La Alcazaba y Torres Bermejas, Manuel Gómez Moreno (h. 1887)
Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarrambla.
¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
que Alhama estaba ganada;
las cartas echó en el fuego
y al mensajero matara.
¡Ay de mi Alhama!
Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba
subido se había al Alhambra.
¡Ay de mi Alhama!
Como en el Alhambra estuvo,
al mismo punto mandaba
que se toquen sus trompetas,
sus añafiles de plata.
¡Ay de mi Alhama!
Y que las cajas de guerra
aprisa toquen alarma,
porque lo oigan sus moros,
los de la Vega y Granada.
¡Ay de mi Alhama!
Los moros, que el son oyeron,
que al sangriento Marte llama,
uno a uno y dos a dos,
juntado se ha gran batalla.
¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un moro viejo,
de esta manera hablara:
—¿Para qué nos llamas, rey?
¿Para qué es esta llamada?
¡Ay de mi Alhama!
—Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada,
que cristianos de braveza
ya nos han ganado Alhama.
¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí
de barba crecida y cana:
—Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara.
¡Ay de mi Alhama!
Mataste los Bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
¡Ay de mi Alhama!
Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
¡Ay de mi Alhama!
Anónimo
(Siglo XV)
Aquí está el poema diario que utilizamos para ir fortaleciendo la inteligencia y la sensibilidad de nuestros alumnos. Si alguien encuentra un bálsamo o un revulsivo en esta diaria medicina, bienvenido sea.
sábado, 11 de enero de 2014
viernes, 3 de enero de 2014
Soy Sancho Panza, escude-
Ilustración para el Quijote de Ricardo Balaca (1880-1883)
Soy Sancho Panza, escude-
del manchego don Quijo-;
puse pies en polvoro-,
por vivir a lo discre-,
que el tácito Villadie-
toda su razón de esta-
cifró en una retira-,
según siente Celesti-,
libro, en mi opinión divi-
si encubriera más lo huma-.
Miguel de Cervantes
(El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, 1605)
Cervantes introduce, tras el prólogo de la primera parte del Quijote, una serie de poemas de tono burlesco, parodia de los que solían aparecer al comienzo de las novelas de caballerías para elogiar a sus protagonistas. Este, escrito con versos de cabo roto y alusivo a Sancho, va precedido de la siguiente leyenda: "Del Donoso, poeta entreverado, a Sancho Panza".
Soy Sancho Panza, escude-
del manchego don Quijo-;
puse pies en polvoro-,
por vivir a lo discre-,
que el tácito Villadie-
toda su razón de esta-
cifró en una retira-,
según siente Celesti-,
libro, en mi opinión divi-
si encubriera más lo huma-.
Miguel de Cervantes
(El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, 1605)
Cervantes introduce, tras el prólogo de la primera parte del Quijote, una serie de poemas de tono burlesco, parodia de los que solían aparecer al comienzo de las novelas de caballerías para elogiar a sus protagonistas. Este, escrito con versos de cabo roto y alusivo a Sancho, va precedido de la siguiente leyenda: "Del Donoso, poeta entreverado, a Sancho Panza".
sábado, 28 de diciembre de 2013
Carmina XLV
Desposados, Frederic Leighton (h. 1881-1882)
Acmen Septimius suos amores
tenens in gremio 'mea' inquit 'Acme,
ni te perdite amo atque amare porro
omnes sum assidue paratus annos,
quantum qui pote plurimum perire,
solus in Libya Indiaque tosta
caesio ueniam obuius leoni.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
At Acme leuiter caput reflectens
et dulcis pueri ebrios ocellos
illo purpureo ore suauiata,
'sic' inquit 'mea uita, Septimille,
huic uni domino usque seruiamus,
ut multo mihi maior acriorque
ignis mollibus ardet in medullis.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
Nunc ab auspicio bono profecti
mutuis animis amant amantur.
Vnam Septimius misellus Acmen
maluuit quam Syrias Britanniasque:
uno in Septimio fidelis Acme
facit delicias libidinisque.
Quis ullos homines beatiores
uidit, quis Venerem auspicatiorem?
Gayo Valerio Catul0
(Siglo I a. C.)
