La pérgola junto al río, Ferdinand de Puigaudeau (1911)
Espero al último baile.
Cera sellando cartas de amantes,
busqué los zapatos más lindos del vertedero,
los regueros de polvo de ángel
en la comisura de mis labios.
Y aquí estoy. Sin calabazas de algodón
ni ratones mordisqueando entre los dedos de mis pies.
Como pedigüeña entre sandwiches y Pepsis,
arrastrando las cadenas de rafia,
enumerando a las mercenarias
de aros gigantes y zapatos de vainilla.
Ya no quedan príncipes para mis vaqueros.
Jamás, me juro, seré tan asquerosamente bella.
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