jueves, 28 de febrero de 2019

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo

 
                                          Vanidad, Edwaert Collier (1669)

    En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto, de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo,

    tras tanto acá y allá yendo y viniendo,
cual sin aliento inútil peregrino,
¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino,
yo mismo de mi mal ministro siendo,

    hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se esconde,
pues es la paga de él muerte y olvido,

    y en un rincón vivir con la victoria
de sí, puesto el querer tan solo adonde
es premio el mismo Dios de lo servido.


Francisco de Aldana
        (1537-1578) 

lunes, 25 de febrero de 2019

Sigo, Silencio, tu estrellado manto

                        Noche en la isla de Rodas, Ivan Aivazovsky (1850)

    Sigo, Silencio, tu estrellado manto,
de transparentes lumbres guarnecido,
enemigo del sol esclarecido,
ave nocturna de agorero canto.

    El falso mago Amor, con el encanto
de palabras quebradas por olvido,
convirtió mi razón y mi sentido,
mi cuerpo no, por deshacelle en llanto.

    Tú, que sabes mi mal, y tú, que fuiste
la ocasión principal de mi tormento,
por quien fui venturoso y desdichado,

    oye tú solo mi dolor, que al triste
a quien persigue cielo violento
no le está bien que sepa su cuidado.


Francisco de la Torre
 (h. 1534-h. 1594)

viernes, 22 de febrero de 2019

Eres tú, Guadarrama, viejo amigo

                                 Guadarrama, Darío de Regoyos (h. 1885)

    ¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
    Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas. 

Antonio Machado
(Campos de Castilla, 1912-1917)

martes, 19 de febrero de 2019

Dicen que cada hora es una flecha

                La música del tiempo, discípulo de Laurent de La Hyre (1606-1656)

    Dicen que cada hora es una flecha,
dicen que todas hieren y una mata,
que todo es vanidad, breve bravata,
porque la grave muerte nos acecha.

    Para tan alta llama corta mecha

me dio mi suerte en esta vida ingrata:
tejer y destejer hilos de plata
hasta morir en una celda estrecha.

    Quisiera no entender la poesía,

no haber leído nunca al sabio Horacio,
el que nos invitó a gozar el día,

    y en la prisión dorada de palacio,
si pudiera elegir, solo querría
morir veloz por no vivir despacio.

Álvaro Tato
(Todas hieren y una mata, 2019)

Portada de la primera comedia de capa y espada del siglo XXI, escrita por Álvaro Tato y publicada por Ediciones Antígona.

miércoles, 6 de febrero de 2019

De la vida del cielo

                          Campo de pastoreo, Arthur Gilbert (1819-1895)

    Alma región luciente,
prado de bienandanza, que ni al hielo
ni con el rayo ardiente
fallece, fértil suelo,
producidor eterno de consuelo;
     de púrpura y de nieve
florida, la cabeza coronado,

a dulces pastos mueve,
sin honda ni cayado,
el buen Pastor en ti su hato amado;
    él va, y en pos dichosas
le siguen sus ovejas, do las pace
con inmortales rosas,
con flor que siempre nace
y cuanto más se goza más renace;
     ya dentro a la montaña
del alto bien las guía; ya en la vena
del gozo fiel las baña
y les da mesa llena,
pastor y pasto él solo, y suerte buena.
     Y de su esfera cuando
la cumbre toca, altísimo subido,
el sol, él sesteando,
de su hato ceñido,
con dulce son deleita el santo oído;
     toca el rabel sonoro,
y el inmortal dulzor al alma pasa,
con que envilece el oro
y ardiendo se traspasa
y lanza en aquel bien libre de tasa.
     ¡Oh son! ¡oh voz! ¡siquiera
pequeña parte alguna decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí la alma pusiese
y toda en ti, oh Amor, la convirtiese!,
     conocería dónde
sesteas, dulce Esposo, y, desatada
de esta prisión adonde
padece, a tu manada
viviera junta, sin vagar errada.


Fray Luis de León
      (1527-1591)

jueves, 31 de enero de 2019

Al monte donde fue Cartago


Mario meditando en las ruinas de Cartago, Pierre-Nolasque Bergeret (1807)
 
    Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;
 

    desierta playa, que apacible lago
lleno fuiste de triunfos y victoria;
despedazados mármoles, historia
en quien se ve cuál es del mundo el pago;

    arcos, anfiteatros, baños, templo,
que fuisteis edificios celebrados
y agora apenas vemos las señales;

    gran remedio a mi mal es vuestro ejemplo:
que si del tiempo fuisteis derribados,
el tiempo derribar podrá mis males.