Versión al castellano de Un poema cada día
Teniendo Septimio a Acme, su amor,
en el regazo, dice: "Acme mía,
si no te amo desesperadamente
y dispuesto no estoy a amarte con constancia
todos los años en el porvernir,
como para ser capaz de perecer,
vaya solo a Libia y a la abrasada India,
expuesto al león de azulverdosos ojos."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Por su parte, Acme, inclinando apenas
la cabeza, y habiendo besado
con su purpúrea boca los embriagados ojillos
de su dulce niño, dice: "Septimillo,
vida mía, sirvamos siempre
a este único señor, para que, así,
su llama, mucho mayor y más ardiente,
me abrase en las tiernas entrañas."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Ahora, habiendo empezado con buen presagio,
aman y son amados en sus mutuos corazones.
El pobre Septimio prefiere a su única
Acme más que a las sirias y britanas;
y la fiel Acme encuentra las delicias
de su deseo en su único Septimio.
¿Quién vio personas más dichosas,
quién, más consagradas por los auspicios
a Venus?
Acmen Septimius suos amores
tenens in gremio 'mea' inquit 'Acme,
ni te perdite amo atque amare porro
omnes sum assidue paratus annos,
quantum qui pote plurimum perire,
solus in Libya Indiaque tosta
caesio ueniam obuius leoni.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
At Acme leuiter caput reflectens
et dulcis pueri ebrios ocellos
illo purpureo ore suauiata,
'sic' inquit 'mea uita, Septimille,
huic uni domino usque seruiamus,
ut multo mihi maior acriorque
ignis mollibus ardet in medullis.'
Hoc ut dixit, Amor sinistra ut ante,
dextra sternuit approbationem.
Nunc ab auspicio bono profecti
mutuis animis amant amantur.
Vnam Septimius misellus Acmen
maluuit quam Syrias Britanniasque:
uno in Septimio fidelis Acme
facit delicias libidinisque.
Quis ullos homines beatiores
uidit, quis Venerem auspicatiorem?
Gayo Valerio Catul0
(Siglo I a. C.)
Versión al castellano de Un poema cada día
Teniendo Septimio a Acme, su amor,
en el regazo, dice: "Acme mía,
si no te amo desesperadamente
y dispuesto no estoy a amarte con constancia
todos los años en el porvernir,
como para ser capaz de perecer,
vaya solo a Libia y a la abrasada India,
expuesto al león de azulverdosos ojos."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Por su parte, Acme, inclinando apenas
la cabeza, y habiendo besado
con su purpúrea boca los embriagados ojillos
de su dulce niño, dice: "Septimillo,
vida mía, sirvamos siempre
a este único señor, para que, así,
su llama, mucho mayor y más ardiente,
me abrase en las tiernas entrañas."
He aquí lo que dijo; el Amor,
como antes a la izquierda, a la derecha
estornudó en señal de aprobación.
Ahora, habiendo empezado con buen presagio,
aman y son amados en sus mutuos corazones.
El pobre Septimio prefiere a su única
Acme más que a las sirias y britanas;
y la fiel Acme encuentra las delicias
de su deseo en su único Septimio.
¿Quién vio personas más dichosas,
quién, más consagradas por los auspicios
a Venus?
viernes, 20 de diciembre de 2013
Habrá poesía
La Argentinita, Julio Romero de Torres (1915)
Mientras la Argentinita canta con voz de calandria acompañada
al piano por Federico,
y caminan poco a poco las estrellas llevándose la mano al pelo al
pasar por sobre el pozo.
Mientras Elisa tome un helado y yo sienta frío en la espalda
y continúe trayendo y llevando maletas, jabas, cestos, escapula-
rios
y demás chirimías.
Mientras escribo a mi madre una de mis últimas cartas, ignoro si
por la proximidad de mi muerte o el tiempo que le reste de
vida.
Mientras Fernanda no se serene y vista de hermosura y luz del
Caribe
y tú me esperes vestida de blanco con una cinta me atrevo a decir
que malva,
mientras haya en el mundo primavera,
habrá caminos, y barricadas, y grandes nubes luminosas, y aquí
termino.
