son libres, son espíritus, María:
si en ellas hay amor, con la porfía
de los estorbos crece, y de los males.
Nacimos en fortuna desiguales,
no en gustos; la violencia nos desvía;
el tiempo corre lento, y deja el día
de sí hasta en los mármoles señales.
Mas tú ni a tiempo alguno ni a violencia,
ni a aquello desigual de la fortuna,
ni temas a la más prolija ausencia;
que si nuestras dos almas son una,
¿en quién, si no ya en Dios, habrá potencia
que las gaste o las fuerce o las desuna?
Francisco de Medrano
(1570-1607)
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