Gutierre de Cetina
   (1520-1557)

martes, 29 de enero de 2019

Al Rey nuestro señor

          Retrato del Emperador Carlos V, Tiziano (1490-1576)

    Ya se acerca, señor, o ya es llegada
la edad gloriosa en que promete el cielo
una grey y un pastor solo en el suelo,

por suerte a vuestros tiempos reservada;
 

    ya tan alto principio, en tal jornada,
os muestra el fin de vuestro santo celo
y anuncia al mundo, para más consuelo,
un Monarca, un Imperio y una Espada;
 

    ya el orbe de la tierra siente en parte
y espera en todo vuestra monarquía,
conquistada por vos en justa guerra,
 

    que, a quien ha dado Cristo su estandarte,
dará el segundo más dichoso día
en que, vencido el mar, venza la tierra.


Hernando de Acuña
          (1518-1580)

miércoles, 23 de enero de 2019

Soneto XXIX

 
              La separación de Hero y Leandro, William Etty (1878-1849)

     Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso. 

     Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia muerte congojoso,

     como pudo, esforzó su voz cansada
y a las ondas habló desta manera,
mas nunca fue su voz de ellas oída:

     «Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejadme allá llegar, y a la tornada
vuestro furor ejecutad en mi vida».

Garcilaso de la Vega
(h. 1501-1536) 

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Merece la pena



Volveré
porque puedo sentir que el sol 
cabalgando sobre mi piel 
cuidará mis heridas. 
Respirar 
como si volviera a nacer 
aprendiendo a caer 
y a levantarme otra vez y otra vez. 

Quiero sentir 
que ahora todo merece la pena, 
sobrevivir a tus noches de furia, 
de viento y arena. 

Puedo sentir 
que ahora todo merece la pena, 
sobrevivir a tus noches de furia, 
de viento y arena. 

Perseguí 
los fantasmas de mi niñez 
y el espejo al que me asomé 
hizo añicos tu reino. 
Porque destruí 
cada puente hacia ti, 
el sabor y el olor de tu piel, 
cada uno de tus putos recuerdos. 

Y hoy 
puedo sentir 
que ahora todo merece la pena, 
sobrevivir a tus noches de furia, 
de viento y arena. 

Puedo sentir
que ahora todo merece la pena, 
sobrevivir a tus noches de furia, 
de viento y arena. 

Marcos Cao, La sonrisa de Julia 
       (Maratón, 2018)

Nuestros amigos de La sonrisa de Julia han grabado un nuevo disco, Maratón (Hook Ediciones Musicales, 2018). Una de sus canciones es Merece la pena. Aquí podéis ver el videoclip oficial y contagiaros de su energía, tan necesaria para superar los malos momentos. Les deseamos muchísima suerte con el que, sin duda, es el mejor y más completo disco de su carrera.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Maite, maite, maitia


             El cantautor donostiarra Urko interpreta, en una actuación de 2016, esta bellísima canción.

Maite maite maitia
zu zara nerea
zu zara berria
zu zara negarra
zu zara irria

 
Maite maite maitia
zu zara mailua
zu zara aizkora
gu gara egurra
gu gara burnia

 
Hurbilduko banintz
ta ikutuko ba zindut.

Hemen, 
hemen zu ta ni bakarrik,
bakarrik munduan,
bakarrik maitasunean.

Maitasuna.
Zer da maitasuna?
Zer da maitatzea?
Zenbat irautzen du maitasuna?
Zu ta ni bakarrik maitasunean.

 
Maite maite maitia
zu zara nerea
zu zara berria
zu zara negarra
zu zara irria

 
Bainan,
beti dago maitasunean,
bainan zerbait.
Jadanik ezin dezaket maita,
hain laburra izanik,
nere zureganako maitasuna,
dagoeneko hillik da.

 
Maite maite maitia
zu zara nerea
zu zara berria
zu zara negarra
zu zara irria


Urko
(Hemen gaude!, 1977)

Versión en castellano

Amada, amada, amada

Amada, amada, amada,
eres mía,
eres nueva,
eres llanto,
eres sonrisa.

 
Amada, amada, amada,
eres martillo,
eres hacha,
somos madera,
somos hierro.