Blas de Otero
(Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977)
Mientras la Argentinita canta con voz de calandria acompañada
al piano por Federico,
y caminan poco a poco las estrellas llevándose la mano al pelo al
pasar por sobre el pozo.
Mientras Elisa tome un helado y yo sienta frío en la espalda
y continúe trayendo y llevando maletas, jabas, cestos, escapula-
rios
y demás chirimías.
Mientras escribo a mi madre una de mis últimas cartas, ignoro si
por la proximidad de mi muerte o el tiempo que le reste de
vida.
Mientras Fernanda no se serene y vista de hermosura y luz del
Caribe
y tú me esperes vestida de blanco con una cinta me atrevo a decir
que malva,
mientras haya en el mundo primavera,
habrá caminos, y barricadas, y grandes nubes luminosas, y aquí
termino.
Blas de Otero
(Hojas de Madrid con La galerna, 1968-1977)
domingo, 15 de diciembre de 2013
Baladilla de los tres ríos
Vista del río Guadalquivir, Manuel Barrón y Carrillo (1854)
A Salvador Quintero El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada,
uno llanto y otro sangre.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
Para los barcos de vela
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
solo reman los suspiros.
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
Federico García Lorca
(Poema del cante jondo, 1921)
viernes, 6 de diciembre de 2013
XXVII
Nelson Mandela (1918-2013)/Wikimedia Commons
Me has dado la fraternidad hacia el que no conozco.
Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has vuelto a dar la patria como en un nacimiento.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me diste la rectitud que necesita el árbol.
Me enseñaste a ver la unidad y la diferencia de los hombres.
Me mostraste cómo el dolor de un ser ha muerto en la victoria de todos.
Me enseñaste a dormir en las camas duras de mis hermanos.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me has hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo.
Pablo Neruda
(Canto general, 1950)
lunes, 25 de noviembre de 2013
La corriente
Música azul y verde, Georgia O'Keeffe (1919)
Si cierras la puerta con tanto aspaviento
levantas corriente
y vuelan las cosas que reposan tranquilas
posándose en sitios que no les pertenecen.
La mesa en el pasillo
la alfombra en la alacena
el jarrón en el jardín.
Y al regresar nada es cercano.
Es insólito, disparatado e impropio.
Volviste con premura y a ordenar.
no dio
tiempo
Vega Cerezo
(La sirena dormida, 2010)
Si cierras la puerta con tanto aspaviento
levantas corriente
y vuelan las cosas que reposan tranquilas
posándose en sitios que no les pertenecen.
La mesa en el pasillo
la alfombra en la alacena
el jarrón en el jardín.
Y al regresar nada es cercano.
Es insólito, disparatado e impropio.
Volviste con premura y a ordenar.
no dio
tiempo
Vega Cerezo
(La sirena dormida, 2010)
viernes, 22 de noviembre de 2013
En el tiempo que me vi
Romeo en el lecho de muerte de Julieta, Johann Heinrich Füssli (1809)
En el tiempo que me vi
más alegre y placentero,
encontré con un palmero
que me habló y dijo así:
–¿Dónde vas, el caballero?
¿Dónde vas, triste de ti?
Muerta es tu linda amiga,
muerta es, que yo la vi;
las andas en que ella iba
de luto las vi cubrir,
duques, condes la lloraban
todos por amor de ti;
dueñas, damas y doncellas
llorando dicen así:
–¡Oh triste del caballero
que tal dama pierde aquí!
Anónimo
(Siglo XV)
domingo, 17 de noviembre de 2013
Jardín de nuevo, IV
Acme y Septimio, Frederic Leighton (h. 1868)
Si ella me ofreciera de su boca nuevamente
la manzana del árbol de la vida
y como ayer brillaran los ojos de la sierpe
por detrás de su corteza encarnada
igual mordería por besarla aunque supiera
el misterio del edénico exilio,
la vergüenza que cubre los sueños más hermosos
y la sed de los jardines perdidos.
Si ella me llamara ven amor desde las torres
del templo de las nubes subiría;
si a brazo no pudiera lo haría a santidad,
buscando muerte lenta y buenas obras
para que al fin me nacieran dos alas de oro
en la espalda cargada de milagros
y volar y hacer pudiera de aire nuestro nido,
el nuevo paraíso de los labios.
