Una última claridad antes que el sol decline.
Un cuerpo preciso para el final de mi mano,
bocas que ascienden la pendiente del labio
hasta arrancar de la vida sus flores tan serias
con un fulgor de huesos chocando.
Que nada exista más allá del húmedo relámpago
de un ser acariciado y su plegaria.
Enséñale a la muerte el salvaje canto
de un sexo hecho de ciencias inestables.
Que dancen los cuerpos con vocación de sombra,
con pánico y extraños, enjuagados, abatidos, germinando.
Que pronuncien tu nombre por pasillos de fiebre,
que en presagios de luz se transformen los brazos
hasta que el grito alcance horizontes y escalas,
cuellos, perfumes, escotes, caderas,
océanos percutiendo,
lucernas altas del fuego dando luz a dedos zahoríes,
al agua blanda del placer.
Volverán después los cuerpos a su espejo vacío.
Promesas incumplidas serán: ceniza saciada.
Cuerpos profanados en la vieja ceremonia,
........siempre extraños o distantes, fugitivos,
sin contornos,
vencidos en sudor, y despoblados.
Antonio Lucas
(Los mundos contrarios, 2009)
Cuanta pasión...
ResponderEliminar