El Yerres bajo la lluvia, Gustave Caillebotte (1875)
Bajo el anochecer inmenso,
Bajo la lluvia desatada, iba
Como un ángel que arrojan
De aquel edén nativo.
Absorto el cuerpo aún desnudo,
Todo frío ante la brusca tristeza,
Lo que en la luz fue impulso, las alas,
Antes candor erguido,
A la espalda pesaban sordamente.
Se buscaba a sí mismo,
Pretendía olvidarse a sí mismo,
Niño en brazos del aire,
En lo más poderoso descansando,
Mano en la mano, frente en la frente.
Entre precipitadas formas vagas,
Vasta estela de luto sin retorno,
Arrastraba dos lentas soledadades,
Su soledad de nuevo, la del amor caído.
Ellas fueron sus alas en tiempos de alegría,
Esas que por el fango derribadas
Burla y respuesta dan al afán que interroga,
Al deseo de unos labios.
Quisiste siempre, al fin sabes
Cómo ha muerto la luz, tu luz un día,
Mientras vas, errabundo mendigo, recordando, deseando;
Recordando, deseando.
Pesa, pesa el deseo recordado;
Fuerza joven quisieras para alzar nuevamente,
Con fango, lágrimas, odio, injusticia,
La imagen del amor hasta el cielo,
La imagen del amor en la luz pura.
Luis Cernuda
(Donde habite el olvido, 1934)
Pensé en la soledad humana
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