Con diferencia tal, con gracia tanta
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta;
y aun creo que el espíritu levanta
—como en información de su derecho—
a escribir del cuñado el atroz hecho
en las hojas de aquella verde planta.
Ponga, pues, fin a las querellas que usa
pues ni quejarse, ni mudar estanza
por pico ni por pluma se le veda;
y llore solo aquel que su Medusa
en piedra convirtió, porque no pueda
ni publicar su mal, ni hacer mudanza.
Luis de Góngora
(1561-1627)
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