Qué sería de mí sin vosotros,
tiranos y, a la vez, embajadores
de la imaginación,
verdugos del deseo
y, al mismo tiempo, mensajeros suyos,
libros llenos de cosas deplorables
y de cosas sublimes,
a los que odiar
o por los que morir.
Luis Alberto de Cuenca
(Por Fuertes y Fronteras, 1996)
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