Si ella me llamara Salomón y rey yo fuera
y postradas de hinojos ante mí
princesas concubinas, mancebos querubines
cantaran ven al tálamo florido
a todos negaría mi cuerpo, que es el suyo,
y a la casa pequeña volvería
mordiendo una vez más lo que escapa a Salomón:
la manzana del árbol de la vida.
Álvaro Tato
(Hexateuco, 2000)
viernes, 8 de noviembre de 2013
To Autumn
Bosque en otoño, Walter Moras (1856-1925)
I
Season of mists and mellow fruitfulness,
Close bosom-friend of the maturing sun,
Conspiring with him how to load and bless
With fruit the vines that round the thatch-eves run;
To bend with apples the mossed cottage-trees,
And fill all fruit with ripeness to the core;
To swell the gourd, and plump the hazel shells
With a sweet kernel; to set budding more,
And still more, later flowers for the bees,
Until they think warm days will never cease,
For Summer has o'er-brimmed their clammy cells.
II
Who hath not seen thee oft amid thy store?
Sometimes whoever seeks abroad may find
Thee sitting careless on a granary floor,
Thy hair soft-lifted by the winnowing wind;
Or on a half-reaped furrow sound asleep,
Drowsed with the fume of poppies, while thy hook
Spares the next swath and all its twined flowers;
And sometimes like a gleaner thou dost keep
Steady thy laden head across a brook;
Or by a cider-press, with patient look,
Thou watchest the last oozings hours by hours.
III
Where are the songs of Spring? Ay, where are they?
Think not of them, thou hast thy music too,–
While barred clouds bloom the soft-dying day,
And touch the stubble-plains with rosy hue;
Then in a wailful choir the small gnats mourn
Among the river sallows, borne aloft
Or sinking as the light wind lives or dies;
And full-grown lambs loud bleat from hilly bourn;
Hedge-crickets sing; and now with treble soft
The red-breast whistles from a garden-croft;
And gathering swallows twitter in the skies.
John Keasts
(To Autumn, 1819)
I
Época de neblinas, de fértiles sazones,
Compañera entrañable del sol casi maduro,
Conspirando con él cómo llenar las viñas
Que escalan por las bardas con bendición de frutos
O encorvar con manzanas los árboles del huerto.
Eres tú quien los frutos sazonas hondamente,
Hinches la calabaza, la cáscara morena
Llenas con dulce almendra, y tan diversos brotes
De flores ya tardías regalas a la abeja,
Que los cálidos días supone interminables,
Desbordando el verano de sus celdas viscosas.
II
¿Quién no te ha contemplado ceñido de abundancia?
Aquel que en torno mira hallarte suele
Sentado con descuido en los graneros,
Tu pelo levantado al viento que lo aventa,
O en surco aún no segado dormir profundamente,
Ebrio de adormideras, en tanto tu hoz respeta
La próxima gavilla de flores enlazadas.
Otras, como un espigador, mantienes fijamente
Tu cabeza inclinada encima de un arroyo,
O con ojos pacientes en el lagar contemplas
La cidra hora tras hora correr en gotas últimas.
III
¿Adónde con sus cantos se fue la primavera?
Mas no los recordemos, que en ti música hay.
Cuando florece en nubes el día declinante
Cubriendo los rastrojos de un matiz sonrosado,
Un coro lastimero de cínifes se duele
Entre orillas de sauces, que erguidos o doblados
Siguen al viento leve según renace o muere.
Hay corderos que balan por su otero nativo
Mientras cantan los grillos, y luego, blandamente,
El petirrojo silba cerca de alguna huerta
O trinan por el cielo bandos de golondrina.
(Al otoño)
[Traducción al castellano de Luis Cernuda]
I
Season of mists and mellow fruitfulness,
Close bosom-friend of the maturing sun,
Conspiring with him how to load and bless
With fruit the vines that round the thatch-eves run;
To bend with apples the mossed cottage-trees,
And fill all fruit with ripeness to the core;
To swell the gourd, and plump the hazel shells
With a sweet kernel; to set budding more,
And still more, later flowers for the bees,
Until they think warm days will never cease,
For Summer has o'er-brimmed their clammy cells.