 
Si me acercara
y te tocara…

Aquí, 
aquí tú y yo solos,
solos en el mundo,
solos en el amor.
El amor.
¿Qué es el amor?
¿Qué es amar?
¿Cuánto dura el amor?
Tú y yo solos en el amor.


Amada, amada, amada,
eres mía,
eres nueva,
eres llanto,
eres sonrisa.


Amada, amada, amada,
Pero, 
en el amor, siempre hay algún pero.
Ya no puedo amarte.
El amor es tan corto,
que el mío hacia ti
ya ha muerto.


Amada, amada, amada,
eres mía,
eres nueva,
eres llanto,
eres sonrisa.


(¡Estamos aquí!, 1977)

Traducción al castellano de Anje Ribera en "Urko - Maite, maite, maitia (Amada, amada, amada)" en El Correo (2/7/2013)

sábado, 8 de diciembre de 2018

Fortuna

                         Autorretratro, Anna Zinkeisen (h. 1944)

Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.

No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

Ida Vitale
(Trema, 2005)

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Es amor fuerza tan fuerte

Miniatura procedente del Codex Manesse, copiado e iluminado entre 1305 y 1340.

     Es amor fuerza tan fuerte
que fuerza toda razón,
una fuerza de tal suerte
que todo el seso convierte
en su fuerza y afición;
    una porfía forzosa
que no se puede vencer,
cuya fuerza porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.

     Es placer en que hay dolores,
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía.
    Un placer en que hay enojos,
una gloria en que hay pasión,
una fe en que hay antojos,
fuerza que hacen los ojos
al seso y al corazón.

    Es una cautividad
sin parecer las prisiones,
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen razones.
    Una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qué es la cosa
que desea tanto ver.
 

     Es un modo de locura
con las mudanzas que hace:
una vez pone tristura,
otra vez causa holgura
como lo quiere y le place;
     un deseo que al ausente
trabaja, pena y fatiga,
un recelo que al presente
hace callar lo que siente
temiendo pena que diga. 


                     Fin

     Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor;
el falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades
como fingido traidor.

    El toque para tocar
cuál amor es bien forjado,
es sufrir el desamar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.


Jorge Manrique
(h. 1440-1479)

martes, 6 de noviembre de 2018

Vanse mis amores, madre

                               Las espigadoras, James Tissot (1836-1902)

Vanse mis amores, madre,
luengas tierras van morar:
yo no los puedo olvidar,
¿quién me los hará tornar?


Yo soñara, madre, un sueño
que me dio en el corazón:
que se iban los mis amores
a las islas de la mar.
Yo no los puedo olvidar,
¿quién me los hará tornar?


Yo soñara, madre, un sueño
que me dio en el corazón:
que se iban los mis amores
a las tierras de Aragón.
Allá se van a morar:
yo no los puedo olvidar,
¿quién me los hará tornar?


Gil Vicente
(1465- h. 1536)

sábado, 3 de noviembre de 2018

Dizia la fremosinha

                Una tarde de verano, Iván Fedorovich Choultsé (1874-1939)

Dizia la fremosinha:
    "ai, Deus val,
com' estou d’amor ferida!"

     Ai, Deus val,
com' estou d’amor ferida!


Dizia la ben talhada:
    "ai, Deus val,
com' estou d’amor coitada!"

     Ai, Deus val,
com' estou d’amor ferida!

 

"Com' estou d’amor ferida,
    ai, Deus val,
non ven o que ben queria!"

    Ai, Deus val,
com' estou d’amor ferida!


"Com' estou d’amor coitada,
    ai, Deus val,
non ven o que muit’amava!"

    Ai, Deus val,
com' estou d’amor ferida!


Afonso Sanches
(Siglos XIII-XIV)

Versión al castellano de Un poema cada día

Decía la hermosita:
    "¡ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor herida!"
    ¡Ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor herida!

Decía la bien tallada:
    "¡ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor cuitada!"
    ¡Ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor herida!

"¡Cómo estoy de amor herida,
    ay, válgame Dios,
no viene el que bien quería!"
    ¡Ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor herida!

"¡Cómo estoy de amor cuitada,
    ay, válgame Dios,
no viene el que mucho amaba!"
    ¡Ay, válgame Dios,
cómo estoy de amor herida!

jueves, 1 de noviembre de 2018

Gar sabes devina

                           En el harem, Frederick Arthur Bridgman (1894)

Gar sabes devina,
e devinas bi-l-haqq,
garme cuánd me vernad
mey habibi Ishaq.

