecto entre tus brazos
con una vida ya cristalizada
dentro del hielo, ¿puedes
decirme si estoy vivo y si mañana,
cuando despunte el sol, se hará el deshielo
que desate mi cuerpo sobre el agua?

Luis Rosales
(Rimas, 1951)

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