II
Who hath not seen thee oft amid thy store?
Sometimes whoever seeks abroad may find
Thee sitting careless on a granary floor,
Thy hair soft-lifted by the winnowing wind;
Or on a half-reaped furrow sound asleep,
Drowsed with the fume of poppies, while thy hook
Spares the next swath and all its twined flowers;
And sometimes like a gleaner thou dost keep
Steady thy laden head across a brook;
Or by a cider-press, with patient look,
Thou watchest the last oozings hours by hours.
III
Where are the songs of Spring? Ay, where are they?
Think not of them, thou hast thy music too,–
While barred clouds bloom the soft-dying day,
And touch the stubble-plains with rosy hue;
Then in a wailful choir the small gnats mourn
Among the river sallows, borne aloft
Or sinking as the light wind lives or dies;
And full-grown lambs loud bleat from hilly bourn;
Hedge-crickets sing; and now with treble soft
The red-breast whistles from a garden-croft;
And gathering swallows twitter in the skies.
John Keasts
(To Autumn, 1819)
I
Época de neblinas, de fértiles sazones,
Compañera entrañable del sol casi maduro,
Conspirando con él cómo llenar las viñas
Que escalan por las bardas con bendición de frutos
O encorvar con manzanas los árboles del huerto.
Eres tú quien los frutos sazonas hondamente,
Hinches la calabaza, la cáscara morena
Llenas con dulce almendra, y tan diversos brotes
De flores ya tardías regalas a la abeja,
Que los cálidos días supone interminables,
Desbordando el verano de sus celdas viscosas.
II
¿Quién no te ha contemplado ceñido de abundancia?
Aquel que en torno mira hallarte suele
Sentado con descuido en los graneros,
Tu pelo levantado al viento que lo aventa,
O en surco aún no segado dormir profundamente,
Ebrio de adormideras, en tanto tu hoz respeta
La próxima gavilla de flores enlazadas.
Otras, como un espigador, mantienes fijamente
Tu cabeza inclinada encima de un arroyo,
O con ojos pacientes en el lagar contemplas
La cidra hora tras hora correr en gotas últimas.
III
¿Adónde con sus cantos se fue la primavera?
Mas no los recordemos, que en ti música hay.
Cuando florece en nubes el día declinante
Cubriendo los rastrojos de un matiz sonrosado,
Un coro lastimero de cínifes se duele
Entre orillas de sauces, que erguidos o doblados
Siguen al viento leve según renace o muere.
Hay corderos que balan por su otero nativo
Mientras cantan los grillos, y luego, blandamente,
El petirrojo silba cerca de alguna huerta
O trinan por el cielo bandos de golondrina.
(Al otoño)
[Traducción al castellano de Luis Cernuda]
martes, 5 de noviembre de 2013
Adolescente fui en días idénticos a nubes
Pérgola en Amalfi, Carl Frederik Aagaard (h. 1880)
Adolescente fui en días idénticos a nubes,
Cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
Y extraño es, si ese recuerdo busco,
Que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.
Y extraño es, si ese recuerdo busco,
Que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.
Perder placer es triste
Como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
Aquel fui, aquel fui, aquel he sido;
Era la ignorancia mi sombra.
Como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
Aquel fui, aquel fui, aquel he sido;
Era la ignorancia mi sombra.
Ni gozo ni pena; fui niño
Prisionero entre muros cambiantes;
Historias como cuerpos, cristales como cielos,
Sueño luego, un sueño más alto que la vida.
Prisionero entre muros cambiantes;
Historias como cuerpos, cristales como cielos,
Sueño luego, un sueño más alto que la vida.
Cuando la muerte quiera
Una verdad quitar de entre mis manos,
Las hallará vacías, como en la adolescencia
Ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.
Una verdad quitar de entre mis manos,
Las hallará vacías, como en la adolescencia
Ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.
Luis Cernuda
(Donde habite el olvido, 1932-1933)
domingo, 3 de noviembre de 2013
El otoño cruzaba
En el Saco, Albert Bierstadt (1830-1902)
El otoño cruzaba
las colinas de débiles
temblores. Cada
hoja caída
estremecía toda una montaña.
