Otoñal, Santiago Rusiñol (1910)
Qué tiernamente heridos marchamos por el tiempo,
golpeados por sueños que nunca se cumplieron
o que, al fin, se cumplieron para hacerse recuerdo,
nebulosa región de la melancolía.
Qué leve y largamente
vamos cayendo puros, solitarios, sombríos
como las tristes hojas del otoño
en los brazos de niebla que nos tiende el olvido.
Oh qué orfandad tan terca,
qué oscuro desamparo
este irse alejando beso a beso,
palabra tras palabra, sueño a sueño,
de la hora exacta en que vivir es cántico,
desplegada hermosura,
horizonte naciente de unos labios,
de un nombre,
de una piel sensitiva que llega como un alba hasta la sangre.
Rafael Morales
(Prado de serpientes, 1982)
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