Mujer… no tendré un beso de niño para ti,
ni de viejo, ni de sátiro…
cuando vengas no besaré tus mejillas
ni tu frente, ni tus labios.
Pondré mi boca en los pliegues
recogidos de tus párpados
y beberé el agua clara
que suba a tus ojos claros.
Trae unos ojos azules, mujer,
trae unos ojos azules, de un azul tranquilo y claro
que tengo sed…
sed de peregrino cansado
de muchas jornadas duras
por caminos solitarios
y quiero
llevar mis labios
al agua clara y tranquila
de un remanso
que refleje
un cielo tranquilo y claro.
León Felipe
(Versos y oraciones de caminante, 1920-1930)
¡Ay, León Felipe! ¡QUÉ GRANDE!
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