Leve rumor de luces y de brisas
rodaba por el valle, se acercaba.
Los pájaros dejaban bruscamente
temblorosas las ramas
cayéndose hacia el cielo, arrebatados
por una fuerza extraña.
Las carnosas ortigas
se apretaban
como un rebaño
inquieto. Levantaban del agua
su cabeza, los juncos.
Las verdinegras zarzas
se crecían.
Imperceptibles, más delgadas
por la tensa postura de su espera,
las hierbas, anhelantes…
Tú llegabas,
y una amarilla paz de hojas caídas
reponía el silencio a tus espaldas.
Ángel González
(Áspero mundo, 1956)
El otoño cruzaba
las colinas de débiles
temblores. Cada
hoja caída
estremecía toda una montaña.
Leve rumor de luces y de brisas
rodaba por el valle, se acercaba.
Los pájaros dejaban bruscamente
temblorosas las ramas
cayéndose hacia el cielo, arrebatados
por una fuerza extraña.
Las carnosas ortigas
se apretaban
como un rebaño
inquieto. Levantaban del agua
su cabeza, los juncos.
Las verdinegras zarzas
se crecían.
Imperceptibles, más delgadas
por la tensa postura de su espera,
las hierbas, anhelantes…
Tú llegabas,
y una amarilla paz de hojas caídas
reponía el silencio a tus espaldas.
Ángel González
(Áspero mundo, 1956)
miércoles, 30 de octubre de 2013
Cerca del agua te quiero llevar
Islas de Shoals, Broad Cove, Childe Hassam (1911)
Cerca del agua te quiero llevar
porque tu arrullo trascienda del mar.
Cerca del agua te quiero tener
porque te aliente un vívido ser.
Cerca del agua te quiero sentir
porque la espuma te enseñe a reír.
Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.
Cerca del agua perdida del mar
que no se puede perder ni encontrar.
Miguel Hernández
(Cancionero y romancero de ausencias, 1938-1941)
viernes, 25 de octubre de 2013
Vengo de olvidarte
Paisaje con figura, Enrique Sobich (1981)
Vengo de olvidarte...
pero llego a casa y me tropiezo contigo,
en las cosas que me miran con tus ojos,
en las pelusas del pasillo
que me enredan leves,
con tu olvido.
Vengo de olvidarte...
y puede
que cambie de casa
y siga viniendo de olvidarte,
que cambie de cuerpo
y te siga deseando,
que cambie de vida
y te siga viviendo.
Vengo de olvidarte.
Tiro el bolso
y se cae el pintalabios,
un beso metálico en el parquet
me recuerda la ausencia de tu boca.
Con vocación de olvidarte
me muevo.
Cada minuto y centímetro
que salgo de mí misma
hago eso, insisto en ello.
Mi obstinación es olvidarte
mi trabajo es olvidarte
mi verso es olvidarte
mi insulto es olvidarte,
mi presente y mi futuro es olvidarte.
Y vengo y voy
para olvidarte.
Me duermo y me despierto
para olvidarte.
Soy lo que soy
para olvidarte.
Me voy a otras cosas
a otras casas
a otros seres
a otras páginas.
Me voy a otros versos
a otras voces
a otros canales
a otros ríos.
Me voy, me voy, me voy
continuamente.
Y cuando vuelvo…
abro la puerta
tiro el bolso
el pecho
la careta
y el tabaco…
y sé que vengo de olvidarte.
Belén Reyes
(Ponerle un bozal al corazón, 2002)
Moncho Otero y Rafa Mora le han puesto música y voz a este hermoso poema. Aquí podéis verlos y escucharlos, acompañados al piano por Alejandro Martínez.
Vengo de olvidarte...
pero llego a casa y me tropiezo contigo,
en las cosas que me miran con tus ojos,
en las pelusas del pasillo
que me enredan leves,
con tu olvido.
Vengo de olvidarte...
y puede
que cambie de casa
y siga viniendo de olvidarte,
que cambie de cuerpo
y te siga deseando,
que cambie de vida
y te siga viviendo.
Vengo de olvidarte.