Anónimo
(Siglo XI)

Traducción al castellano de Un poema cada día

Di: ¿sabes adivinar,
y adivinas la verdad?,
dime cuándo vendrá
mi amigo Isaac.

lunes, 15 de octubre de 2018

Airiños, airiños aires

                             Paisaje en Chaponval, Camille Pissarro (1880) 

Airiños, airiños aires,
airiños da miña terra;
airiños, airiños aires,
airiños, leváime a ela
.

 

Sin ela vivir non podo,
non podo vivir contenta;
que adonde queira que vaia
cróbeme unha sombra espesa.
Cróbeme unha espesa nube,
tal preñada de tormentas,
tal de soidás preñada,
que a miña vida envenena.
Leváime, leváime, airiños,
como unha folliña seca,
que seca tamén me puxo
a callentura que queima.
¡Ai!, si non me levás pronto,
airiños da miña terra;
si non me levás, airiños,
quisáis xa non me conesan,
que a febre que de min come,
vaime consumindo lenta,
e no meu corazonciño
tamén traidora se ceiba.

Fun noutro tempo encarnada
como a color de sireixa;
son hoxe descolorida
como os cirios das igrexas,
cal si unha meiga chuchona
a miña sangre bebera.
Voume quedando muchiña
como unha rosa que inverna;
voume sin forzas quedando,
voume quedando morena
cal unha mouriña moura,
filla de moura ralea.

Leváime, leváime, airiños,
leváime a donde me esperan
unha nai que por min chora,
un pai que sin min n'alenta,
un irmán por quen daría
a sangre das miñas venas,
e un amoriño a quen alma
e vida lle prometera.
Si pronto non me levades,
¡ai!, morrerei de tristeza,
soia nunha terra estraña,
donde estraña me alcumean,
donde todo canto miro
tomo me dice: –¡Extranxeira!

¡Ai, miña probe casiña!
¡Ai, miña vaca bermella!
Años que balás nos montes,
pombas que arrulás nas eiras,
mozos que atruxás bailando,
redobre das castañetas,
xas-co-rras-chás das cunchiñas,
xurre-xurre das pandeiras,
tambor do tamborileiro,
gaitiña, gaita gallega,
xa non me alegras dicindo:
–¡Muiñeira, muiñeira!,
¡Ai, quén fora paxariño
de leves alas lixeiras!
¡Ai, con qué prisa voara,
toliña de tan contenta,
para cantar a alborada
nos campos da miña terra!
Agora mesmo partira,
partira como unha frecha,
sin medo ás sombras da noite,
sin medo da noite negra;
e que chovera ou ventara,
e que ventara ou chovera,
voaría e voaría
hastra que alcansase a vela.
Pero non son paxariño
e iréi morrendo de pena,
xa en lágrimas convertida,
xa en sospiriños desfeita.

 

Doces galleguiños aires,
quitadoiriños de penas,
encantadores das auguas,
amantes das arboredas,
música das verdes canas
do millo das nosas veigas,
alegres compañeiriños,
run-rum de tódalas festas,
leváime nas vosas alas
como unha folliña seca.
 

Non permitás que aquí morra,
airiños da miña terra,
que aínda penso que de morta
hei de sospirar por ela.
Aínda penso, airiños aires,
que dimpóis que morta sea,
e aló polo camposanto
donde enterrada me teñan,
pasés na calada noite
runxindo antre a folla seca,
ou murmuxando medrosos
antre as brancas calaveras;
inda dimpóis de mortiña,
airiños da miña terra,
heivos de berrar: ¡Airiños,
airiños, leváime a ela!


Rosalía de Castro
(Cantares gallegos, 1863)

Versión al castellano de Un poema cada día

Airecillos, airecillos,
airecillos de mi tierra,
airecillos, airecillos,
airecillos, llevadme a ella.

Sin ella vivir no puedo,
no puedo vivir contenta;
que adonde quiera que vaya
cúbreme una sombra espesa.
Cúbreme una espesa nube,
tan preñada de tormentas,
tan de soledad preñada,
que hasta mi vida envenena.
Llevadme, llevadme, airecillos,
como una hojita seca,
que seca también me puso
la calentura que quema.
¡Ay!, si no me lleváis pronto,
airecillos de mi tierra;
si no me lleváis, airecillos,
quizás ya no me conozcan,
que la fiebre que me come,
vame consumiendo lenta,
y en mi corazoncito
también traidora se ceba.