Tiro el bolso
y se cae el pintalabios,
un beso metálico en el parquet
me recuerda la ausencia de tu boca.
Con vocación de olvidarte
me muevo.
Cada minuto y centímetro
que salgo de mí misma
hago eso, insisto en ello.
Mi obstinación es olvidarte
mi trabajo es olvidarte
mi verso es olvidarte
mi insulto es olvidarte,
mi presente y mi futuro es olvidarte.
Y vengo y voy
para olvidarte.
Me duermo y me despierto
para olvidarte.
Soy lo que soy
para olvidarte.
Me voy a otras cosas
a otras casas
a otros seres
a otras páginas.
Me voy a otros versos
a otras voces
a otros canales
a otros ríos.
Me voy, me voy, me voy
continuamente.
Y cuando vuelvo…
abro la puerta
tiro el bolso
el pecho
la careta
y el tabaco…
y sé que vengo de olvidarte.
Belén Reyes
(Ponerle un bozal al corazón, 2002)
Moncho Otero y Rafa Mora le han puesto música y voz a este hermoso poema. Aquí podéis verlos y escucharlos, acompañados al piano por Alejandro Martínez.
lunes, 21 de octubre de 2013
Un manso río, una vereda estrecha
Un manso río, una vereda estrecha,
un campo solitario y un pinar,
y el viejo puente rústico y sencillo
completando tan grata soledad.
¿Qué es soledad? Para llenar el mundo
basta a veces un solo pensamiento.
Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras
el puente, el río y el pinar desiertos.
No son nube ni flor los que enamoran;
eres tú, corazón, triste o dichoso,
ya del dolor y del placer el árbitro,
quien seca el mar y hace habitable el polo.
Rosalía de Castro
(En las orillas del Sar, 1884)
domingo, 20 de octubre de 2013
Algúns din ¡miña terra!
Bosque, Agustín Lhardy Garrigues (1847-1918)
Algúns din ¡miña terra!
Din outros ¡meu cariño!
I este, ¡miñas lembranzas!
I aquel, ¡ou, meus amigos!
Todos sospiran, todos,
por algún ben perdido.
Eu só non digo nada,
eu só nunca sospiro,
que o meu corpo de terra
i o meu cansado esprito,
adondequer que eu vaia
van comigo.
Rosalía de Castro
(Follas novas, 1880)
Versión al castellano de Un poema cada día
Algunos dicen ¡tierra mía!
Dicen otros ¡cariño mío!
Y este, ¡recuerdos míos!
Y aquel, ¡oh, amigos míos!
Todos suspiran, todos,
por algún bien perdido.
Solo yo no digo nada,
solo yo nunca suspiro,
que mi cuerpo de tierra
y mi cansado espíritu,
adondequiera que vaya
van conmigo.
Algúns din ¡miña terra!
Din outros ¡meu cariño!
I este, ¡miñas lembranzas!
I aquel, ¡ou, meus amigos!
Todos sospiran, todos,
por algún ben perdido.
Eu só non digo nada,
eu só nunca sospiro,
que o meu corpo de terra
i o meu cansado esprito,
adondequer que eu vaia
van comigo.
Rosalía de Castro
(Follas novas, 1880)
Versión al castellano de Un poema cada día
Algunos dicen ¡tierra mía!
Dicen otros ¡cariño mío!
Y este, ¡recuerdos míos!
Y aquel, ¡oh, amigos míos!
Todos suspiran, todos,
por algún bien perdido.
Solo yo no digo nada,
solo yo nunca suspiro,
que mi cuerpo de tierra
y mi cansado espíritu,
adondequiera que vaya
van conmigo.
miércoles, 16 de octubre de 2013
Rima VII
Tocando el arpa, Thérèse Schwartze (1851-1918)
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda»!
Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda»!
Gustavo Adolfo Bécquer
(Rimas, 1871)
domingo, 13 de octubre de 2013
Digades, filha, mia filha velida
Paisaje forestal con río, Bruno Moras (1883-1939)
–Digades, filha, mia filha velida,
por que tardastes na fontana fria?
Os amores ei.
Digades, filha, mia filha louçana,
por que tardastes na fria fontana?
Os amores ei.