Fui en otro tiempo encarnada
como color de cereza;
estoy hoy descolorida
como los cirios de iglesias,
como si bruja chupona
mi sangre se la bebiera.
Me voy quedando marchita
como una rosa que inverna;
me voy sin fuerzas quedando,
me voy quedando morena
como una morita mora,
hija de mora ralea.

Llevadme, llevadme, airecillos,
llevadme a donde me esperan
la madre que por mí llora,
padre que sin mí no alienta,
hermano por quien daría
toda sangre de mis venas,
y un amorcito a quien alma
y vida le prometiera.
Si pronto no me lleváis,
¡ay!, moriré de tristeza,
sola en una tierra extraña,
donde extraña me motejan,
donde todo cuanto miro
todo me dice: –¡Extranjera!
¡Ay, mi pobre casita!,
¡ay, mi vaca bermeja!
Corderos que baláis en montes,
palomas que arrulláis en eras,
mozos que gritáis bailando,
redoble de castañuelas,
xas-co-rras-chás de conchitas,
xurre-xurre de panderas,
tambor del tamborilero,
gaitita, gaita gallega,
ya no me alegráis diciendo:
–¡Muñeira, muñeira!,
¡Ay, quién fuera pajarito
de leves alas ligeras!
¡Ay, con qué prisa volara,
loquita de tan contenta,
para cantar la alborada
en los campos de mi tierra!
Ahora mismo partiera,
partiera como una flecha,
sin miedo a sombras de la noche,
sin miedo de la noche negra;
y que lloviera o venteara,
y que venteara o lloviera,
volaría y volaría
hasta que alcanzase a verla.
Pero no soy pajarito
e iré muriendo de pena,
ya en lágrimas convertida,
ya en suspiritos deshecha.

Dulces galleguitos aires,
quitadorcillos de penas,
encantadores de aguas,
amantes de arboledas,
música de verdes cañas
del maíz de nuestras vegas,
alegres compañeritos,
runrún de todas las fiestas,
llevadme en vuestras alas
como una hojita seca.

No permitáis que aquí muera,
airecillos de mi tierra,
que aun pienso que de muerta,
he de suspirar por ella.
Aun pienso, airecillos aires,
que después que muerta sea,
y allí por el camposanto
donde enterrada me tengan,
paséis en callada noche
resonando entra hoja seca,
o murmurando medrosos
entre blancas calaveras;
aun después de muertecita,
airecillos de mi tierra,
he de gritar: ¡Airecillos,
airecillos, llevadme a ella!

(Cantares gallegos, 1863)

jueves, 27 de septiembre de 2018

Rima XII

                         Claro del bosque con río, Heinrich Bömer (h. 1930)

    Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hurís del Profeta.


    El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera.
Entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta.

Las esmeraldas son verdes,
verde el color del que espera,
y las ondas del Océano
y el laurel de los poetas.


    Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
            Y sin embargo,
        sé que te quejas,
        porque tus ojos
        crees que la afean:

        pues no lo creas.
Que parecen sus pupilas,
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro,
que al soplo del aire tiemblan.


    Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta,
que en el estío convida
a apagar la sed en ella.
             Y sin embargo,
         sé que te quejas
         porque tus ojos
         crees que la afean:

         pues no lo creas.
Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.


    Es tu frente que corona
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

              Y sin embargo,
          sé que te quejas
          porque tus ojos
          crees que la afean:

          pues no lo creas.
Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes, semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.


    Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizá, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.


Gustavo Adolfo Bécquer
        (Rimas, 1871)

domingo, 16 de septiembre de 2018

El oso, la mona y el cerdo


             El oso bailarín, William Frederick Witherington (1822)

Un oso, con que la vida
ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona,
dijo a una mona: "¿Qué tal?".
Era perita la mona,
Y respondiole: "Muy mal".

–Yo creo –replicó el oso–
que me haces poco favor.
Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso?
¿No hago el paso con primor?

Estaba el cerdo presente,
y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín más excelente
no se ha visto ni verá".

Echó el oso, al oír esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto,
hubo de exclamar así:

"Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar".

Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, ¡malo!
Si el necio aplaude, ¡peor!


Tomás de Iriarte
      (1750-1791) 
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