–Tardei, mia madre, na fontana fria:
cervos do monte a augua volvian.
Os amores ei.
Tardei, mia madre, na fria fontana:
cervos do monte volvian a augua.
Os amores ei.
–Mentir, mia filha, mentir por amigo:
nunca vi cervo que volvess´ o rio.
Os amores ei.
Mentir, mia filha, mentir por amado:
nunca vi cervo que volvess´o alto.
Os amores ei.
Pero Meogo
(Siglo XIII)
Versión al castellano de Un poema cada día
–Dime, hija, mi hermosa hija,
¿por qué tardaste en la fontana fría?
Amores tengo.
Dime, hija, mi hija lozana,
¿por qué tardaste en la fría fontana?
Amores tengo.
–Tardé, madre mía, en la fontana fría:
los ciervos del monte el agua removían.
Amores tengo.
Tardé, madre mía, en la fría fontana:
los ciervos del monte removían el agua.
Amores tengo.
–Mientes, hija mía, mientes por el amigo:
nunca vi un ciervo que removiese el río.
Amores tengo.
Mientes, hija mía, mientes por el amado:
nunca vi un ciervo que removiese en lo alto.
Amores tengo.
–Digades, filha, mia filha velida,
por que tardastes na fontana fria?
Os amores ei.
Digades, filha, mia filha louçana,
por que tardastes na fria fontana?
Os amores ei.
–Tardei, mia madre, na fontana fria:
cervos do monte a augua volvian.
Os amores ei.
Tardei, mia madre, na fria fontana:
cervos do monte volvian a augua.
Os amores ei.
–Mentir, mia filha, mentir por amigo:
nunca vi cervo que volvess´ o rio.
Os amores ei.
Mentir, mia filha, mentir por amado:
nunca vi cervo que volvess´o alto.
Os amores ei.
Pero Meogo
(Siglo XIII)
Versión al castellano de Un poema cada día
–Dime, hija, mi hermosa hija,
¿por qué tardaste en la fontana fría?
Amores tengo.
Dime, hija, mi hija lozana,
¿por qué tardaste en la fría fontana?
Amores tengo.
–Tardé, madre mía, en la fontana fría:
los ciervos del monte el agua removían.
Amores tengo.
Tardé, madre mía, en la fría fontana:
los ciervos del monte removían el agua.
Amores tengo.
–Mientes, hija mía, mientes por el amigo:
nunca vi un ciervo que removiese el río.
Amores tengo.
Mientes, hija mía, mientes por el amado:
nunca vi un ciervo que removiese en lo alto.
Amores tengo.
martes, 8 de octubre de 2013
Vaise mio corachón de mib
Vaise mio corachón de mib.
¡Ya Rab!, ¿si se me tornarad?
Tan mal me dóled li-l-habib:
enfermo yed, ¿cuánd sanarad?
Anónimo
(Siglo XI)
Versión al castellano de Un poema cada día
Se me va el corazón.
¡Ay, Dios!, ¿acaso volverá?
Tanto me duele por mi amigo:
enfermo está, ¿cuándo sanará?
martes, 1 de octubre de 2013
Nire aitaren etxea
Paisaje de Hernani, Darío de Regoyos (1857-1913)
Nire aitaren etxea
defendituko dut.
Otsoen kontra,
sikatearen kontra,
lukurreriaren kontra,
justiziaren kontra,
defenditu
eginen dut
nire aitaren etxea.
Galduko ditut
aziendak,
soloak,
pinudiak;
galduko ditut
korrituak,
errentak,
interesak,
baina nire aitaren etxea defendituko dut.
Harmak kenduko dizkidate,
eta eskuarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
eskuak ebakiko dizkidate,
eta besoarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
besorik gabe,
sorbaldik gabe,
bularrik gabe
utziko naute,
eta arimarekin defendituko dut
nire aitaren etxea.
Ni hilen naiz,
nire arima galduko da,
nire askazia galduko da,
baina nire aitaren etxeak
iraunen du
zutik.
Gabriel Aresti
(Harri eta herri, 1964)
La casa de mi padre
Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
(Piedra y pueblo, 1964)
[Traducción al castellano del autor]
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